El volcán en La Palma ha movilizado ya 535 millones en ayudas, pero queda aún mucha tarea por delante

Santiago Garrido Rial
Santiago Garrido LA VOZ EN LA PALMA

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La mayor parte del dinero se destina a las infraestructuras, al empleo y a afectados por la pérdida de sus propiedades. Los vulcanólogos Stavros Meletlidis y Enrique Alonso dicen que «la erupción acabó, pero el proceso magmático sigue»

18 sep 2022 . Actualizado a las 08:36 h.

El que fue un mar de lava y cenizas durante 85 días, iniciado tal día como mañana de hace un año y terminado el 13 de diciembre, es ahora un océano de cifras económicas que van cambiando casi a diario. Antes eran números de destrucción, ahora lo son de construcción.

El Tajogaite, nombre no de derecho, pero sí de hecho, dejó un rastro de 12 millones de metros cuadrados de lava, con un perímetro de casi 69 kilómetros, dentro del que residían 2.329 personas, aunque se evacuaron más de siete mil. Unas 1.700 edificaciones se vieron afectadas, más o menos la mitad casas de primera residencia. Muchas construcciones vacacionales, o menores, o auxiliares. También naves industriales, colegio, iglesia, multitud de negocios... Todo un barrio como Todoque desapareció. Y afectó a 73 kilómetros de carreteras y 370 hectáreas de cultivos, casi todo plátano (básico en la isla), pero también aguacate y vid. Un mar de pérdidas sobre todo en dos de los catorce municipios de la isla, El Paso (el central, mayor, y único sin mar) y Los Llanos, pero también en Tazacorte.

El último informe (de esta semana) de los Gobiernos de España y Canarias cifra en 535 millones las ayudas entregadas, y las desglosa al milímetro. Algunas no hace falta, se ven: la carretera sobre la lava de norte a sur, los numerosos accesos a viviendas aisladas. Las desaladoras para dar agua a los plataneros, infraestructuras hidráulicas, un nuevo embarcadero en La Bombilla, las ayudas al empleo (centenares de personas tienen contratos muy variados a unos 1.300 euros al mes) que, curiosamente, dejan con poco margen de contratos temporales a otros sectores, de la agricultura al comercio. Y múltiples intervenciones directas. La vivienda se lleva casi la mitad del total: compras, ayudas directas (las máximas por destrucción total son de 60.000 euros), alquileres, hoteles (casi 200 personas siguen en ellos).

Pero hay mucha letra pequeña. No hay casas ni pisos para vender o alquilar, y lo poco que hay, con el precio disparado. Algunos terrenos en El Paso cuestan ahora 90 euros el metro, y antes cuatro. No hay capacidad hotelera para la enorme demanda existente, ni coches. Puerto Naos, con más de cuatro mil plazas, sigue cerrado a cal y canto. Y existen además aspectos que se comentan en privado, pero no en público: casas pequeñas en las que residen muchas personas, acogimientos realizados por solidaridad y vecindad que, con los meses, van generando incomodidades o roces, o simplemente angustia por no ver una solución cercana de vivienda propia o con cierta libertad. La incertidumbre de saber qué pasará con terrenos y viviendas cubiertos de lava. El esfuerzo ha sido enorme por parte de todos, pero pasa ya un año y aún queda mucho por hacer. La Palma, al menos en su valle más fértil, ya nunca será la misma.

Enrique Alonso y Stavros Meletlidis con el volcán de La Palma al fondo.
Enrique Alonso y Stavros Meletlidis con el volcán de La Palma al fondo. Santiago Garrido

Los vulcanólogos Stavros Meletlidis y Enrique Alonso dicen que «la erupción acabó, pero el proceso magmático sigue»  

Stavros Meletlidis y Enrique Alonso son vulcanólogos del Instituto Geográfico Nacional que vivieron y analizaron, desde el primer día, toda la incidencia del proceso. Estos días han estado de nuevo en la isla, a la que ayer sábado llegaba su compañera Alicia Felpeto Riel, lucense que vivió muchos años en A Coruña. Hace un año, y durante los meses sucesivos, fueron constantemente reclamados para tratar de entender el complejo mecanismo volcánico, explicaciones que siguen siendo necesarias cuando, como no hace tanto, se van extendiendo bulos que calan en cierta capa de la población como el de la supuesta reactivación próxima.

«El volcán, como tal, en superficie, está terminado. Se acabó el 13 de diciembre en superficie. Pero el proceso magmático, en profundidad, sigue, y eso se aprecia en la sismicidad, y también en la emisión de gases en determinados puntos». Dicho de otro modo, el magma se va estabilizando, reajustando o acomodando. Se está viendo en La Palma, aún en una fase muy temprana, y también en otros lugares, es algo que además puede durar bastante tiempo.

Con todo eso, los expertos no aprecian nada raro o fuera de lo previsible. Sí se ven fumarolas, sobre todo por las mañanas, saliendo de alguno de sus cráteres o de las fracturas creadas en ellos: son vapores fruto de filtraciones de agua que inciden en el cuerpo magmático a poca profundidad, y de los gases. Y que, desde luego, llaman la atención incluso a cierta distancia.

Ocurre que, a raíz de determinados comunicados en los que se empleó la palabra reactivación saltaron algunas alarmas. Stavros señala que lo correcto es que «no se descarta una futura reactivación», o no se puede descartar. Es algo impredecible. Pero «ahora mismo no hay parámetros que indiquen una reactivación a corto plazo», enfatiza. No ha habido ningún tipo de alertas, ni llamadas o avisos de alguien que haya notado algo para poder investigar, solo se han producido algunos episodios que han calado, pero en sentido de generar miedo. Un caso reciente fue el vallado de un matadero, el de El Paso, relativamente cerca del volcán, y algunos lo atribuyeron a prevención por supuestos movimientos volcánicos. En realidad, se hizo para una carrera ciclista. 

Los científicos indican, además, que una reactivación puede ser un cambio de un parámetro, «pero eso no implica erupción». Porque, de hecho, «no es rara una reactivación del sistema en profundidad. Ocurrió en El Hierro, con varios episodios, sin erupción. Cuando la palabra reactivación se saca de contexto se genera un escenario de terror, sobre todo entre la gente más sensible», explican.

Por cierto que ya está habiendo excursiones a las proximidades del cráter, bajo un estricto control de cantidad y medición de gases. No hay riesgos, salvo que se acerque uno por libre, y sufra irritaciones en los peores casos, pero dependerá además de las condiciones de cada día.