La advertencia de la ONU: Fumarse un porro acelera el cambio climático

redacción LA VOZ

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Incautación de un alijo de cocaína en Galicia
Incautación de un alijo de cocaína en Galicia M.MORALEJO

El último informe mundial sobre drogas alerta de un récord en el consumo y la fabricación de cocaína, avisa de que la legalización del cannabis genera un aumento de suicidios y de trastornos psiquiátricos y advierte de que la guerra de Ucrania aumentará la producción de anfetaminas

27 jun 2022 . Actualizado a las 21:18 h.

Fumarse un porro o esnifar una raya de cocaína no solo es malo para la salud, sino también para el medio ambiente. La producción y distribución de drogas agrava el cambio climático, acelera la deforestación, eleva las emisiones de dióxido de carbono y genera una gran cantidad de residuos tóxicos que acaban contaminando las aguas. Al menos así se recoge en el Informe Mundial sobre Drogas 2022 elaborado por la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito. 

El trabajo ofrece un panorama poco esperanzador. La población mundial consume más drogas que nunca. Lo hacen al menos 284 millones de personas de 15 a 64 años, un 26 % más que en la última década. A ello se une una fabricación mundial récord de cocaína, la expansión de estupefacientes sintéticos a nuevos mercados y un aumento de los problemas de salud asociados a la legalización del cannabis en Norteamérica. A estas amenazas reales Naciones Unidas añade una advertencia: la guerra en Ucrania podría incrementar la producción de drogas sintéticas, especialmente anfetaminas.

Estos son algunos de los puntos que destaca el informe, que hace una especial mención al impacto medioambiental derivado de las sustancias ilícitas.

 Destrucción ambiental

La destrucción medioambiental por la producción y el consumo de drogas es un fenómeno poco estudiado pero creciente, que afecta sobre todo a países vulnerables. Producir un kilo de cocaína, por ejemplo, genera 30 veces más CO2 que un kilo de granos de cacao. Cada año, la producción de este compuesto lanza a la atmósfera 8,9 millones de toneladas de dióxido de carbono, equivalentes a las emisiones de 1,9 millones de automóviles.

El cultivo de droga conlleva una deforestación acelerada de las reservas naturales, lejos del control gubernamental, en países como Colombia, donde cerca del 50 % de la tala de árboles de las regiones de Putumayo y Catatumbo se realiza para la plantación de arbustos de coca. En este último, las hectáreas de cultivos en zonas montañosas han aumentado un 272 % entre 2015 y 2020, una muestra de la prosperidad de un negocio que genera por kilo de cocaína 590 kilos de dióxido de carbono, lo mismo que quemar 220 litros de gasolina.

 También en Marruecos o Nigeria, el cultivo de cannabis ha provocado un impacto devastador en ecosistemas que ya de por sí son frágiles, afectando especialmente a la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad.

 «Esperemos que esta información sea utilizada por los jóvenes aquí en Europa, que son muy sensibles al medio ambiente, para pensar que, cuando se fuman un porro, están afectando a alguien», explicó a la agencia Efe Angela Me, directora del departamento de investigación y estadística de la Onudd y coordinadora del informe.

 Mientras que el impacto medioambiental de drogas originadas en plantas, como el cannabis, la cocaína o la heroína, se da en países más vulnerables, el de las drogas sintéticas es más global, ya que pueden producirse en cualquier sitio.

 Según el informe, el volumen de los residuos de la fabricación de drogas sintéticas, que suelen acabar en los mares y los ríos de los países productores, es hasta 30 veces mayor que el del producto final, que se consume principalmente en Europa y Norteamérica. Calculando sobre la cantidad de drogas sintéticas incautadas durante 2022, la ONU estima en hasta 4.300 toneladas el total de desechos mundiales producidos cada año por el éxtasis, las anfetaminas y las metanfentaminas.

 «Hay un claro impacto en el suelo, en el agua e incluso en la cadena alimentaria, en los productos agrícolas y ganaderos», alerta Me.

