Rusia chantajea de nuevo a la UE y sugiere que subirá un 43 % el precio del gas

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

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Dado Ruvic | REUTERS

El anuncio va acompañado de un mensaje a las cancillerías europeas: «Con los mejores deseos»

02 sep 2022 . Actualizado a las 20:55 h.

La política del terror blandida por Vladimir Putin en la invasión de Ucrania vuelve a ser la receta preferida del Kremlin para tratar de doblegar a los Gobiernos europeos, quienes se resisten a retirar sus sanciones hasta que las tropas rusas se retiren del país. 

A diferencia de los tanques y las bombas que han utilizado contra los ucranianos, el arma que está utilizando Rusia para atemorizar a los europeos es el gas. El hidrocarburo, que en la última década ha permitido iluminar hogares y empresas de todo el Viejo Continente, ahora escasea. Moscú ha cortado la mayor parte del flujo hacia Europa, disparando su precio en los mercados, donde apenas hay alternativas para cubrir toda la demanda de consumo corriente y de llenado de reservas.

La factura del gas está disparando el precio de la electricidad a cotas históricas para los europeos. Alemania y Francia pagarán una media de 1.300 y 1.900 euros el megavatio hora (MWh) en el mercado mayoristas a principios del 2023, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica. A menos, claro, que la Unión Europea (UE) se abra a excluir el gas del sistema de fijación de precios de la electricidad —algo que Alemania acepta estudiar— o a imponer un tope al precio del hidrocarburo, como se hace en España y Portugal (prácticamente no están conectadas a la red europea).

La tensión energética podría ir a más, porque algunas comercializadoras están rompiendo contratos con eléctricas europeas alegando que no disponen de stock de gas natural licuado (GNL). Quieren aprovechar la vorágine alcista para venderlo al mejor postor, según reveló esta semana Jornal de Negócios, donde apuntan que los productores de países como Nigeria o Trinidad y Tobago han subido hasta 10 veces las tarifas que exigen por un envío. Y pueden hacerlo, en buena medida, por el caos en la demanda, muestra del deficiente mando en política energética de la UE, donde la opción de las compras conjuntas para abaratar precios brilla por su ausencia.

Aprovechando el caos en la UE, el Gobierno ruso ha tratado de añadir mayor presión al sugerir que subirán hasta un 43 % el precio del gas que sigue exportando a Europa. Lo hizo el subjefe del Consejo de Seguridad y expresidente de Rusia, Dmitri Medvédev, quien este domingo pronosticó que el precio de los 1.000 metros cúbicos de gas podría subir de los 3.500 a los 5.000 euros a finales de año: «Debido al aumento de los precios del gas hasta los 3.500 euros por cada mil metros cúbicos, me veo obligado a revisar al alza el coste previsto hasta los 5.000 euros para finales del 2022», escribió en su canal de Telegram, según recoge Efe. 

El anuncio fue acompañado de un mensaje de provocación para las cancillerías europeas: «Con los mejores deseos». La frase viene acompañada de un hombre barbudo, de gran parecido con Rasputin, con una vela en la mano delante de dos torres petrolíferas.

Con el alza de los precios y la dependencia energética de la UE, la factura se ha disparado. Las sanciones tampoco están surtiendo gran efecto porque el bloque importa menos gas ruso, pero paga mucho más por él. De hecho, la Unión está gastando unos 13.900 millones de euros al mes para importar carbón, petróleo y gas del país del este, frente a los 7.330 millones que pagaba de media hace un año

A su vez, Medvédev ha acusado a los países europeos de ser «un canal de la política estadounidense» y de olvidar el «pragmatismo» de las últimas décadas, cuando la UE, y particularmente Alemania, compraban gas ruso mucho más barato.

«Si nos doblan los brazos, si nos prohíben los pagos o si se renuncia al suministro de las turbinas reparadas o al lanzamiento del (gasoducto) Nord Stream 2, entonces esa clase de suministros no alcanzarán los volúmenes que esperan los países occidentales», advirtió, antes de descartar que los envíos de GNL de Estados Unidos sean capaces de sustituir el gas ruso: «El gas de tubería es mucho más barato y el licuado es tremendamente caro».

Gas argelino

El pánico al racionamiento energético, avivado por el parón nuclear, ha tornado los ojos de los franceses hacia Argelia. La compañía semipública gala Engie trata de cerrar un acuerdo con el país norteafricano para aumentar en un 50 % el flujo de gas, según Efe. Para facilitar el pacto, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la consejera delegada de la empresa, Catherine McGregor, se reunieron esta semana en Alger con el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, su ministro de Energía y Sonatrach, la firma que explota gas y petróleo en el país.

El acercamiento francés vino precedido de la misma estrategia del Gobierno italiano, que logró pactar un aumento del 40 % en el suministro del hidrocarburo a través del gasoducto Transmed.

Esa táctica de estrechar lazos con países productores de gas contrasta con la vía escogida por el Gobierno español. La polémica a costa de su posición sobre el futuro del Sáhara está costando caro: las ventas de gas argelino se redujeron un 41 % en los primeros seis meses del año. Ese castigo ha forzado a España, paradójicamente, a comprar más gas ruso (3,2 %), según los datos de Enagás.

Plan de ayudas

Lo que no han podido evitar ni franceses ni italianos es que la factura eléctrica se dispare. El Gobierno de Mario Draghi tiene previsto aprobar un nuevo paquete de ayudas, que podría ascender a 8.000 millones de euros, para sobrellevar el invierno. Y quiere financiarlo con lo que recaude el Estado con el impuesto sobre los beneficios extraordinarios de las energéticas, un gravamen que el Gobierno francés ya no descarta incorporar: ««No cierro la puerta, pero creo que lo más eficaz es que bajen el precio al consumidor cuando tengan margen para ello», apostilló la primera ministra gala, Élisabeth Borne.