El latido fetal conecta a Vox con los más ultras de Europa y Estados Unidos

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Manifestación el año pasado en Malta contra la legalización del aborto
Manifestación el año pasado en Malta contra la legalización del aborto DARRIN ZAMMIT LUPI | REUTERS

La propuesta de Castilla y León es calcada a la de Hungría y a la de los estados más conservadores de Estados Unidos

19 ene 2023 . Actualizado a las 11:57 h.

La propuesta de Vox en Castilla y León para que las mujeres que van a abortar escuchen el latido del feto bebe de una ya larga tradición de los grupos ultraconservadores de Europa, Estados Unidos y América Latina. Se trata de un elemento central en la estrategia de los partidos y las plataformas de extrema derecha que pretenden prohibir el aborto, porque dentro de su argumentario ese latido supone la vida que dicen defender. De hecho, antes de que el PP —que recibió una dura advertencia del Gobierno central— desautorizase a su socio, la medida fue aplaudida con entusiasmo por los autodenominados provida, dentro y fuera de las fronteras españolas.

No se trata desde luego de una idea original del vicepresidente castellano-leonés, Juan García-Gallardo. Tiene muchos referentes, aunque el más inmediato es un anuncio del Ministerio de Interior de Hungría del 12 de septiembre del año pasado que empezó a aplicarse tres días después. El Gobierno del ultraderechista Viktor Orbán lo denominó «guía de salud profesional sobre la determinación y clasificación de riesgo del embarazo vivo intrauterino» y atribuyó su autoría al Colegio Profesional de la Salud. «Las herramientas de diagnóstico más avanzadas permiten a las mujeres embarazadas recibir información sobre su hijo por nacer antes de que nazca. Según una investigación, casi dos tercios de los húngaros asocian el comienzo de la vida de un niño con el primer latido del corazón. Las palpitaciones del corazón se pueden detectar con dispositivos modernos ya en las primeras etapas del embarazo, por lo que las pautas profesionales recomiendan información más completa para las mujeres embarazadas», explicaba el Ejecutivo de Orbán en la nota con la que dio a conocer la medida.

García-Gallardo tampoco se ha esforzado excesivamente en ocultar su inspiración. De hecho, la reivindica de manera abierta. «Hungría, efectivamente, me gusta mucho porque ofrece alternativas, información y medidas en positivo para adoptar una decisión como esta con toda la información posible», dijo el vicepresidente del Gobierno de Castilla y León.

Sin embargo, como han publicado distintos medios locales, la redacción poco clara del decreto hace que, en realidad, muy pocos médicos húngaros estén aplicando estos protocolos, que según distintos especialistas lo que hacen es aumentar el nivel de estrés de la paciente, complicando la intervención e incrementando los riesgos.

A pesar de los retrocesos de los últimos años, que le han valido a Hungría distintas reprimendas por parte de la Unión Europea, el aborto sigue siendo legal en el país hasta la semana 12, e incluso hasta la 24 en determinados supuestos. No así en Polonia, donde las únicas excepciones son la violación o el riesgo para la salud de la madre. Tampoco en Malta, el único país de la UE que prohíbe el aborto, y menos en Estados Unidos, que está sumido en una clara tendencia regresiva y que es de donde vienen todos estos movimientos.

Ya en el 2019 estados como Luisiana, Kentucky, Ohio, Misisipi y Georgia aprobaron la ley del latido. En Iowa lo impidió un juez y en Misuri y Alabama prohibieron directamente el aborto. En aquel momento significaba poco porque la sentencia conocida como Roe vs Wade blindaba constitucionalmente la interrupción del embarazo en todo el país desde 1973. Sin embargo, los nombramientos de ultraconservadores para la Corte Suprema por parte de Trump sirvieron para revertir la norma y desatar el guirigay actual, con redes de tráfico de píldoras abortivas incluidas.

El latido fetal tiene su origen en la fusión de dos vasos sanguíneos del tejido embrionario, que se produce aproximadamente a los 20 días de la fecundación y da origen al tubo cardíaco. Entre la semanas ocho y nueve del embarazo resulta perceptible con una ecografía doppler, que los expertos desaconsejan porque no está demostrado que no dañe el corazón del feto. Y a partir de las doce semanas ya se puede oír perfectamente con una ecografía convencional.

Pese a las dudas científicas y a la tormenta política desatada, Vox no ha tardado en recibir apoyos, como el de la Political Network for Values, plataforma que se autodenomina defensora de «la vida, el matrimonio, la familia y la libertad». Alabó que «quien quiera abortar vea antes a su bebé en una ecografía 4D y escuche el latido de su corazón». Incluso se atrevió a definirlo como un cambio de tendencia en el país. «España tenía décadas sin dar un paso adelante en la protección de la vida y la familia. Acabó esa inercia. Este es un magnífico primer paso, fruto de un acuerdo entre el Partido Popular y Vox. ¡Gracias a ambos. Y bienvenidos más acuerdos como este!», publicó en inglés y en castellano en su cuenta de Twitter.