Un año de la erupción: El volcán dejó sin casa a muchos animales, que algunos no recuperaron, y a otros les salvó la vida

Santiago Garrido Rial
Santiago Garrido LA VOZ EN LA PALMA

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Nayra Pérez cuida del perro Calcetines en un centro de acogida.
Nayra Pérez cuida del perro Calcetines en un centro de acogida. SANTIAGO GARRIDO

Naira Pérez afirma que ha sido un año intenso. Por sus manos y las de sus compañeros pasaron centenares de animales

21 sep 2022 . Actualizado a las 13:37 h.

El volcán de La Palma ha generado una ingente sucesión de historias personales, la mayor parte dramáticas. Pero también hay episodios de animales (en su mayor parte, mascotas), que con frecuencia quedan en el olvido.

Calcetines es el nombre de un perro que no para de ladrar. Hace casi un año fue rescatado en El Remo (Los Llanos), un enclave célebre por su playa. En estos doce meses ha visto como en su lugar de acogida han pasado muchos animales, desde canes (la gran mayoría) a gallinas, entre otros. Todos se iban marchando, ya fuese porque sus dueños conseguían casa tras haber perdido la que tenían (o podían regresar a ella tras el fin de las zonas de exclusión), o porque quienes temporalmente los acogían decidían, de acuerdo con sus propietarios, quedarse con ellos definitivamente. Pero Calcetines y otro más (que es su padre) siguen en el mismo sitio. Eso sí, separados, ya que no se llevan muy bien. Y los dos son muy ladradores y seguramente, por la actitud ante el desconocido, no poco mordedores. Al menos el dueño sí los visita regularmente, pese a que no tenga aún un lugar al que llevarlos.

Estos dos perros son los últimos del volcán que quedan en un centro de acogida de una empresa de El Paso que, a mayores de su trabajo diario, ha cedido sus instalaciones para dar cobijo a los animales sin hogar, gracias a la labor de varios voluntarios. Entre ellos, Naira Pérez, voluntaria, licenciada en Derecho que, además de su constante actividad solidaria, ha logrado aprobar los primeros exámenes de una muy dura oposición. Ha sido un año intenso, explica. Por sus manos y las de sus compañeros pasaron centenares de animales. Fue un refugio para muchos, pero curiosamente un escape para otros, que vivían en malas condiciones. Y teme que hayan muerto, sin rescate, cerca de dos mil.