Ucrania propone un plan para Crimea en caso de retomarla en el aniversario de la liberación de Kiev

Pablo Medina LA VOZ

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Un miembro de la Guardia de Honor de Zelenski tras la bandera ucraniana
Un miembro de la Guardia de Honor de Zelenski tras la bandera ucraniana GLEB GARANICH | REUTERS

El plan incluye que los ciudadanos que se asentaron en la península después de febrero del 2014 sean expulsados y la voladura del puente conecta con Rusia

02 abr 2023 . Actualizado a las 21:21 h.

Ucrania lleva con la vista puesta en Crimea desde antes del invierno. Con los mandos militares rusos cuestionados, las exitosas operaciones de retomar territorio llevadas a cabo con las nieves y la recepción de material bélico de los aliados de la OTAN, desde Kiev ya comienzan a pensar en esta operación como algo plausible y alcanzable. Por ello, el secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, Oleksii Danilov, propuso ayer un plan de 12 puntos para la península ocupada por Rusia desde el 2014 en caso de recuperarla, eje sobre el cual se vertebran las prioridades militares de Kiev, que considera que la victoria acaba en el afamado sitio de veraneo de los principales exlíderes soviéticos.

Concretamente, este plan gira en torno a cuestiones de logística, depuración ideológica y expulsión de los rusos que allí habitan. Recoge entre otras medidas la demolición del puente que conecta Crimea con Rusia por carretera y tren, limpiar de «basura» el funcionariado ruso siguiendo los pasos «de la desnazificación de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial», comenzar procesos contra «jueces, fiscales y personal de los servicios de seguridad», así como de los colaboracionistas rusos. Concluye el plan arguyendo que los habitantes de Crimea deberán pasar por un proceso de «desintoxicación» de la propaganda rusa.

El anuncio de este programa para Crimea, más simbólico que pragmático debido a los atascos en el Dombás, coincide con el aniversario de la liberación de la región de Kiev y las masacres documentadas de ciudades como Bucha e Irpin, consideradas por las autoridades ucranianas como crímenes de guerra al tratarse de matanzas indiscriminadas de civiles. En su recuerdo, y como arenga a los soldados, el presidente Volodímir Zelenski prometió que recuperaría «todas las tierras» perdidas por Ucrania tras el inicio de las acciones secesionistas de las regiones prorrusas. «Devolveremos la bandera ucraniana a todas nuestras ciudades y comunidades. Haremos todo lo posible para restablecer Ucrania», emitió el presidente a través de Telegram.

Las fuerzas de seguridad ucranianas aseguraron que las tropas rusas mataron a 1.374 personas en dicha región, incluidos 38 niños. Rusia, a día de hoy, sigue sosteniendo que la retirada fue «un gesto de buena voluntad» para desescalar la ofensiva, algo a lo que se habría comprometido por mediación de Turquía, cuyo papel de conciliador ha caído en saco roto en favor de China.

Iglesias en crisis

La brecha religiosa entre Kiev y Moscú también se acentúa. El Monasterio de las Cuevas de Kiev y otros templos del país dependientes de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú (IOU-PM), hasta hace poco vinculada a Rusia, volvieron a ser objeto de protestas por ciudadanos ucranianos que la consideran prorrusa. No en vano, el abad de este templo, Pavlo, fue condenado el sábado a dos meses de arresto domiciliario por su complicidad con la invasión Rusa.

El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) interceptó mensajes en los que celebraba los ataques sobre Jersón. Los habitantes del país reivindican la Iglesia Ortodoxa de Ucrania como la única leal a sus ciudadanos y capaz de prestar servicio espiritual. 

Crece la tensión entre Kiev y la iglesia ortodoxa acusada de prorrusa

Pavlo, abad del Monasterio de las Cuevas, durante su juicio en Kiev.
Pavlo, abad del Monasterio de las Cuevas, durante su juicio en Kiev. OLEG PETRASYUK | EFE

Marcel Gascón

Kiev/EFE

El Monasterio de las Cuevas de Kiev y otros templos del país regidos por la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú (IOU-PM) volvieron a vivir hoy escenas de tensión entre fieles de esta denominación y otros ciudadanos ucranianos que les recriminan su complacencia con la invasión rusa. En la catedral de Jmelnytskyi, en el oeste de Ucrania, un cura de la IOU-PM agredió a un voluntario del ejército ucraniano de uniforme que resultó herido en el frente después de que el soldado reprochara a los presentes que mantengan su filiación con esta iglesia acusada de prorrusa.

