Manuel Blanes: «La muerte de uno de mis trabajadores me hizo abandonarlo todo para hacerme monje budista»

Virginia Madrid

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Carlos Ruiz B.k.

De director de seguridad a referente del budismo. Hoy el maestro Lobsang Zopa, acaba de publicar un libro donde narra su radical cambio de vida

06 nov 2022 . Actualizado a las 10:18 h.

Hay un antes y un después en la vida de Manuel Blanes (Granada, 1956) hoy, el maestro Lobsang Zopa, desde que decidió romper con su vida convencional para hacerse monje budista. Una intensa experiencia personal, «escrita desde el corazón», que ha compartido en el libro Silencia tu mente, enciende tu corazón (Planeta). El maestro Lobsang Zopa se encuentra en Madrid y nos recibe con una gran sonrisa y «un gracias por estar aquí». Viste vaqueros negros, camisa de lino blanco y zapatillas deportivas blancas (hace ya dos años que abandonó la vida en el monasterio). Impresiona su presencia. Habla despacio, pensando cada respuesta y mira a los ojos tras cada afirmación. «Yo creía que era feliz, porque tenía todo aquello para lo que nos educan desde pequeños. Tener, tener y tener: un coche de alta gama, el último móvil, una casa maravillosa, ropa de marca. Buscaba la felicidad fuera, en las cosas materiales. Por eso, la sensación de alegría era pasajera y siempre ansiaba más y me frustraba. Fue en el monasterio, durante mi formación, donde uno de mis maestros, me enseñó que la felicidad reside en nuestro interior, en esa sensación de bienestar y de realización interna que impregna cada momento de la vida», asegura con firmeza.

Y, ¿qué te sucedió para que de la noche a la mañana decidieses cambiar el destino de tu vida? Le pregunto. «No me hice monje de un día para otro», afirma. «Mi historia arranca allá por el 2005. Tenía una carrera consolidada como arquitecto técnico, mi empresa generaba grandes beneficios y ganaba mucho dinero. A nivel personal, tenía una familia estupenda. Me casé con la mujer de mi vida y tenía dos hijos maravillosos. Me sentía orgulloso de mis logros, querido y respetado. ¡Había triunfado y me sentía feliz! ¿Qué más podía pedirle a la vida?», explica. Sin embargo, aquel año, su vida dio un giro de 180 grados y todo se precipitó. Por aquella época, Manuel Blanes trabajaba como director de seguridad de una gran obra de viviendas en su ciudad natal, Granada: «Una mañana, recibí una llamada del jefe de la obra en la que me comunicaba que había habido un accidente en una plataforma y que había fallecido uno de mis trabajadores. El primer instante fue de incredulidad. Pensé que era una pesadilla de la que me despertaría y todo volvería a la normalidad, pero cuando descubrí a aquel hombre en el suelo sin vida, todo se desmoronó», relata con emoción.

Las horas siguientes al accidente fueron muy intensas y de mucha reflexión para Manuel Blanes: «Aquel suceso tan dramático me hizo pensar mucho sobre cómo había sido mi vida hasta entonces y cómo me gustaría que fuese el tiempo que me quedaba por vivir. Los interrogantes se agolpaban en mi mente uno detrás de otro: ¿cuál es el verdadero sentido de la vida? ¿Cuántos momentos de tranquilidad reales he vivido a lo largo de estos años?». Y en la playa, solo, «escuchándome a mí mismo desde el corazón» y observando el horizonte, aquel hombre asustado y roto, empezó encontrar un poco de serenidad ante tanto dolor: «Le di vueltas al pasado y al futuro, y me di cuenta de que ya nada sería igual en adelante, porque aquel triste suceso me había hecho replantearme el sentido de la vida». A sus 48 años se dio cuenta de que todo aquello que daba solidez a su existencia no existía realmente: «Descubrí que las cosas pueden durar menos que una gota de rocío ante los primeros rayos de sol», asegura. Por este motivo, decidió romper con su pasado y convertirse en monje budista. Sin embargo, para abrazar el budismo Manuel Blanes tuvo que dejar todo atrás, incluida su familia: «Mis hijos conocían mi forma de ser y me han apoyado siempre. A mi madre y mi padre les afectó mucho más mi decisión, y algunos amigos pensaron que me había vuelto loco. Con el tiempo, lo aceptaron con una emocionante generosidad», cuenta.

14 años en el monasterio

En el momento en el que comenzó a sentirse en calma y en paz, arrancó una nueva etapa para él. «Yo ya había estudiado de manera autodidacta sobre la conciencia durante muchos años y practicaba la meditación zen en casa cuando trabajaba como arquitecto. Pero me transformé del todo, en quien soy hoy, el maestro Lobsang Zopa, gracias al aprendizaje que me aportaron los grandes sabios y bondadosos lamas durante los 14 años que pasé en el monasterio de Nalanda».

Fueron años intensos dedicados por completo al estudio para realizar su formación como monje budista: «Tras trabajar durante una primera etapa, acarreando leña como voluntario en el centro de retiros de O Sel Lingn, en Granada, ingresé en el monasterio de Nalanda, situado en Francia, donde comencé mi formación como monje con mi primer maestro Gueshe Lobsang. Estudié filosofía, psicología, metafísica, lógica y tantra a través de los textos fundamentales del budismo tibetano». También estuvo algún tiempo en Katmandú (Nepal), Dharamsala (la India) y Bendigo (Australia) realizando retiros espirituales y recibiendo las enseñanzas de maestros como el dalái lama y Lama Zopa Rinpoché, entre otros. Y fue en el 2010 cuando recibió la ordenación completa como monje de la mano del dalái lama en Dharamsala, en la India: «Mi vida, por fin, cobró sentido. Me sentía un hombre afortunado». El viaje había terminado. Atrás quedó la vida convencional de Manuel Blanes para dejar paso al maestro Lobsang Zopa, que hoy vive en Granada, ya fuera del monasterio desde hace dos años: «No echo nada de menos de mi vida anterior, conservo los recuerdos y mi cuerpo físico, pero mi mente es otra. Soy plenamente feliz, porque disfruto de cada instante, de cada momento».

En la actualidad, el maestro Lobsang Zopa, todo un referente del budismo internacional, se dedica a impartir cursos de mindfulness y retiros espirituales: «No somos conscientes de que cada instante es único e irrepetible y cuando este se desvanezca, ya nunca más regresará. Por eso, debemos aprovechar la vida al máximo siendo felices, ya que es nuestro mayor regalo», asegura.

Y, ¿cómo podemos aprender a vivir en plenitud? ¿Por dónde empezamos? «El punto de partida es dirigir la mirada hacia nuestro interior, así comenzaremos nuestra transformación personal. Después, es importante hacerse preguntas y llenar el viaje vital de propósitos, siempre con una sonrisa y desde la amabilidad (hacia nosotros y hacia los demás), cultivando acciones positivas (acuérdate del karma), valorando el silencio y creando espacios de calma, cuidando tu cuerpo y tu mente (a través de la meditación) y aceptando tus cicatrices». Una última pregunta, maestro Zopa: «¡Claro! Adelante», me responde. ¿Cuál cree que es el principal error que cometemos y que nos impide tener bienestar? «Vivir tan deprisa y siempre alejados de nuestras sensaciones corporales, rechazando las emociones dolorosas no nos hace ningún bien. El cambio en tu vida comenzará el día que te dediques cinco minutos a meditar, simplemente observando tu respiración. Ese día habrás iniciado el camino de la transformación y tu vida irá a mejor. Seguro».