Sara García, astronauta: «A Marte no irá ninguno de nuestra generación, pero sí me veo en la Luna»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

Laura M. LombardíaCNIO

La investigadora del CNIO fue seleccionada  por la Agencia Espacial Europea entre 22.500 candidaturas y se convierte, junto a Pablo Álvarez, en la primera española en acceder a esta plaza desde hace 30 años. El último fue Pedro Duque

02 dic 2022 . Actualizado a las 21:14 h.

Sara García Alonso (León, 1989) es una soñadora con los pies en la tierra. De pequeña fantaseaba con ser astronauta, pero lo veía como algo imposible. Así que estudió Biotecnología y se centró en la investigación contra el cáncer, su otra gran pasión, en la que trabaja en el CNIO en el equipo de Mariano Barbacid, donde lidera un proyecto para el descubrimiento de fármacos contra los tumores de pulmón y páncreas. Hasta que una oferta de la Agencia Europea (ESA) para buscar astronautas se cruzó en su camino. ¿Y por qué no?, se preguntó, pero le seguía pareciendo igualmente inalcanzable. Se presentaban 22.523 candidatos para solo 17 puestos. Sin embargo, logró lo imposible y, junto también al leonés Pablo Álvarez, se han convertido en los dos primeros astronautas españoles en 30 años, aunque en su caso estará de reserva. Escuchándola se entiende fácilmente por qué lo ha conseguido. Irradia entusiasmo en cada palabra y una vitalidad a prueba de cualquier reto. Su próximo desafío será viajar a la Luna.

—¿Sigue todavía en la nube?

—Un poco la verdad, está siendo todo tan loco y tan abrumador que sí sigo un poco en las nubes.

—Vamos, que aún no se lo cree.

—No sé si podré acostumbrarme alguna vez a esto. La verdad es que todavía no me lo acabo de creer por el cambio tan grande que ha sido y porque era como un sueño casi inalcanzable. Que se haya hecho realidad parece demasiado bonito como para ser cierto. Pero estoy disfrutándolo cada segundo.

—Leí que a diferencia de su compañero, Pablo Álvarez, usted no soñaba con ser astronauta de pequeña, pero por lo que me dice no parece que sea así.

—Sí que soñaba con ello de niña, pero me parecía como demasiado poco realista como opción de futuro. Aparte tampoco tenía muy claro qué pasos había que dar para convertirse en astronauta. Yo creo que ahora mismo casi nadie lo sabe en realidad. ¿Cómo te convierte en astronauta?, ¿qué tienes que hacer?, ¿qué tienes que estudiar? Entonces, como lo veía más una fantasía que una opción real, digamos que lo aparqué un poco. Fue a raíz de ver que se publicaban ofertas de trabajo para contratar astronautas de la Agencia Espacial Europea cuando me lo planteé de nuevo. Lo único que son ofertas que salen con muy poca frecuencia. La anterior salió en el 2008. Hemos tenido que esperar hasta 2021. Entonces la vi, leí la descripción del puesto, lo que ellos buscaban, los requisitos y me di cuenta de que cumplía prácticamente todos los requisitos y que las características del perfil que ellos buscaban se adaptaban bastante bien a lo que yo tenía. Y la descripción del puesto me enamoró, era todavía mejor de lo que había soñado de niña y por eso me animé a presentarse.

—Usted es biotecnóloga. ¿Pensó que tendría posibilidades ante ingenieros y pilotos?

—Es así. De hecho al principio pensaba que solo podría acceder o siendo piloto o ingeniero aeroespacial. Pero para nada, cualquier persona que tenga una carrera de ciencias puede optar al puesto, porque realmente en el proceso de selección para astronautas lo que ellos buscan es un potencial. Que tengas ciertos conocimientos, por supuesto, cierto desempeño profesional, ciertas capacidades cognitivas e intelectuales y un perfil psicológico. Pero a ser astronauta te enseñarán. Ahora es cuando empezamos. Estamos en la casilla de salida y es cuando tenemos que empezar la escuela de astronautas.

—¿Las pruebas fueron tan duras como se ha contado?

—Sí. Fueron muy duras. Fueron 18 meses de proceso de selección con fases diferentes y cada una de ellas con todo tipo de pruebas muy diferentes. Por eso también cuando me presenté en el proceso lo hice controlando las expectativas, pensando que las posibilidades de lograrlo eran prácticamente nulas. Entonces yo lo que quería era disfrutar del proceso, tomármelo como una nueva experiencia en la que estaba segura que iba a aprender. Y, simplemente, solo por la gente tan excepcional que conocí ya habría merecido la pena. La selección supone un desafío personal en el que te acabas conociendo mejor a ti misma. Pero nunca pensé que llegaría hasta el final, por eso digo que todavía no me lo creo porque es un sueño cumplido.

—Dice que ahora empieza la escuela de astronauta. ¿Cuándo les llamarán?

