La Ordenatriz, influencer de limpieza: «Si pones una bolita de papel de aluminio en el lavavajillas, los cubiertos se quedan brillantes»

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Recibe más de mil consultas al día en su cuenta de Instagram. La Ordenatriz se ha convertido en un referente para los amantes de la limpieza y el orden. Lo mismo quita los roces del coche con un poco de laca que deja como nueva una olla quemada

12 sep 2022 . Actualizado a las 20:34 h.

A estas alturas deben de quedar pocas personas que no conozcan a La Ordenatriz, el alter ego de Bego en Instagram (@la_ordenatriz), el perfil que ha revolucionado el mundo de las tareas del hogar. En marzo del 2019 decidió abrir una cuenta para compartir los trucos de limpieza que iba descubriendo, y el éxito ha sido abrumador. «Me tiene alucinada, no me lo creo», dice Bego, que como madre de familia numerosa sabe muy bien cómo optimizar los quehaceres domésticos. Aunque responde personalmente a través de las redes, donde muestra el antes y el después de sus avances, y los de sus seguidores, que a estas alturas también le proporcionan contenido, acaba de reunir todos sus secretos en un libro, Limpieza, orden y felicidad.

—¿Nos confirmas que lo limpio y lo ordenado nos da más felicidad?

—Sí, concretamente da más paz. Si tenemos paz, no tenemos nervios, y si no tenemos nervios, no nos ponemos histéricos y estamos más felices.

—Del 1 al 10, ¿cómo dirías que está tu casa de limpia?

—Un cinquito… Ten en cuenta que tengo muchos hijos.

 —¿Hay mucha gente que tira, da o tapiza antes de enfrentarse a una mancha?

—Antes sí, pero ahora con los consejos o trucos que tengo en la cuenta de Instagram la gente se atreve más a limpiar y a decir: «Esto lo tengo perdido, voy a probar con este truco, si sale perfecto, es lo que me ahorro, y si no sale, pues ya está».

 —A través de tu cuenta de Instagram resuelves dudas, la gente te escribe con sus manchas…

—Sí, sí, yo abrí la cuenta para ayudarme a mí misma y de paso ir mostrando cosas que, si me ayudan a mí, pueden servir para el resto. Cuando vi que empezaba a tener éxito, dije: «Voy a seguir contestando porque hay gente que va corriendo, que no sabe bien cómo aplicarlo o que no está segura…». Yo veo Instagram como una red social, pero personal. Entiendo que hay una persona detrás igual que yo, y eso la gente lo agradece mucho. Intento contestar a todos, pero no llego, porque son muchas consultas al día…

 —¿Cuántas recibes?

—He llegado a contar mil. A lo mejor ahora más, no lo sé, ya no cuento.

 —¿Qué te preguntan?

—Lo que más, sobre manchas, pero también hay algunas más íntimas sobre cómo organizarse con el dinero o cómo no morir en el intento con dos hijos, otras de gente que trabaja y tiene vidas muy apretadas, de cómo deshacerse de cosas de un ser querido que acaba de fallecer o cómo trabajar el apego.

 —¿Qué mancha es la más consultada?

—Es muy estacional, en verano sobre crema solar, y ahora que está empezando el cole, la gente ya se está poniendo las pilas, y me llegan consultas sobre polos: «Son blancos, pero tienen el logotipo del colegio, ¿cómo se hace para quitarles las manchas?». Además de otras típicas, como «huele mal la lavadora», o sobre desteñidos…

 —¿Cuál es la más difícil de sacar?

—Una mancha que provoca la lejía, que es una decoloración, y eso salvo que se tiña la prenda no se puede quitar. Me está soplando mi marido que la espuma de poliuretano (esa que rellena los huecos de ventanas), pero eso también lo hemos conseguido con insecticida y con laca.

 —¿Alguna que se te haya resistido?

—Sí, sí. Con una de maquillaje insistí lo que no está escrito. Me daba pena porque la prenda era nueva y dije: «Yo esto lo saco». Si no la lavé 15 veces con todos los trucos que me sabía… Al final lo saqué, me costó un montón.

 —¿Con qué?

—Con todo lo que yo digo, pero insistiendo mucho: agua micelar, aclarar, alcohol, aclarar, también bicarbonato, agua oxigenada, media hora y a lavar (nada de sol) , sumergir en percarbonato y agua caliente y escamas, dos horas y lavar… Fue saliendo poco a poco.

 —¿De dónde sacas los trucos? ¿Prueba-error, tus seguidores, tu familia?

—De mi familia no, de hecho alucinan, siempre me dicen: «¿Pero tú por qué sabes tanto?». Yo creo que lo tenía ahí acumulado sin saber que sabía tanto. También es verdad que cuando uno está focalizado en las manchas y va entendiendo el funcionamiento, va comprendiendo cómo se «desmancha». Y también ensayo-error. Recuerdo que lo primero que me cargué fue una falda, porque le puse bicarbonato y vinagre, y decoloré completamente.

