Tinteros molestos, un trono sin actualizar y muchos novatos

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

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Los ex primeros ministros May, Major, Brown, Blair, Johnson y Cameron a su llegada al acto de proclamación de Carlos III.
Los ex primeros ministros May, Major, Brown, Blair, Johnson y Cameron a su llegada al acto de proclamación de Carlos III. POOL | REUTERS

El monarca estuvo acompañado en su proclamación por 200 invitados, destacando entre ellos todos los primeros ministros

11 sep 2022 . Actualizado a las 09:26 h.

La ceremonia que tuvo lugar en Londres, además de ser la confirmación de un cambio de época en el Reino Unido, dejó incontables detalles, parte del protocolo o no. Eventos como este retratan a la casa real británica, con toda su pompa, sus luces y sus sombras.

En primer lugar, parece que el Reino Unido con la pérdida de Isabel II quedase limitado a un país de novatos. La maestra de ceremonias del acto, Penny Mordaunt, que en los últimos meses compitió por el cargo de primera ministra y líder conservadora, estaba recién nombrada como presidenta del Consejo por la también nueva primera ministra, Liz Truss. Y es que los cambios tras Isabel II van a ser muchos, hasta el punto de que esta fue la primera proclamación real televisada de la historia. Todo se explica al recordar que la de Isabel se produjo en 1952.

No solo fue la proclamación de Carlos III. Junto a él ascendieron Camila, la reina consorte, y Guillermo, el nuevo príncipe heredero, que se descubrió como zurdo al firmar la proclamación de su padre. Es algo que hicieron los 200 invitados al acto, entre los que estaban todos los ex primeros ministros vivos: desde el recién salido Boris Jonhson, que empezó la semana como jefe de Gobierno bajo el reinado aun de Isabel II, hasta John Major, que sucedió en 1990 a Margaret Thatcher, pasando por Tony Blair, Gordon Brown, David Cameron y Theresa May.

Con la oficialización de la sucesión, Carlos no será solo el nuevo rey, también el nuevo líder de la Iglesia anglicana. Los cargos coinciden desde que en 1534 el rey Enrique VIII la crease, separándola de la católica. El rey Carlos coincide con su antepasado en que son los únicos reyes divorciados, algo que esta variante cristiana tolera en parte precisamente para que el ahora Carlos III se casase en su día con Camila.

Uno de los momentos más polémicos del evento lo protagonizó el propio Carlos III, que en el momento de firmar su ascenso al trono hizo un gesto a un asistente pidiendo que le retirase un tintero que le molestaba sobre la mesa. Fruto de los nervios, o no, este movimiento de su mano, junto a su expresión facial, evidenció una nota de altivez que no pasó inadvertida.

Fue una proclamación que pilló al Reino Unido por sorpresa, no hay más que ver el duelo en sus calles, a pesar de la edad que tenía Isabel II. Ha sido así hasta el punto de que Carlos fue proclamado ante un trono real en el que todavía se podía leer la inscripción «EIIR» (Elisabet II Regina, Isabel II Reina, en inglés y latín), en lugar de la que debería haber portado ya, «CIIIR» (Charles III Rex, Carlos III Rey). Por raro que parezca, el nuevo trono no estaba preparado.

Todos los cambios que acarrea la sucesión: juramentos, himno, monedas, sellos...

Con una sesión extraordinaria, los parlamentarios británicos han renovado ayer su juramento. Cuando lo hicieron ante la reina, con una fórmula de 1868 utilizada también ayer, ya contemplaron a sus herederos, pero han sido muchos los que decidieron mostrar su nueva lealtad, como la primera ministra Liz Truss, el líder laborista Keir Starmer o Iain Blackford, el portavoz nacionalista escocés.

También la ciudadanía se ve afectada por la renovación. Ayer la cambresa Sabela Cal contaba a La Voz que va a conseguir la nacionalidad británica mañana, tras once años en Londres, pero que ya no será ante Isabel II, «coa que che sacaban unha foto simbólica para pechar o trámite». El Gobierno le ha enviado un correo electrónico con instrucciones y un nuevo texto: «A foto, con Carlos, e o xuramento, ante el». Incluso tendrán cambios algunos profesionales, como los abogados, que pasan de denominarse consejeros «de la reina» a «del rey».

Por supuesto, el famoso Dios salve a la reina, himno nacional del Reino Unido, pasará a salvar al rey. Bandas como Queen o los Sex Pistols han hecho sus propias versiones que, lógicamente, seguirán contando con Isabel II.

Sobre el dinero en efectivo, el ente público que lo imprime en el Reino Unido estima que hay 29 millones de rostros de la reina en sendos billetes y monedas. Gradualmente pasarán a ser de Carlos III, ocurriendo lo mismo con los sellos, que irán perdiendo a la reina y ganando al rey.