—Hay dos tipos de astronautas. Y los que se van a formar primero son los son los cinco de carrera, entre ellos Pablo Álvarez, que van a empezar el 1 de abril en el Centro de Astronautas de Colonia. Son a los que la Agencia Espacial Europea puede garantizar que van a volar al espacio, porque no hay tantas oportunidades de vuelo como nos gustaría. Los once que nos hemos quedado en el cuerpo de reserva empezaremos la formación a medida que vayan surgiendo oportunidades de vuelo y se nos asigne una misión. Mientras tanto, tenemos un contacto anual con la agencia manteniendo las pruebas médicas, la formación básica y luego haciendo otro tipo de tareas para la agencia, desde pequeños experimentos, pequeñas misiones o labores de divulgación.

—Son los primeros astronautas en 30 años después de Pedro Duque, ¿les dio algún consejo?

—Sí, sí. Hemos estado en contacto con él. Nada más que nos nombraron nos escribió personalmente para darnos la enhorabuena y nos está dando consejos. Y claro nuestra vida ha cambiado. Éramos personas totalmente anónimas y privadas y ahora la gente tiene interés por nosotros. Entonces, Pedro Duque nos ha dado consejos de cómo lo vivió él y de cómo gestionarlo y también de cómo hacer nuestro trabajo. Es y siempre ha sido un gran referente para nosotros y ahora un colega y una muy buena ayuda.

—Usted está de reserva. ¿Significa que le darán una misión cuando encuentren algo relacionado con su perfil, más de investigación?

—En principio yo creo que si surge una misión más relacionada con mi perfil, me elegirán a mi. Pero no tiene porque ser así necesariamente ni creo que sea lo más determinante. Probablemente tenga más que ver con un interés de los estados miembros de la ESA. Por ejemplo, en una misión promovida desde España me utilizarían a mí, porque soy la astronauta de reserva.

—En el 2024 el hombre volverá a la Luna, pero luego más misiones para instalar una base en el satélite para preparar la expedición a Marte. ¿Se ve viajando a la Luna o a Marte?

—En Marte no veo a nadie de nuestra generación. Serán las venideras las que se planteen viajes tripulados a Marte, porque de entrada tenemos que conseguir que lleguen los robots y la tecnología que hay que desarrollar para ello es tremendamente compleja y supone un desafío extremo. A Marte, lamentablemente, no creo que vaya, aunque sí me encantaría. A la Luna sí. De hecho, la Agencia Espacial Europea ya tiene reservados tres puestos para europeos, aunque las primeras misiones las harán los astronautas de la NASA. Es verdad que los astronautas que vayan a las misiones a la Luna tienen que tener experiencia previa en el espacio, porque no van a mandar a un novato. Pero sí confío en ir, porque ahora empieza una nueva era espacial y van a surgir múltiples oportunidades de vuelo. Además, los viajes a la Luna se desea que sean algo recurrente y que haya una presencia sostenible de humanos en el satélite gracias a la estación espacial Gateway, que va a estar orbitando, y a toda la utilización de recursos que se pretende hacer en la luna. Soy muy optimista y creo que en el futuro tanto Pablo como yo tendremos bastantes opciones de ir a la Luna. No será en un futuro inmediato, pero sí dentro de diez años..

—Usted investiga en nuevos fármacos contra el cáncer. ¿Qué desearía más, ir a la Luna o encontrar una cura para el cáncer?

—Es una pregunta difícil. Un poco egoístamente me gusta el desafío, porque quién no ha soñado con ir a la Luna. Pero lo que yo siempre he tenido claro desde muy, muy pequeñita es que mi objetivo vital es contribuir a la sociedad. Entonces elegiría aquella misión que vaya a aportar más al ser humano. Realmente creo que poder salvar la vida de pacientes es más importante. Si hiciera un descubrimiento científico que mejorase la vida de los pacientes acabaría eligiendo eso, probablemente.

—Usted es investigadora y el espacio ofrece grandes oportunidades. ¿Las futuras vacunas o el tratamiento del cáncer podrían venir de la investigación espacial?

—Podrían, sí. Porque de verdad que se está haciendo ciencia fascinante en esta línea. Cada vez que me entero de los proyectos que se están lanzando a la Estación Espacial Internacional es que son ciencia de primerísima calidad, con una gran cantidad de aplicaciones y que pueden acarrear unos descubrimientos científicos que realmente marquen la diferencia. Quizás alguno de ellos pueda suponer un cambio de paradigma en la salud humana.

—En el CNIO, usted trabaja en el descubrimiento de fármacos. ¿Cuéntenos su proyecto?

