Marc Masip, director del centro Desconecta: «Los padres subestiman la adicción al móvil, no actuarían igual si estuviera drogándose»

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Asegura que se puede vivir sin móvil hasta que uno quiera, sin embargo, él no se lo daría a nadie antes de los 16 años. «Los chicos consultan el móvil cada 7 minutos, y las chica cada 5», señala este experto

28 feb 2023 . Actualizado a las 10:17 h.

Marc Masip (Barcelona, 1987), responsable de Desconecta, un centro donde, entre otros servicios, ofrecen terapia a adolescentes enganchados a las nuevas tecnologías, se mueve entre el optimismo y el pesimismo respecto al papel que juegan hoy en día. Cree que volveremos a vivir en una sociedad que no esté pendiente del móvil, sin embargo, aunque antes no era tan radical, ahora, confiesa que no es capaz de ver las ventajas de esta herramienta, que se ha configurado como «indispensable» en nuestras vidas. «Darle a un chaval un móvil antes de tiempo es como si le dejas el coche sin que esté preparado para conducir. Es normal que tenga un accidente», señala Masip.

 —¿Conoces a algún adolescente que no tenga móvil?

—Alguno sí, pocos, pero sí.

 —¿Y en esos casos a qué responde?

—A que los padres no se lo han dado.

 —¿Hasta qué edad se puede vivir sin móvil?

—Hasta la que quieras. Creo que es una herramienta muy útil para los jóvenes, y, a día de hoy, se entiende, para mí erróneamente, como algo indispensable, y dentro de esa lectura yo le daría un móvil a partir de los 16 años.

 —¿Por qué a los 16?

—Porque antes no tienen ningún tipo de necesidad ni para estudiar ni para estar con la familia, ni para hacer amigos, ni para hacer deporte… y porque no tienen el cerebro totalmente desarrollado hasta esa edad para usar una máquina tan potente. Es la misma edad que marca Meta (WhatsApp, Instagram, etcétera).

 —Muy pocos niños aguantan hasta los 16.

—Muy pocos padres.

 —Cuando lo dan es porque hay un niño que lo está pidiendo.

—No te creas, yo creo que hay padres que se lo dan para que tenga móvil.

 —Sin embargo, según el INE, el 25 % de los niños de 10 años lo tienen.

—Sí, y el 21,3 % son adictos a la red. Somos el país con más adicción adolescente (12-16 años) a la red de Europa.

 —¿Este es uno de los riesgos de dar un móvil «antes de tiempo»?

—Por supuesto. Cuando tú le das un coche a un chaval que no está preparado para conducir es normal que tenga un accidente. Y con el móvil es lo mismo.Se lo estamos dando mucho antes de lo que se debería, además sin una pedagogía detrás que les enseñe a utilizarlo bien, y, por lo tanto, pasan estas cosas.

 —Cuando hablas de adicción a la red, ¿a qué te refieres?

—Hablamos de adicción al móvil, a las redes sociales o a los videojuegos.

 —¿Cuál es la línea roja entre un uso normal y la adicción?

—Es la pregunta del millón, porque al estar tan extendido el uso parece que es muy fácil justificarlo todo, y nos encontramos con esa dificultad. Cuando hablamos de adicción, hemos de pasarnos al síndrome de abstinencia, que haya una necesidad de consumo cuando no tengo acceso a este; cuando se sustituyen actividades, cuando dejo de hacer algo por estar más pendiente del móvil, y cuando hay una afectación en mi vida personal/social, o en el caso de los jóvenes, académica.

 —Una forma sencilla para que cualquier padre sepa si su hijo está enganchado es retirarlo y ver qué pasa.

—Sí. Si se lo quitamos y se pone violento o le cambia el estado de ánimo, desde luego, es una señal de riesgo, por lógica pura, aunque los padres no lo vean. Si yo le quito un porro a mi hijo y se pone como una bestia, algo quiere decir, ¿no?

 —¿Subestimamos los padres estas adicciones?

—Totalmente, no responderíamos igual si estuviera drogándose. Como todos los usan, todos los tienen, lo vemos hasta normal… pero en su día también pasó con otras cosas, esto volverá a cambiar.

 —¿Viviremos en una sociedad en la que pasaremos del móvil?

—O por lo menos en la que no sea una prioridad ante las relaciones humanas. Yo creo que llegaremos a ese momento.

 —¿Qué tiene que pasar?

—Lo que está pasando, que estamos viendo las consecuencias de este abuso que hay actualmente. Y la sociedad puede tener necesidad de entender las cosas a base de golpes, pero llega un momento en que te das cuenta de las consecuencias reales que está habiendo en lo académico, en lo social, en lo personal, suicidios, trastornos de alimentación… En toda la problemática que hay, siempre aparece por medio un móvil o una pantalla, y llegará un momento en que nos daremos cuenta de que hay algo que no estamos haciendo bien.

 —Dices que no le damos la misma importancia que si los viéramos drogarse, ¿pero hace el mismo daño que cualquier otra droga?

