Carlos III renueva la promesa de Isabel II para prestar «una vida de servicio» al Reino Unido en un discurso de dolor y agradecimiento

Pablo Medina MADRID/LA VOZ

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El expríncipe de Gales ha anunciado que su hijo Guillermo ha tomado el testigo de su antiguo título

09 sep 2022 . Actualizado a las 22:49 h.

«Me dirijo a vosotros con sentimiento de profunda tristeza. Durante años, la reina, mi madre, fue un ejemplo para mí y mi familia». Carlos III se comunicó por primera vez con el Reino Unido como monarca con un discurso cargado con tantos agradecimientos como pesares por el fallecimiento de su madre, la reina Isabel II, antes de que comenzara la misa en honor a la monarca en la catedral de San Pablo.

En un mensaje pregrabado para la nación británica, el ahora rey destacó el «amor, comprensión y ejemplo» que la difunta monarca dedicó a su país y a su familia. Apoyándose en la figura que encarnaba su madre, que parecía eterna, prometió continuar con «un servicio de por vida, que renuevo ahora». 

El ex príncipe de Gales recordó el primer discurso de la reina, en el que juraba prestar una vida de servicio fuese larga o corta, y destacó que «era más que una promesa, era un compromiso personal. Su dedicación a la soberanía nunca se agitó en tiempos de progreso, celebración y tristeza», remarcó. Carlos III también señaló la contribución de Isabel II a crear un Reino Unido que, a través del «amor a la tradición y al progreso» por el que encauzó la reina al país, «nos hizo grandes como nación».

«Cuando mi madre llegó al trono, el mundo lidiaba con las consecuencias de la 2ª Guerra Mundial. Hemos visto como el país se ha transformado. Pero a través de todos desafíos, nuestra nación ha prosperado y florecido. Nuestros valores han perdurado y deben perdurar. Los deberes de la monarquía también. Viváis donde viváis en el Reino Unido y sea cual sea vuestro fondo de creencias y pensamientos, os serviré con respeto y amor como he hecho toda mi vida», subrayó en su discurso el primogénito de la reina más longeva de Inglaterra.

Lazos familiares y afectos galeses

Carlos III dedicó parte de su primer discurso oficial como rey de Gran Bretaña a su familia. En primer lugar, se refirió a su esposa, Camila Parker, de la que dijo: «En reconocimiento de la lealtad de Camila, se convierte en mi reina consorte». Respecto a su hijo Guillermo, le concedió que «asume los títulos escoceses que tanto significaron para mí. Se convertirá en el duque de Cornualles».

También quiso referirse a su hijo a la par que a Gales, nación con la que tuvo estrecho vínculo por su educación, al anunciar que le confería el título que «con tanto orgullo he llevado», el de príncipe de dicha nación, a la par que enunció que continuarían «las conversaciones nacionales para devolver a los marginados al centro del debate».

Brevemente, quiso expresar «mi amor a Enrique y Meghan, que construyen su vida en ultramar juntos» para posteriormente recuperar un mensaje a su «mamá», que ahora descansa con su «papá». «Recordemos y crezcamos fuertes bajo la luz de su ejemplo», aseveró.

Más visiblemente emocionado, le dedicó una despedida celestial a Isabel II: «Y para mi querida madre, solo quiero decir esto: gracias. Gracias por tu amor y tu devoción a nuestra familia a la que has servido tan diligentemente en esta vida. Que legiones de ángeles canten en tu descanso».

Despedida de la cabeza de la Iglesia Anglicana

Posteriormente, en la catedral de San Pablo, ubicada en Londres, comenzó el oficio religioso en honor a la recientemente fallecida monarca y también cabeza de la Iglesia Anglicana, por quien sonaron himnos religiosos y nacionales. A ella acudieron tanto ciudadanos británicos como la primera ministra, Liz Truss; el líder de la oposición, Keir Starmer; y el alcalde de Londres, Sadiq Khan. Truss se encargó de realizar una de las lecturas de la ceremonia. Una carta del apóstol que da nombre al templo.

Durante el transcurso de la ceremonia, la obispa Sarah Mullally leyó un discurso en el que se destacó la gran fe de Isabel II. «Una vida vivida al servicio de los demás es una joya rara. Es una joya que Su Difunta Majestad la Reina lució como corona», comenzaba a orar.

«El sentido de vocación y llamado de Su Majestad no era algo que pudiera retomar y dejar de lado, estaba profundamente arraigado en su comprensión de sí misma», enunció la responsable del tributo, que también mencionó sobre la difunta monarca que «durante siete décadas, Su Majestad siguió siendo una constante notable en la vida de millones: un símbolo de unidad, fuerza, tolerancia y resiliencia. Ella ha sido el latido infalible del corazón de esta nación en tiempos de progreso, alegría y celebración», apostilló.

Hoy, la reina debía asistir a su jubileo de platino, cancelado previamente e imposible de atender con motivo de su fallecimiento, pero la obispa destacó que «Su Majestad tenía una fe cristiana notable, de la que había hablado cada vez más en los últimos años, refiriéndose a Jesucristo como su ancla y modelo a seguir».

A modo de tributo, la religiosa dijo: «No hay palabras que puedan abarcar cuánto le debemos a la Reina. La echaremos de menos profunda y enormemente. Mis oraciones están con la familia real en este momento, para que puedan saber en medio de su pérdida que debajo están los brazos eternos».

«Y en las palabras de Simeón, cuando después de una larga vida vivida en la fidelidad se encontró con Dios encarnado: 'Señor, ahora deja que tu siervo se vaya en paz, según tu palabra'», zanjó.