Aránzazu García: «Por tener sexo con tu pareja todos los días no eres un adicto»

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Aránzazu García, sexóloga
Aránzazu García, sexóloga M.MORALEJO

En solo un mes el Hospital Gregorio Marañón ha notado una amplia demanda de personas enganchadas al sexo, un dato que hay que leer con atención, según esta experta, que despeja todas las dudas sobre esta conducta: «El adicto solo busca desahogo»

02 sep 2022 . Actualizado a las 12:24 h.

Hace solo una semana saltaba la noticia de que desde su inauguración, hace solo un mes, el Centro Integral de Prevención e Investigación en Adicciones Comportamentales del Hospital Gregorio Marañón de Madrid había notado una amplísima demanda por adicción al sexo. Cerca de cincuenta personas se habían acercado a la unidad para tratarse, aunque no todas habían sido diagnosticadas como creían. Este dato significativo lo valora la sexóloga y psicóloga Aránzazu García, de la Clínica Vida, de Vigo, no porque ahora haya más casos sino porque hemos tomado conciencia de comportamientos que antes pasaban inadvertidos.

  

—¿En qué consiste la adicción al sexo?

—No quiere decir que te guste, significa que sin él estás mal, que lo necesitas de manera compulsiva, que no puedes pasar sin él. Te pones nervioso, irritable, de mal humor, no te controlas y no puedes dejar de pensar en eso. Antes se conocían solo las adicciones a sustancias, después se habló de la ludopatía y la adicción a las compras, porque como te gastabas el sueldo eran muy llamativas. Y a medida que hemos ido avanzando y afinando en la salud mental, ya consideramos otro tipo de adicciones a cosas que podrían ser sanas en otras dosis, como el deporte, el trabajo, el sexo, las redes sociales...

—Entonces, ¿un adicto al sexo no tiene por qué tener relaciones más veces?

—No. No todos los deportistas son adictos al deporte, pueden competir y dedicarle muchas horas y no tienen una adicción. ¿Cómo sabes que no la tienes? Si de pronto tu madre ingresa en el hospital durante diez días y tú no vas al gimnasio, pero estás centrado y no te angustias por eso, y sabes priorizar lo que es relevante, no eres un adicto. Con el sexo sería igual, puede gustarte, puedes tener una frecuencia sexual alta, pero si un día no puedes hacerlo, no te pones irritable, no pierdes el control y los papeles. Si eres capaz de controlarte sin presionar a tu pareja, entonces no eres un adicto.

—¿Pero un adicto no busca tener más relaciones sexuales?

—Está claro que una persona con adicción tiene relaciones frecuentemente, pero no es solo eso. No es la frecuencia, es la dependencia: no soy capaz de no tenerlas.

—¿No se conforma con masturbarse? ¿Con ver pornografía?

—No hay una línea delimitada. Los adictos al sexo probablemente lo sean también a la pornografía y normalmente hacen las dos cosas: intentan relaciones con su pareja y se masturban.

—¿Son más promiscuos? ¿Tienden a tener sexo fuera de la pareja estable?

—La adicción tiene que ver con otro orden de cosas. Un adicto al sexo tiene un problema de control comportamental, no controla su conducta. Igual que el obsesivo-compulsivo no puede evitar ordenar por talla las camisetas, o comprobar si ha cerrado la puerta varias veces, el adicto al sexo no es capaz de controlar su conducta, tiene una vida desorganizada. Pero probablemente acudan a la prostitución y echen horas viendo pornografía, no controlan...

—¿Cómo se dan cuenta de que están enganchados?

—Cuando empieza a generarles problemas en su vida, en sus relaciones, en la gestión de las actividades. Por ejemplo, si su pareja no quiere tener relaciones porque ella se quedó escocida del día anterior, a ellos no les importa. Si llegan tarde a algún sitio, les da igual, porque tienen que tener relaciones en ese momento... Si el contexto no es apropiado para tenerlas, les es indiferente... Se empieza a desordenar tu vida y no colocas el sexo en su lugar apropiado.

—¿Buscan el riesgo para hacerlo en lugares no apropiados?

—No siempre. Todas estas conductas lo que hacen es descargar esa pulsión de manera errónea. Imagínate: vengo muy frustrado del trabajo, y el modo que tengo de quitar esa sensación mala de encima es teniendo sexo. Normalmente de una manera más agresiva, enérgica y más violenta.

