Una avería provoca una reducción «momentánea» del suministro de gas desde Argelia a España

S. Cabrero / J. M. Camarero MADRID / COLPISA

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JON NAZCA | REUTERS

Desde Enagás y el Gobierno certifican que el abastecimiento fue restablecido a las pocas horas de registrar el fallo

24 jul 2022 . Actualizado a las 19:30 h.

Un «fallo técnico» hizo este domingo saltar todas las alarmas en España. Durante la mañana del domingo, una avería «puntual» provocaba algunos problemas en la conexión gasista entre Argelia y España, provocando «el cese momentáneo» del gasoducto Medgaz, la única vía de entrada de gas a la Península proveniente de Argelia. La inquietud estaba justificada. Sobre todo a la vista del tenso momento que viven las relaciones diplomáticas entre Madrid y Argel, después de que el presidente del Ejecutivo patrio enviase una carta el 14 de marzo al rey Mohamed VI en la que se mostraba partidario de la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental.

Ante este contexto —agravado por la crisis que arrastra Europa con Rusia, principal proveedor de gas de potencias económicas como Alemania— se produjo el incidente de este domingo. El aviso de la existencia de algún problema en el gasoducto llegó a final de la mañana desde el lado argelino. La empresa Sonatrach emitía un comunicado en el que informaba de «una interrupción temporal del suministro de gas hacia España» por una avería que, todo apuntaba, se había producido en el lado español del gasoducto. «Los equipos técnicos españoles están trabajando duro para llevar a cabo las reparaciones necesarias para restablecer el suministro de gas a España lo antes posible», puntualizaba entonces Sonatrach en su comunicado.

Fue Enagás —el gestor del sistema gasista español—el que rápidamente quiso lanzar un mensaje de tranquilidad. Desde la compañía achacaban el corte a un «problema técnico puntual» y aseguraban que la reparación había llevado «poco tiempo»: «En el sistema gasista español no ha habido ninguna afección a la seguridad del suministro, no ha habido ningún motivo técnico que haya producido esta situación, ni se ha precisado de actuación alguna para solventar la misma», añadían desde Enagás.

El gestor especificaba que, durante unos trabajos de mantenimiento rutinarios en la estación de compresión de Beni Saaf, se produjo un cese temporal (de dos horas de duración) de los flujos que parten desde la planta de Argelia hacia la conexión internacional de Almería: «Esto ha provocado una disminución —que no cese— en los caudales de entrada a España por dicha conexión internacional», añadían.

El contratiempo, tal y como resumían desde Enagás, no ha provocado un cese como tal del abastecimiento. Solo una disminución: «El caudal mínimo ha sido de 704.000 metros cúbicos por hora (Nm3/h)», explican, lo que supone unos 200.000 menos que el suministro habitual.

Este mismo mensaje quisieron trasladar a los ciudadanos desde el Ministerio de Transición Ecológica. Tranquilidad. Desde el departamento que capitanea Teresa Ribera incidieron en que el suministro no había sufrido interrupciones en ningún momento, a pesar de haberse registrado una avería puntual.

Una vía clave

El gasoducto Medgaz tiene capacidad para transportar 8.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año. Lo hace a través del Mediterráneo, concretamente a más de 2.000 metros de profundidad, por una vía que une la ciudad costera de Beni Saf y Almería. Este gasoducto es de propiedad compartida entre la argelina Sonatrach (que posee el 51 %), la española Naturgy y el fondo estadounidense BlackRock, que entre ambos controlan el restante 49 %. A pesar de la crisis que mantienen ambos países, Argel ha garantizado que mantendrá sus compromisos contractuales de suministro de gas con España. Pero también advirtió al país que algunos contratos serán revisados al alza.

Un susto en medio de una crisis energética

El corte registrado este domingo no tuvo consecuencias para el suministro de gas que llega a territorio español. Pero la incidencia se produce en un momento crítico en materia energética. El capítulo vivido este domingo recuerda mucho a algunos de los que Rusia ha protagonizado con Europa. El Kremlin lleva ya unos meses alegando problemas técnicos para ir reduciendo de manera paulatina el suministro de gas a países tan dependientes como Alemania. De hecho, esta misma semana los teutones aguantaban la respiración mientras miraban cargados de temores hacia el Nord Stream, el gasoducto que conecta su país con el que dirige Vladimir Putin. Tras unas tareas de mantenimiento, Moscú volvía a abrir el grifo, pero la preocupación no se ha disipado entre los europeos.

De hecho, esta misma semana la Comisión Europea presentaba un plan de ahorro de gas para tratar de pasar el invierno con los menos sustos posibles ante un factible corte de suministro ruso. Pretende empujar a los socios a reducir su consumo de esta materia prima en un 15 %. El documento levantó una polvareda entre los socios del sur. España, Grecia o Portugal se negaban a cumplir con las exigencias de Bruselas. Teresa Ribera iba incluso un paso más allá al lanzar un mensaje inusualmente duro: «A diferencia de otros países, no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades desde el punto de vista energético».