—Exactamente el mismo. Decimos que las drogan matan. Matan, pero no de forma instantánea, y el móvil también puede matar. Por ejemplo, conduciendo, que en realidad es la primera causa de accidentes de tráfico. O puede generar un malestar que acabe en autolesión o agrediendo a otros… En ese sentido, no nos pensemos que es menos, no, es exactamente igual, aunque, afortunadamente, no hay tanta violencia como en otras adicciones.

 —¿Cómo puede hacer un adolescente un buen uso del móvil?

—Primero, habiendo hecho una pedagogía anterior a tener el móvil, explicándoles cómo se utiliza bien, esto es lo primerísimo. La prevención siempre es la solución, no siempre es la posibilidad, cuando acuden a nosotros casi siempre está muy mermado todo. Lo ideal sería que hubiera una educación previa, pero es verdad que no la solemos ver, y cuando llegan los problemas muchas veces ya es tarde.

 —¿Cómo se sale de una adicción así?

—Con un tratamiento psicológico, igual que se sale de otras adicciones. El problema es que, a día de hoy, hay muy poco estigma con el teléfono móvil, no lo ves tan grave, y por lo tanto dices: «No será para tanto». Es complicado. Y luego está otro tema, que ellos han de poder tener el móvil y redes sociales, han de poder vivir en esta sociedad... ¿Cuál es el problema en este punto? Que tú a un adicto a las drogas, le quitas las drogas, pero a un adicto al móvil no le sacas el móvil. Ahí te das cuenta de que es más complicado que si fuera cuestión de sacarlo y trabajar directamente el síndrome de abstinencia.

 —¿A un adicto no se le retira en ningún momento?

—A la gran mayoría de casos no hace falta, en otros sí, pero ya hay que ir viendo cada caso en particular. A un trastorno de alimentación le tienes que sacar el móvil, y me puedes decir: «¿No tiene nada que ver?». Sí, pero no puede estar todo el día comparando su cuerpo con otros, es algo que está desaconsejado en el tratamiento.

 —¿Cuántas horas máximo al día debería usarlo un chico de 16 años?

—No más de dos. Todo lo que pase de ahí es tiempo que le saca a su vida, y, por lo tanto, que deja de hacer otras cosas, que sería la sustitución de actividades, un claro motivo de adicción.

—¿Algo bueno tiene el móvil, o no?

—Ni sí ni no. Algo bueno tiene, que es lo que tiene cualquier teléfono móvil, no hace falta que tenga tantas funciones, todos los móviles al final te permiten llamar y saber dónde está tu hijo si tienes una urgencia. ¿Es verdad que han llegado para quedarse, para ayudarnos, lo importante es el buen uso…? Sí, pero si miro atrás: ¿qué me ha aportado el móvil?, ¿quién hace buen uso? Cada vez soy más radical en este punto. Antes lo veía así, pero la realidad es que está siendo imposible. Ante esa imposibilidad y todos los elementos adictivos, que cada día crecen, de casos y de problemáticas, tengo mis dudas de que realmente tenga algo bueno, que espero que sí, pero no sé dónde.

 —En vuestro centro tratáis a chicos que están enganchados. ¿Para qué lo usan? ¿A qué se enganchan?

—Sobre todo a los videojuegos.

 —¿Cuál es el mayor riesgo al que se expone un adolescente enganchado al móvil?

—A sacar malas notas, a tener mala relación con los padres, a estar mal emocionalmente, a no saber gestionar sus emociones, baja autoestima, a tener reacciones violentas, a no tener amigos, a no tener capacidad de relacionarse… A todo lo que un problema de salud mental te suele exponer ya de por sí.

 —Leo en vuestra web que los chicos consultan el móvil cada 7 minutos.

—Sí. Y las niñas cada cinco.

 —¿Eres partidario de que vayan con el móvil al colegio?

—Yo soy partidario de que lleven el móvil al colegio, y de que allí se les retire hasta que salgan y lo vuelvan a coger, que es lo que hacemos en nuestros colegios.

 —¿Y que el resto del día lo manejen ellos?

—Como yo se lo daría a los 16 y con pedagogía anterior, te diría que sí. Si hablamos de un chico al que se le da el móvil cuando toca, sí, pero si no es así, no, y no le dejaría tenerlo en su habitación al libre albedrío, eso puede ser muy peligroso, si se lo hemos dado antes de lo que tocaba.

 —¿Se usa mucho como herramienta de castigo?

—Sí, lo utilizan de moneda de cambio, y eso es muy mala señal.

 —Al final, lo que hacen los chavales es el reflejo de lo que hacen los padres. Es decir, que parte de culpa es de los adultos.

—Parte de culpa, y sobre todo, toda la responsabilidad y posibilidad de cambio. Si los niños nos ven a nosotros utilizar mal el móvil, lo van a utilizar mal, sería la parte del espejo y del reflejo; pero también si nos ven utilizarlo bien, van a aprender a utilizarlo bien, por eso tenemos parte de responsabilidad.