 El efecto de la legalización del cannabis

La legalización del uso recreativo del cannabis, especialmente en Estados Unidos, ha acelerado el consumo y sus nocivos efectos sanitarios, mientras fabricantes de tabaco y alcohol han entrado en un multimillonario negocio con campañas que presentan a esta droga como algo moderno e inocuo.

«El consumo de cannabis y la frecuencia de su uso han aumentado en los países y jurisdicciones estatales que han legalizado el uso no médico del cannabis», señala la Onudd. Con «legalización», la ONU se refiere a la autorización de la producción y uso para uso lúdico entre adultos en Uruguay, Canadá y 21 territorios de Estados Unidos en los últimos diez años. |«También se ha informado de aumentos asociados de personas con trastornos psiquiátricos, suicidios y hospitalizaciones», advierte el informe.

 Zonas de conflicto, imanes para la producción de drogas sintéticas

El departamento de Naciones Unidas advierte de que la guerra en Ucrania podría permitir que florezca la producción de drogas ilegales, mientras que el futuro del mercado del opio depende del destino de Afganistán, asolado por la crisis.

La experiencia previa de Medio Oriente y el sudeste asiático sugiere que las zonas de conflicto pueden actuar como un imán para fabricar drogas sintéticas, que pueden crearse en cualquier lugar.«Este efecto puede ser mayor cuando el área de conflicto está cerca de grandes mercados de consumo», recoge el informe.

En este contexto, la Onudd señala que el número de laboratorios de anfetaminas desmantelados en Ucrania aumentó de 17 en 2019 a 79 en el 2020, el mayor número de laboratorios incautados reportados en cualquier país en el 2020. «La capacidad de Ucrania para producir drogas sintéticas podría crecer a medida que continúa la guerra», agrega el trabajo. «En zonas de conflicto no tienes a la policía dando vueltas y deteniendo laboratorios», apunta Angela Me.

 Más consumidores

Una de cada 18 personas, el 5,6 % de la población mundial, consumió algún tipo de droga al menos una vez en el 2020. Este número supone un 26 % más que una década antes, en parte debido al crecimiento demográfico. Los niveles de consumo entre los jóvenes son más altos que entre generaciones pasadas.

Tabaco contra drogas

En el 2019, unas 12 millones de muertes en el mundo estuvieron relacionadas con el uso de sustancias psicoactivas. Las drogas supusieron el 5 % de esas muertes, frente al 73,1 % del tabaco y el 21,5 % del alcohol, sustancias legales de mucho más fácil acceso.

Más cannabis

Con 209 millones de consumidores, el cannabis fue en el 2020, de nuevo, la droga más popular en el mundo. Durante los confinamientos por la pandemia aumentaron la frecuencia y la cantidad consumida, pero no el número de quienes lo toman.

La pospandemia acelera el consumo de cocaína

La producción mundial de cocaína subió en el 2020 un 11 % respecto al récord del año anterior, llegando a las 1.982 toneladas. Hay indicios de que en el 2021 hubo un repunte del consumo, tras la caída durante la pandemia debido a que es una droga que se consume más en compañía. En el 2020 unos 21,5 millones de personas consumieron cocaína.

Epidemia de opiáceos

El mundo sufre dos epidemias de uso no médico de opiáceos. En Estados Unidos, el fentanilo, una droga sintética 100 veces más potente que la morfina, impulsó las muertes por sobredosis en el 2021, hasta más de 100.000. En África, el tramadol, un potente analgésico, ha creado lo que la ONU califica de «crisis» y «amenaza».

Discriminación de las mujeres

La mayoría de consumidores de opioides o cocaína son hombres, pero las mujeres usan otros tipos de drogas casi tanto como ellos. En estos casos, siguen estando infrarrepresentadas en tratamientos de drogadicción. Así, aunque el 45 % de usuarios de anfetaminas son mujeres, solo el 20 % de las personas bajo tratamiento lo son.

Drogas en Internet

Aunque el comercio de drogas en la conocida como Internet profunda sigue siendo porcentualmente pequeño, las ventas en este espacio volvieron a subir en el 2021.