—Estamos haciendo grandes cosas en un proyecto de investigación muy bonito, que busca desarrollar nuevos fármacos para un tipo concreto de cáncer de pulmón y de cáncer de páncreas, que son los tumores que tienen mutaciones en KRAS. Este es el oncogén en el que Mariano Barbacid participó en su descubrimiento en los años 80, pero hasta el año pasado ni siquiera había un solo fármaco capaz de atacar este oncogén, cuando encima es el responsable de un cuarto de todos los tumores humanos. Es un problema sanitario realmente serio. Y lo que planteó el grupo del doctor Mariano Barbacid es que, dado que no podemos atacar al responsable, vamos a atacar a todos los que están por debajo, vamos al segundo de a bordo. Así se descubrió que una de estas proteínas, cuando las eliminabas en modelos de ratón, los cánceres se hacían más pequeños y se eliminaban los tumores. En esta línea, lo que estamos intentando es desarrollar un fármaco que consiga ese efecto. Y estamos avanzando bastante.

—Traban con un absoluto referente como es Mariano Barbacid. ¿Es su referente?

—Para mí, Mariano Barbacid siempre ha sido un grandísimo referente científico. Llevaba oyendo hablar de él como investigador desde que era niña, porque estuvo implicado en el descubrimiento de los primeros oncogenes y eso marcó todo lo que sabemos a día de hoy sobre el cáncer. Cuando inicié la investigación posdoctoral mi intención no era quedarme en España, pero me dije: ‘Voy a intentar con Mariano Barbacid. Si me dice que sí me quedo en España, y si no me voy fuera'. Y no pensaba ni que me contestaría, pero me contestó y me contrató. Y cómo decirle que no.

—¿Podrá compatibilizar su trabajo en el CNIO con lo de ser astronauta?

—Sí. Al menos voy a esforzarme y dar hasta mi última gota de energía por compatibilizar las dos funciones. El tipo de contrato que yo tengo con la agencia espacial es más bien de consultoría externa y sí que tendré que faltar una semana para las pruebas médicas y a lo mejor otra semana para la formación, aunque gran parte la podré hacer «online». Pero luego sí que tendré que hacer durante 20 o 30 días al año misiones pequeñas para la ESA, aunque también tengo vacaciones que puedo utilizar para este tipo de cosas. Mi idea es compatibilizar los dos trabajos, aunque si surge una misión sí que tendré que coger una excedencia, porque sería incompatible.

—¿Cómo se las apaña para hacer de todo?

—Con una muy eficiente y muy buena gestión del tiempo. Yo soy bastante rápida en general haciendo las cosas, pero también me gusta cuidar bastante de mi tiempo, aprovecharlo en cosas que me gustan. Es verdad que madrugo mucho y que lo primero que hago por las mañanas es entrenar, porque hago mucho deporte, y luego en el trabajo no me cuesta mantener la concentración durante muchas horas. Si estoy seis horas seguidas concentrada realmente puedo resolver una gran cantidad de problemas y luego tener más tiempo para otro tipo de actividades.

—¿Como cuáles?

—Me gusta probar muchas cosas, porque aprendo de todo lo que hago, hasta lo más nimio me reporta experiencias y lecciones. Yo intento sacar experiencias de todo lo que hago y de toda la gente que conozco. Y de aficiones practico todo tipo de deportes, crossfit, yoga o Krav Magá, que es un tipo de arte marcial… He practicado paracaidismo, submarinismo, me gusta experimentar. Pero luego también soy muy aficionada al croché, hago muñequitos, bufanda, ropa... También me encanta cocinar y soy bastante buena, porque me he preocupado siempre mucho por la nutrición deportiva y entonces sé cocinar de manera que todo sea muy sano. También soy muy aficionada a la música, pero como oyente. Me encanta asistir a todos los conciertos que puedo de música en directo. Y me encanta la cultura, siempre que puedo intento leer, ver películas y nutrirme del arte que hacen otros.

—Vamos, que es una apasionada de la vida.

—En realidad sí, porque soy muy entusiasta y casi todo me gusta y me aporta algo. Es cuestión de llenar nuestra mochila de experiencias y lecciones vitales.

—Usted y Pablo Álvarez son de León, tienen la misma edad y se han educado en la escuela pública. ¿Son la prueba de que se puede llegar a cualquier lado con la educación pública?

—Sí. Realmente sí. Al final aquí es verdad que hubo un primer filtro de currículo, pero más relacionado con tus experiencias, pero una vez entramos en el proceso éramos un número y daba igual cómo te llamaras, de dónde venías y dónde hubieras estudiado. Tú eres un número y tienes que pasar las pruebas igual que el resto y eso demuestra que no necesitas títulos de grandes universidades o algo que queda muy bien en el currículo. A lo mejor lo que necesitas es que la universidad pase por ti y que tú realmente aprendas y moldees un poco tu cerebro y tu forma de pensar, que en mi caso fue lo que me pasó con la universidad. Toda la gente que conocí, los profesores… intenté exprimir todo al máximo y que realmente eso me sirviera y contara para algo. Realmente he tenido una grandísima formación que no tiene nada que envidiar a otras universidades de mayor prestigio. En mi caso, no me quejo.