«¿Cuánta gente más tiene que morir para que dejéis de ir a (la iglesia de) la Patriarquía de Moscú?», gritó el militar durante el servicio religioso, según explicó el diputado por Jmelnytskyi Víktor Burlyk en su cuenta de Facebook, donde también publicó un vídeo del momento de la agresión.

La IOU-PM rompió con el Patriarcado de Moscú el pasado mes de mayo, en protesta por el ferviente apoyo del patriarca ruso, Kiril, a la guerra del Kremlin contra Ucrania. Muchos ucranianos dudan de la autenticidad de la ruptura y piden a los fieles de esta congregación que se unan a la iglesia ortodoxa nacional ucraniana, cuya autocefalia fue reconocida por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla en el 2019, si de verdad quieren cortar todos sus lazos con Moscú.

Pulso en la capital

Mientras tanto, en Kiev, decenas de feligreses se unieron a los monjes de la IOU-PM que viven en el Monasterio de las Cuevas para rezar por la permanencia de estos en este complejo religioso fundado en el siglo XI, que ocupa un lugar central en las tradiciones ortodoxa de rusos y ucranianos.

Los monjes continúan administrando el lugar santo y celebrando misas allí pese a que el Gobierno les dio el pasado 29 de marzo como fecha límite para abandonar el monasterio. El Ministerio de Cultura esgrime que los monjes han incumplido el acuerdo con el Estado que les daba derecho a administrarlo al haber hecho modificaciones arquitectónicas ilegales en el recinto. La IOU-PM, por su parte, acusa al Gobierno ucraniano de persecución religiosa.

Por tercer día consecutivo, feligreses de esta iglesia y activistas ucranianos protagonizaron enfrentamientos verbales a la entrada del Monasterio de las Cuevas. Los activistas gritaron eslóganes patrióticos y contra el presidente ruso, Vladímir Putin, animando a los fieles a unirse a ellos. Éstos respondían con oraciones y gritos de «Gloria a Dios» ante los «Gloria a Ucrania» del otro bando.

«Un baño de sangre» en el monasterio

En la tarde del sábado, un tribunal de Kiev dictó una orden de arresto domiciliario por un plazo de dos meses al metropolita Pavlo (Lebid) de la IOU-PM, que es el abad del Monasterio de las Cuevas y ha manifestado repetidamente que no abandonará por su propia voluntad el monasterio.

Antes de que se tomara la decisión, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) había publicado conversaciones interceptadas a este antiguo concejal en la capital del hoy prohibido Partido de las Regiones (prorruso) en las que celebraba la invasión rusa de la ciudad ucraniana de Jersón.

La Fiscalía ucraniana investiga al metropolita Pavlo por justificar las acciones del enemigo y por incitación del odio religioso, debido a sus ataques en público a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania (la iglesia nacional autocéfala de Ucrania).

El mayor general en la reserva del SBU Víktor Yagun acusó este domingo a la IOU-PM de intentar provocar a los activistas ucranianos que se manifiestan en el Monasterio de las Cuevas con la intención de que se produzca «un baño de sangre» para desacreditar a la democracia ucraniana.

La Iglesia autocéfala de Ucrania

También ha terciado en la polémica el primado de la iglesia ortodoxa autocéfala nacional, Epifanio I de Kiev y de toda Ucrania, que ha acusado al metropolita prorruso Pavlo de «aterrorizar» a sus monjes para que no se pasen a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania. La Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú ha sido, históricamente, uno de los principales nexos de unión de los ucranianos con Rusia, que ha utilizado esta congregación para promover su influencia.

Muchos ucranianos reprochan a esta iglesia el apoyo de buena parte de su jerarquía a la ocupación rusa de Ucrania que comenzó en el 2014. Las autoridades ucranianas han detenido a numerosos curas por bendecir desde los púlpitos la invasión a gran escala de Rusia o pasar información al ejército ruso.