—¿Suele ser así?

—Sí. Es una conducta compulsiva, igual que el que está muy nervioso termina yendo a las máquinas tragaperras. No tienen control y esa conducta regula algún malestar. No se trata de tener relaciones en un sitio raro, sino que después de tenerlas, sienten que ya están desahogados, menos nerviosos...

—¿Cómo es el perfil del adicto?

—Es una persona que busca sensaciones fuertes y estímulos intensos en su vida, emocionalmente muy agitada, probablemente con ansiedad, varón, y puede que con otros problemas de comportamiento: abuso de alcohol los fines de semana, es una persona con escasa tolerancia a la frustración. Desde luego no es alguien sereno y tranquilo.

—¿Hay más adictos ahora que antes?

—No lo sabemos, porque antes no se medía. Yo sospecho que no, pero hace 30 años estas adicciones comportamentales no se tenían en cuenta.

—¿Tiene cura?

—Sí, sí. Las adicciones tienen cura, totalmente. Mira, nos hacemos adictos a aquello que nos produce un bienestar natural. Por ejemplo, a todo el mundo le gusta comprarse algo nuevo, nos pone de mejor humor. O cuando estás en un juego de apuestas y ganas, esa reacción de euforia se produce porque tu cerebro fabrica una sustancia. Asociamos ese bienestar a la conducta. Pero ir al gimnasio todos los días no es una adicción, tener relaciones con tu pareja todos los días no es una adicción...

—¿Si tienes relaciones todos los días no eres un adicto?

—Claro. La adicción empieza cuando tener relaciones es la manera de desestresarte, lo haces para quitarte el mal humor del trabajo, para poder dormir. Cuando es el único o el principal mecanismo de autorregulación.

—¿La mayoría de la gente que es adicta no sabe que lo es?

—No sabría qué responderte. No es fácil, porque los psicólogos solemos verlos cuando ya se ha identificado el problema. En general, tardan en darse cuenta.

—¿Suelen acudir a terapia acompañados de sus parejas?

—Sí, a mí me han venido algunos con pareja, pero sospecho que a las unidades de adicción van solos. No todos tienen pareja, muchos van a prostitutas. La adicción a la pornografía es otra. No creo que haya menos adicción a esta que al sexo, pero es menos problemática. En la adicción al sexo molestas a otra persona, en la de la pornografía no.

—¿La adicción a la pornografía siempre lleva asociada la masturbación?

—Sí, sí, ¿quién va a ver una página de pornografía sin masturbarse? Lo que les puede pasar es que estén tan acostumbrados a la pornografía que luego tengan problemas para tener relaciones normales porque el estímulo les parece poco intenso. Pero un adicto al sexo que además vea pornografía no tiene ningún problema en tenerlas.

—¿Cómo es ese sexo del adicto?

—Muy genital, muy directo, muy enérgico, no hay esa conexión afectiva con la persona. Lo que busca el adicto es esa sensación. Y el refuerzo que hace adictiva la relación sexual es la relajación de después.

—¿Tienen que eyacular sí o sí?

—Sí, porque no buscan la conexión con el otro, no buscan expresar afecto, ni la unión, ni la cercanía, ni la intimidad, solo buscan el placer genital y la descarga de una pulsión interna.

—¿Hay mujeres adictas?

—Es muy raro. Yo he tenido alguna que me decía que no podía salir de casa sin masturbarse en una determinada época. Pero siempre casos leves.

—La promiscuidad no tiene que ver con la adicción, entonces.

—No, no, no quiere decir inevitablemente adicción.

—¿Cuál es el camino a seguir para desengancharse?

—La terapia consiste en que el adicto se dé cuenta de cómo ese mecanismo le sirve para regularse, para quitarse el nerviosismo, la irritabilidad, la frustración... Primero tiene que identificar, y luego encontrar otros mecanismos más sanos y variados para equilibrarse: pasear, darse una ducha, hablar con un amigo...

—¿Se puede educar para que no suceda?

—Sí, eso se consigue educando en emociones, ayudando a los niños a identificar lo que sienten ante los problemas de la vida: vergüenza, miedo... y luego hay que entrenarse. Yo creo que se está haciendo. Solo con el hecho de que se reconozcan estas adicciones ya es un cambio respecto al siglo pasado.

FOTO: M. MORALEJO