Copaternidad: la nueva forma de tener hijos sin que haya amor de por medio

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No quieren ser madres ni padres en solitario, ni son pareja entre ellos, pero desean traer niños al mundo. Son otro tipo de «familia» sin vínculo sexoafectivo, que generan dos personas que se conocen con el único fin de tener un hijo. ¿Cómo contactan?

22 ene 2023 . Actualizado a las 09:56 h.

Hay que ir con los tiempos y los tiempos hablan un nuevo lenguaje que incorpora realidades y términos que ni siquiera sabíamos que existían. Es el caso de coparentar. Un verbo que acoge en su definición a todas esas familias actuales que se han formado sin que medie el amor romántico. Es decir, se trata de personas que se ponen en contacto para traer hijos al mundo sin necesidad de que exista un vínculo sexoafectivo entre ellos. Son personas, en consecuencia, que deciden en libertad, de manera pragmática, pero muy reflexionada, ser padres, que, a su vez, han descartado la maternidad o la paternidad en solitario por diversas razones. Normalmente este proceso de copaternidad o coparentalidad se hace a través de una clínica de fertilidad, si bien antes de ese momento, tanto el futuro padre como la futura madre han debido formalizar un acuerdo con todas las garantías legales para que quede totalmente claro cómo se gestionará la vida de ese niño que va a nacer: dónde vivirá, si habrá una custodia compartida, con quién pasará las vacaciones de verano, de Navidad, etcétera. No es un proceso sencillo, pero desde luego requiere voluntad y, sobre todo, un tiempo mínimo para que esas dos personas se conozcan.

¿Pero dónde contactan ese padre y esa madre? ¿Cómo pueden llegar a establecer esa mínima relación que se necesita para saber que dos desean lo mismo?

Lullamate es una aplicación que han puesto en marcha Esther Peñalver y Fuensanta Megías para que se produzca ese encuentro. Diversos medios ya la han acuñado el «Tinder para tener hijos» y ellas no rechazan esa fórmula que resume a modo de eslogan lo que está en su ADN. Tal y como cuenta Fuensanta, la idea surgió de la necesidad personal de Esther, su socia, que cuando llegó a la treintena quería ser madre, pero en ese momento encontrar con quién no era tarea fácil. Además, ella no quería abordar la maternidad en solitario porque, en su opinión, a no ser que tengas una comunidad amplia de gente alrededor, no resulta una vía sencilla. Por eso se planteó disociar ambas ideas: una cosa era encontrar una pareja sentimental y otra muy distinta encontrar un padre para su futuro hijo.

EL RELOJ BIOLÓGICO

«En España hay alguna plataforma que pone a gente en contacto, pero no existe algo como Lullamate, que vaya tan al grano», explica Fuensanta, que reconoce que muchas mujeres sufren esa descompensación entre «el reloj biológico y el reloj sociológico». «A los veinte años es el mejor momento para tener un hijo, pero muy pocas a esa edad lo queremos o encontramos una pareja para cumplir nuestro deseo», explica. Con ese fin, ella y su socia crearon Lullamate para poner en contacto a personas que quieran ser padre o madre, ya sea a través de una relación romántica o bien sin ella. Porque lo que tienen claro es que «se pueden tener hijos sin ningún tipo de vínculo amoroso». «Nosotras —indica Fuensanta— hemos conseguido priorizar tener hijos, con independencia del modelo familiar que tú quieras, porque los modelos son muy diversos. A través de Lullamate tú puedes formar una pareja al uso, con pedida de mano y con boda por todo lo alto, o por el contrario, puedes buscar personas con el mismo estilo de vida al tuyo para que se conviertan en el futuro padre o madre de tu hijo sin que tengas ningún vínculo amoroso».

Fuensanta Megías y Esther Peñalver, fundadoras de Lullamate
Fuensanta Megías y Esther Peñalver, fundadoras de Lullamate

En Lullamate ellas hicieron previamente un trabajo de campo y constataron que cada vez más mujeres llegaban a los 30 o 40 sin una pareja formal con la que tener hijos cuando les asomaba ese deseo, y al tiempo se dieron cuenta de que muchas mujeres con más de 45 años confesaban que no habían tenido hijos por no haber encontrado en el camino una pareja estable para ello. Además, uno de cada dos hombres homosexuales reconocía que quería tener hijos, pero no lo hacía por las enormes barreras que existen para ellos.

Las dos se pusieron, entonces, manos a la obra y a partir de ese germen crearon una aplicación sencilla, que ya ha puesto en contacto a 4.000 personas desde el mes de octubre, tanto en España como en otros diez países de Europa y América Latina.

¿ERES LULLA O ERES MATE?

«Lullamate significa ‘compañeros de canción de cuna’ en inglés —indica Fuensanta—, y nada más entrar en la aplicación tú eliges si eres Lulla o eres Mate. Si eres Lulla, entonces estás buscando una pareja tradicional, es decir, buscas enamorarte y formar una familia clásica. En ese caso, estás orientado a una pareja en la que fructifique el amor para tener hijos. Pero si eres Mate, entonces buscas coparentar, esto es, compartir la crianza de tu hijo sin necesidad de que el amor romántico esté de por medio».

