La terapia que convierte a Nadal en un superhombre

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HANNAH MCKAY | REUTERS

Tiene más de setenta años de vida, pero en los últimos ha cobrado un protagonismo esencial. El enfoque cognitivo-conductual es, en la actualidad, el que, según los estudios realizados, mejores resultados ofrece

03 ago 2022 . Actualizado a las 17:23 h.

Ha jugado numerosos partidos con diferentes dolores, lo cual no le impidió ganar esos torneos. Una vez recuperado de cada lesión, un nuevo contratiempo se cruzó en su camino. Pero no se vino abajo. Hace unas semanas, un insoportable dolor abdominal lo mermó en Wimbledon. Sin embargo, aguantó el partido de cuartos de final, lo ganó y un día después, ya con las pruebas médicas en la mano, dijo adiós al torneo de tenis en hierba por excelencia. Y lo anunció con temple y sin pensar que el mundo se acababa ese día. Durante años, Rafa Nadal viene exhibiendo una entereza que a todos nos sorprende. ¿Tan fuerte es mentalmente? Sí. Pero también lo entrena. Aunque nunca ha tenido un psicólogo en su equipo de trabajo, el balear se apoya en la terapia cognitivo-conductual. «Es un buscador de soluciones, no una víctima de su infortunio», resumen David Peris Delcampo, presidente de la Federación Española de Psicología del Deporte, y Ricardo de la Vega, director del área psicológica de la Oficina de Atención al Deportista del Comité Olímpico Español.

Pero el caso del tenista no es único. Millones de personas siguen este camino en la actualidad. ¿Por qué una disciplina que nace hace más de setenta años cobra tanto protagonismo en la actualidad? Principalmente, porque, según aseguran los expertos, funciona.

«Obviamente, no hablamos de algo nuevo, sino de un tipo de terapia que surge en los años cincuenta en Estados Unidos. Y desde entonces ha habido tres generaciones: la primera más enfocada a la conducta, a cómo debe actuar la persona; la segunda, sobre los ochenta, más cognitiva; y la tercera, a partir de los noventa, añade un aspecto emocional. Y si hoy es la más utilizada es, principalmente, porque es la más eficaz para numerosos trastornos, como depresión, ansiedad, fobias, estrés postraumático, TOC... y por encima se han podido manualizar las técnicas», explica Carlos Álvarez García, psicólogo clínico del CHUS y presidente de la Comisión de Ética y Deontología en el Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia.

Este procedimiento, que cada vez cobra más peso en los planes de estudio en las facultades de Psicología, parte de la base de que la mayoría de los problemas mentales tienen como germen un aprendizaje erróneo. Así lo explica el también psicólogo clínico Eduardo Martínez Lamosa: «El objetivo es reaprender ciertas cosas, bien sea a nivel de comportamiento (conductual), o de pensamiento (cognitiva). No es el único modelo eficaz, pero sí quizá el que más se ha estudiado y sobre el que hay mayores evidencias de éxito».

La clave para que funcione es tener claro o aprender que ni todos los problemas dependen de uno mismo ni todos tienen solución. De acuerdo con esto, el terapeuta santiagués insiste: «Lo importante no es evitar el malestar por encima de todo. Lo que pasa, pasa, y hay que aprender a vivir con ello sin que te afecte. No se trata de ignorar algo que ha sucedido, sino de asimilarlo y conseguir actuar como si no hubiera ocurrido».

Ejemplos

Dos ejemplos claros de cómo poner en práctica lo aprendido tras malas experiencias. «Si llega alguien con fobia a los perros, después de analizar si tuvo alguna mala experiencia previa, hay que tratar de que se acerque a uno poco a poco, cada día un poco más. Y, entonces, verá que su pensamiento de que corre peligro era erróneo. Otro caso. Pongamos que un trabajador piensa que es un inútil, que no vale para nada; debemos procurar que, de forma puntual y sin excesos, someta su trabajo al juicio de sus compañeros, para ver que lo hace mejor de lo que cree. A partir de ahí, mejorará su rendimiento».

Elisardo Becoña, catedrático de Psicoloxía Clínica y director de la Unidad de Tabaquismo y Trastornos Adictivos de la USC, aun partiendo de la misma teoría y técnica, enfatiza el hecho de que la psicología del aprendizaje, los conceptos cognitivos y de las emociones no son excluyentes de que uno pueda enfrentarse al problema. «No hay que escapar. Si uno tiene un problema, lo que debe hacer es tratar de solucionarlo, ya sea por su cuenta o con ayuda profesional. Debemos motivar a las personas para que intenten encontrar una solución. Y si la hay, trabajar en ella. Pero cuando es ajeno a nosotros mismos, debemos asumirlo y buscar alternativas».

