¿Por qué rompen las parejas en verano?

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María Pedreda

Cuando las vacaciones son un infierno. Y no precisamente por las altas temperaturas. En esta época es cuando más rupturas hay y nada tiene que ver con un efecto contagio. Tres expertos nos explican los motivos que nos llevan a tomar esta drástica decisión justo después de las vacaciones

21 sep 2022 . Actualizado a las 18:13 h.

Todos los veranos pasa. Con la llegada de septiembre, las rupturas de parejas conocidas y no tan conocidas se multiplican hasta el punto de que hay quien piensa que se puede producir un efecto contagio. Nada más lejos de la realidad. Tiene una explicación mucho más lógica. Y sí, todos los expertos consultados coinciden en afirmar que en verano las relaciones se rompen más que en otra época del año. Sobre todo, las que están consolidadas. Te explicamos por qué.

«Hay parejas que no están bien y durante el año lo van llevando gracias a las rutinas, a que durante el día están ocupados y solo se ven por la noche, a que cada uno está pendiente de sus tareas y de lo que tiene que hacer, pero cuando llega el verano siempre hay más roce, hay más convivencia, nos salimos de las rutinas y hay más posibilidades de conflicto. Entonces no es el verano, es el tiempo de mayor convivencia el que agudiza esas desavenencias y que coincide con esta época», comenta la sexóloga Aránzazu García.

También es un error común dejar las esperanzas de la solución de los problemas para las vacaciones. «Seguro que ahora vamos a estar muy bien y a tener tiempo para nosotros y vamos a tener relaciones y todo va a ser perfecto. Pero llega el verano y no es así. Y es cuando ya lo ven claro o directamente toman la decisión», aclara García. Sobre este aspecto, las expectativas que se generan durante la época vacacional, también habla el sexólogo Juan Romero: «Van dirigidas a solucionar los conflictos que han tenido durante el invierno y generan muy altas expectativas de éxito. Ahí te das cuenta de que las cosas ya no eran como antes». Y mientras unos alimentan la esperanza, otros «aprovechan el verano para soltar todo lo que no han dicho durante el año». Todo eso hace que aumente «la frustración y la indefensión a la hora de buscar alternativas», en lugar de ir arreglando los problemas a medida que van surgiendo durante todo el año.

FAMILIA POLÍTICA

Para este experto el hecho de que se produzcan más conflictos en esta época del año se debe también a que hay un problema de base, y que «cambiar las rutinas y estar más tiempo con la familia hace que aumenten los problemas». Además de todos los factores anteriores, también apunta a un elemento distorsionador por sí mismo: compartir las vacaciones con la familia política. «No podemos decir que sea un error por sí mismo. Cada pareja es un mundo. Pero si la relación ya está tocada, si algo no va bien y planeas las vacaciones y las vas a compartir con la familia política, el fracaso está casi garantizado, porque necesitan un tiempo para ellos». Otros también intentan cubrir las vacaciones con mil actividades y eso puede acabar estresando a la otra parte y generando conflicto. Para Romero, la planificación del verano y de cómo se va a organizar el tiempo vacacional debería ser consensuado, «como todo».

DESEADO POR OTRO

Otro aspecto está relacionado con el hecho de sentirse atraídos por alguien externo a la relación. «Sentirse deseado por otra persona, si no lo percibes por tu pareja durante el resto del año, hace que empieces a ver otras cosas que, a lo mejor, no has tenido en cuenta y que te lleve a analizar si realmente vale la pena o no continuar. Y es verdad que en verano las estimulaciones de tipo sexual son más visibles que durante el invierno».

La psicóloga Teresa González también apunta a los cambios de rutina y el estilo de vida de las parejas en verano como el elemento desencadenante de las crisis. Pero incide en el hecho de que ya tiene que haber un problema de fondo: «É estraño que non tivésemos ningún problema e que, de súpeto, este verán comecemos a discutir como nunca antes o fixéramos. Unha relación non se rompe nun día nin en dous, nin probablemente en dous meses». Y habla de un concepto que se produce durante las vacaciones y que nos permite ver la situación en perspectiva. «No verán temos a posibilidade disto que falan os italianos do dolce far niente, o pracer de non facer nada, e grazas a iso o noso cerebro procesa información que durante o resto do ano non o fai. Imos para adiante coas nosas obrigas, pero non estamos nunha actitude de sopesar, de reflexionar a nosa vida, e o verán abre un pouco esa posibilidade», dice.

Y apunta también a una explicación climatológica: «É unha época que nos expande. Temos emocións máis relacionadas co feito de que todo é posible. Hai unha enerxía diferente. Como cando pensas que é de día ou de noite. Pois o inverno é un pouco a noite e o verán un pouco o día. O verán é propicio para que soltemos lastre. E en inverno, igual que os animais, conservamos máis e estamos gastando pouca enerxía para manternos en calor, mentres que no verán soltamos todo». Pero también biológica: «As decisións que se toman na parella pasan por cambios tamén na nosa bioquímica. As posibilidades que ti ves de saír adiante tamén teñen moito diso», en el sentido de que una ruptura implica una vida nueva y que te tienes que organizar económicamente, emocionalmente y también, con toda la parte logística.

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