El meteorito gigante de la Antártida ya está en Europa

Raúl Romar García
R. Romar LA VOZ

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El Real Instituto Belga de Ciencias Naturales examina la roca espacial de 7,6 kilos para buscar pistas sobre el origen del sistema solar

21 feb 2023 . Actualizado a las 17:49 h.

El hallazgo, a finales de enero, sorprendió a los científicos. Entre los cinco meteoritos que localizaron en la Antártida había uno que resaltaba especialmente. Una sólida y compacta roca extraterrestre de 7,6 kilos de peso. El objeto espacial acaba de ser trasladado a Europa, donde está siendo analizado por el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales. Su examen ayudará a los científicos a descubrir nuevas pistas sobre el origen del sistema solar y los procesos que ocurren dentro de él.

El pesado meteorito no es, ni mucho menos, el más grande que se ha encontrado. El récord lo tiene el localizado por un granjero en la localidad etíope de Hoba en 1922. La masa de hierro pesaba 66 toneladas. Tampoco es la pieza más grande localizada en la Antártida, un entorno propicio para el hallazgo de rocas procedentes del espacio. De los 45.000 meteoritos recuperados en la Antártida en el siglo pasado se estima que unos 100 han pesado lo mismo o más que la roca de 7,6 kilos que se acaba de descubrir. Pero, aun así, es un tesoro para la ciencia. Su estudio permitirá determinar su origen, averiguar cómo evolucionó en el tiempo y concretar en qué parte del sistema solar se ha formado.

El hallazgo fue en buena parte posible gracias a las imágenes ofrecidas desde el espacio por el satélite Copernicus de la Agencia Europea (ESA), que centró su trabajo en las áreas conocidas como campos de hielo azul, puntos críticos para el descubrimiento de rocas celestiales gracias al movimiento agitado del flujo de hielo, que se sabe que vuelve a exponer meteoritos que a menudo tienen miles de años.

En diciembre pasado, un equipo de geólogos de Bélgica, Suiza y Estados Unidos viajó a la estación belga Princess Elisabeth Antarctica (PEA), ubicada en el este del continente helado para, entre otras misiones, cazar meteoritos. Y la búsqueda se saldó con la recogida de cinco rocas orbitales, entre ellas la de 7,6 kilos. 
«Tener acceso a las imágenes de Copernicus Sentinel-2 ha sido esencial para apuntar a las mejores áreas y lograr nuestro objetivo de descubrir nuevas posibles acumulaciones de meteoritos», explica Vinciane Debaille, líder de la expedición e investigadora de la Universidad Libre de Bruselas.

Las imágenes de la región, en gran parte inexplorada, entregadas por la misión Copernicus también permitieron al equipo confirmar que la zona del objetivo no estaba cubierta por nevadas, lo que imposibilitaría la búsqueda.

«Los meteoritos en sí son demasiado pequeños para detectarlos desde el espacio con satélites», apunta María Valdés, investigadora científica del Museo Field de Historia Natural de Chicago, que formó parte de la misión y que conservó parte del material para su análisis. ¿Por qué entonces utilizar un satélite para acotar las zonas de búsqueda? Porque desde el espacio se ofrecen mediciones de la temperatura de la superficie, la pendiente de la superficie, la velocidad, el grosor de hielo y otros parámetros que, introducidos en un algoritmo de aprendizaje automático, «nos dice donde están las mayores probabilidades de encontrar zonas de acumulación de meteoritos», señala Valdés.

No será la última misión de los investigadores en la Antártida a la caza de meteoritos, porque han demostrado que los que se han localizado hasta ahora son tan solo la punta del iceberg. «Según el estudio realizado con los datos del satélite hay 300.000 meteoritos, como mínimo, esperando a ser recogidos aún en la Antártida. Y cuanto mayor sea el número de muestras que tengamos podremos comprender mejor nuestro sistema solar», destaca María Valdés.