 —Dices en el libro que hay que valorar coste-riesgo, que no es quitar la mancha por encima de todo.

—Efectivamente, hay que valorar. No es lo mismo limpiar un sofá del que no nos queremos deshacer porque nos costó mil euros que una camiseta de tres. Que no te vaya a costar más el bollo que el coscorrón.

 —Casi siempre, aunque hay excepciones, la rapidez es clave.

—Sí, justo. Si no queremos lavar podemos actuar con polvos de talco. Por ejemplo, la salsa de unos mejillones en escabeche, que es aceite y color, si le ponemos polvos de talco y en tres días cepillamos, no hay que lavar. Así nos aseguramos que salga a la primera, y si le empezamos a echar cosas, tipo la mancha de maquillaje, igual hay que insistir, insistir e insistir.

 —¿Hay algunas manchas que es mejor dejarlas reposar?

—Las manchas del horno de un pollo asado es mejor dejarlas enfriar. O un pegamento, es mejor que endurezca.

 —¿Qué diferencia hay entre quitar una mancha de aceite con polvos de talco o con un quitagrasas comercial?

—Con polvos de talco no lavas, se absorbe, pero es lento, hay que dejarlo mínimo tres días, y luego cepillar. Con el quitagrasas comercial igual deja un cerco inservible…

 —Hay que ver el partido que le sacas a la laca… Vale tanto para los rayazos del coche como para limpiar superficies engomadas.

—O desteñidos. Es uno de básicos, la uso mucho, y esto sí que ha sido prueba-ensayo-error. Ir viendo, y seguidores que me iban diciendo: «También funciona para esto». Y a mí pues no se me había ocurrido, porque al final no tengo tantos desastres que arreglar y que probar.

 —Y a la hora de tener productos, ¿eres más partidaria de tener pocos y que funcionen o una gran variedad?

—Es mejor tener pocos pero saber utilizarlos. Lo agradeceremos en orden, y al tener poco, sabemos lo que tenemos, es decir, utilizamos todo. Imagínate un cajón desastre para productos de limpieza: '¿Este para qué servía?', 'este no lo he usado nunca'… Por un lado orden, y por otro, practicidad y economía.

 —¿Cuáles usas más a menudo?

—Yo uso tanto mis mezclas como marcas comerciales, que hay gente que se cree que casi no compro. Siempre hay que comprar un detergente a mano, de lavavajillas, de lavadora, para limpiar suelos y baños… Eso en plan comercial creo que todos lo tenemos que tener, y dentro de eso me gustan los productos neutros, porque al no ser ácidos no dañan los materiales. Hay mucha gente que tiene cosas de mármol, y no sabe que no puede utilizar ácidos, algo tan básico como el vinagre. Es una pena que se lo carguen, y es lo que yo trato de evitar. Y por otro, tengo mis mezclas.

 —El insecticida te da mucho juego.

—Me gusta menos porque al final es veneno, pero tiene un poder desincrustante que te mueres de bueno. Aquí yo valoro: por un lado no me emociona porque es veneno, y hay que hacerlo con mascarilla, aireando… pero me da mucha facilidad a la hora de quitar una mancha, por ejemplo, de pegamento.

 —Has popularizado una fórmula mágica para cosas que no se pueden lavar en la lavadora. Quedan pocos españoles que no la conozcan…

—Yo la he hecho famosa, la he perfeccionado, porque la chica que la inventó hablaba de dos cucharadas de jabón, y a mí me parecía demasiado, deja mucho cerco. Lleva medio litro de agua caliente, dos cucharitas de jabón en escamas y media taza tamaño café de amoníaco.

 —Descúbrenos un truco….

—Para dejar brillantes los cubiertos, cuando están rayados, hay que meter una bolita de papel de aluminio en el lavavajillas. Uno que no he puesto todavía, y que en breve subiré a redes, para blanquear los plásticos amarillos, la zona de la persiana, que suele ser un plástico blanco que amarillea con el tiempo, o el del aire acondicionado… Esos plásticos recuperan el blanco con crema de agua oxigenada de las peluquerías. Se pone y se forra con papel film transparente, se deja 24 horas, si le puede dar el sol, mejor todavía. Cuando lo quitas, queda más blanco, y a veces, repitiendo queda más blanco todavía. Llega un punto que no blanquea más, pero por lo menos se le va ese aspecto viejo, de descuidado.

 —¿Tú pruebas todo antes de recomendarlo?

—Sí, esa es la base de todo, si no lo pruebo, no lo pongo, porque no puedo asegurarlo. Lo pruebo yo, o también mis amigas, que si veo que tienen un problema, les digo: «Vete probando esto». Yo hago la asociación del producto y de la reacción, y voy probando, y los demás también me van diciendo.