Para dar respuesta a esa pluralidad de relaciones y de futuras familias, en Lullamate tienen una base de datos enorme y en cuanto te registras te hacen un test en el que respondes a distintas cuestiones ‘imprescindibles’ para tu perfil sobre religión, educación, economía, estilo de vida, gustos... «Lo que la aplicación te devuelve son personas afines —señala Fuensanta—, de modo que esa afinidad se convierte en porcentajes. Así tú ves que tienes un 90?% de afinidad con determinada gente, un 75?% o un 100?%. En ese momento tú puedes entrar en esos perfiles y ver cómo son esos contactos, sus fotos, sus respuestas al test y a partir de ahí ya puedes empezar a chatear o hacer el contacto que tú quieras».

«Una conocida tuvo a su hijo con un chico gay que tenía pareja»

Siempre, por supuesto, con el fin de tener hijos. Por eso, huyen de una imagen de la app muy sexualizada, que muy al contrario, «está bastante dulcificada», especifica Fuensanta. «De hecho, recomendamos que la gente ponga sus fotos de niños para ver cómo podrían ser en un futuro sus hijos. Incluso se puede elegir un determinado ADN del otro: quiero a una persona rubia de ojos azules o de raza negra... El caso es coincidir en gustos», añade.

A partir de ahí, si las personas avanzan en ese proceso, lo normal es conocerse, porque evidentemente para tener hijos hay que tener una cierta relación afectiva. «Es como ese ideal de construir tu familia a través de amigos; en realidad hay amor, pero no es un amor romántico. Estos nuevos padres son mucho más que unos divorciados que se llevan bien, porque aquí no ha habido ningún tipo de relación sexoafectiva», apunta Fuensanta.

¿Conocéis algún caso? Cómo funcionan?, le pregunto. «Hemos conocido dos familias, así que nos han servido como germen para todo esto. Están felices. Una de ellas comparte su experiencia en nuestra web, es una pareja que ahora tiene un hijo de 4 años. La madre lo ha tenido con un chico que es gay y tiene su pareja. El padre tiene su vida amorosa con su chico, y ella la suya. Pero los dos están felices con su hijo en común». «Desde la pandemia ha crecido exponencialmente el uso de apps para conocer gente, hoy nadie se avergüenza de decir que usa Tinder, por ejemplo, o que ha conocido a su marido por este tipo de aplicaciones, y este es otro paso más. Se ha flexibilizado la forma de generar familias, son personas que lo hacen de una manera libre y madura en la que cada uno expone sus reglas», explica. «Al final son personas que funcionan como una familia de amigos, quieren compartir su tiempo, pero ponen sus límites también. El amor no lo aguanta todo», concluye Fuensanta, que deja claro que su objetivo es que la gente se conozca para tener hijos: «Nosotras a partir de ese contacto ya no intervenimos». En Lullamate hay ahora un porcentaje más elevado de hombres que de mujeres (54% frente al 46%), pero ella lo achaca a que, en general, los hombres son más partidarios del uso de este tipo de aplicaciones. «Te puede salir un loco, sí, pero como en cualquier otra parte. Es un acto de fe, pero tú ya vas conociendo a la persona, vas estrechando un vínculo, al final vas conociendo al otro», insiste, para finalizar: «Mucha gente valora de esta fórmula que es como tener un hijo pero seguir soltero, sigues haciendo tu vida, y te permite planificarte bien con la otra persona, si, por ejemplo, compartes tu hijo cada 15 días».

Frente a esta opción, Carmen Balaguer explica cómo funciona Copaternidad Barcelona. Su agencia ayuda a conocer a personas compatibles para iniciar el proceso de ser padres conjuntamente. Primero el usuario hace una entrevista inicial extensa de manera presencial para conocer al otro, aunque previamente desde la agencia ya les han hecho un cuestionario para saber aspectos básicos y ver la viabilidad de iniciar el programa. «Según el perfil —indica Carmen—, se le sugiere una persona que podría ser compatible. Si ambos están de acuerdo, se hace el primer encuentro. Que normalmente es a solas. Después comentamos telefónicamente la cita, y si los dos coinciden en tener un segundo encuentro, se les dan los teléfonos. A partir de ahí van quedando y conociéndose. El proceso es largo, alrededor de seis meses como mínimo, y nosotros pasamos cuestionarios en ese tiempo de diversos tipos, algunos que ayudan a conocerse, y otros más enfocados al proceso de ser padres».

Cuando las personas ya están decididas, se establece el acuerdo de coparentalidad previo a la gestación. Todo lo que han hablado se ordena en un documento donde consta cómo será el proceso: la clínica, la organización durante los primeros días y meses del bebé, el orden de los apellidos, la economía, la guardería, las bajas de maternidad y paternidad, cómo pasarán las Navidades, la relación con futuras parejas, etcétera. «Cuando haya nacido el bebé se puede hacer un convenio regulador de custodia compartida, y también los orientamos respecto a esto», añade Carmen, que especifica que en este proceso el siguiente paso es que intervengan asesores de crianza, psicopedagogos y psicólogos. «Nadie va a tener un hijo con alguien que no tenga muchísima confianza. Algunos de los que conozco hasta han decidido convivir juntos una temporada», apunta Carmen.

«En este nuevo modelo los padres no son desconocidos, al contrario, se conocen muy bien antes de dar el paso, y, como no hay un sentimiento amoroso de por medio, todo se habla racionalmente en beneficio del bebé. Hay imprevistos, claro, pero menos que con una pareja sentimental, con la que, por lo general, no se suelen hablar muchísimo estas cosas», concluye Carmen, que deja la puerta abierta a todos aquellos que deseen formalizar esta opción. Son otros tiempos.