Es decir, si nuestro problema es que queremos saltar un muro de cien metros o que nuestro jefe ha decidido cerrar la empresa, son situaciones que no están a nuestro alcance solventarlas. Por mucho que lo intentemos va a ser imposible saltar el muro y el negocio ya ha echado el candado. Ahí sí que no serviría de nada buscar soluciones para arreglarlo, sino que habría que trabajar en cambiar el pensamiento y la conducta. «El contexto es vital. Hay que darle mucha importancia en cada momento».

Diferente sería si queremos correr una prueba de cinco kilómetros (asequibles para casi todo el mundo) o el negocio del jefe está en venta, pero no está cerrado. Ahí se podrían buscar soluciones, como entrenar o negociar el quedarse con la sociedad.

«Al problema hay que enfrentarse, porque cuanto más lo evites, peor será. No es más que asumir qué cosas dependen de uno y cuáles no. Las que dependen de nosotros mismos, busquemos la solución. Las otras, encontremos la fórmula para que no nos hagan daño y tampoco nos influyan en nuestra felicidad», sostiene Carlos Álvarez.

Una de las ventajas que tiene el enfoque cognitivo-conductual, que le ha hecho ganar espacio respecto a otros, como el psicoanálisis, que tuvo su bum hace años, es que engloba muchas técnicas, como pueden ser el EMDR (acrónimo en inglés de «Eye Movement Desensitization and Reprocessing» (desensibilización y procesamiento por movimientos oculares), que sirve para superar traumas del pasado que ante una situación parecida, reaparecen; o el mindfulness (técnica de meditación que consiste en observar la realidad en el momento actual sin juzgarla y abriéndonos a su aceptación como tal). La gran base de la terapia cognitivo-conductual es asumir que tenemos pensamientos y actuaciones equivocadas y que debemos corregirlas.

Para ello, Becoña subraya que hay varios procedimientos: «Para la depresión hay métodos más eficaces que la farmacoterapia: operantes, como el programa de Supernanny que reforzaba con estímulos negativos o positivos, técnicas de relajación, de exposición y de tipo cognitivo basado en Beck, que dice que existe una clara relación entre los pensamientos, la actuación y las emociones».

Por todo ello, los profesionales sostienen que «resulta clave saber dominar un automatismo para que cuando ese pensamiento viene a la cabeza, rápidamente, se nos vaya la mente a otra cosa y, además, adecuar nuestro comportamiento obviando que eso está ahí».

«Es cierto que una de las críticas que reciben este tipo de terapias es que el enfoque es muy simple, se deja en segundo plano lo vivencial y se pierde el enfoque emocional. Un modelo humanista se centra más en la experiencia. Pero hay que reconocer que los estudios están ahí y la terapia cognitivo-conductual es muy eficaz en la mayoría de los trastornos, porque, en definitiva, lo que tratamos son trastornos, más o menos graves, pero trastornos», argumenta Martínez Lamosa.

Parte del éxito de la terapia, según los profesionales, radica en que el trabajo no se ciñe a lo que se hace en la consulta. Son numerosos los ejercicios de relajación, reflexión o actuación que se le encargan al paciente para hacer durante el tiempo que pasa entre citas.

«Se da peso al contexto en el que el individuo se desenvuelve y comporta —razona Becoña— .Y una vez que conocemos cómo es la persona, se desarrollan una serie de técnicas de planteamiento. También depende mucho de las expectativas de cada uno y de si su vida está enfocada a planteamientos más o menos realistas. Según eso, cuesta más o menos cambiar la forma de pensar y actuar». De lo que no tienen duda los expertos consultados es de que, «incluso aquellos que llegan sin creencia en la psicología, acaban mejorando. Solo que hay que, quizá, probar diferentes métodos para que acaben entendiéndolo».

Ni son aspectos que se aprendan en un día ni infalibles, pero el porcentaje de éxito es muy elevado. Así que ya sabes, igual que Rafa Nadal adapta su juego a la dolencia que tiene en cada momento, haz tú lo mismo en tu día a día cuando algún problema se cruza en tu camino. Busquemos soluciones, no seamos víctimas de nuestro infortunio, porque perderemos el partido.