Adolfo Díaz suma más de diez viajes a Oriente Medio: «Me he adentrado en supuestas zonas rojas, donde están los últimos combatientes del ISIS, y todo el mundo fue encantador conmigo»

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Lleva años visitando los países de esta zona, y quiere reivindicar que lejos de la imagen que se tiene en Occidente, no son países conflictivos. «Las guerras acabaron hace años», apunta

09 may 2023 . Actualizado a las 11:41 h.

Todo comenzó en el 2018, cuando Adolfo Díaz decidió seguir los pasos de Alejandro Magno desde Egipto hasta la frontera con la India. Esta inquietud lo llevó a visitar países como Israel, Líbano, Siria, Irak o Irán, «donde se está escribiendo una nueva historia». «El fin de estos viajes no era conocer estos lugares que están marcando nuestra propia historia. Mi generación ha vivido en primera persona las guerras del Golfo, los atentados de las Torres Gemelas, la caída de Sadam Huseín, el conflicto perpetuo entre Líbano e Israel, y más recientemente la guerra contra el Estado Islámico... Sin embargo, creo que es natural, al igual que las anteriores tuvieron (y tienen) la curiosidad por visitar esos lugares que marcaron la historia del siglo XX como las playas de Normandía, los campos de concentración nazis, los restos de la guerra de Vietnam o el pueblo de Belchite en España». 

Hoy, suma más de diez viajes a estos países, «sitios que, oficialmente, no eran visitables». «Me fui encontrando que había sitios como Siria o Irak, que si te vas a la página del Ministerio de Exteriores, poco menos que te pone que está prohibido ir allí; que si estás, salgas corriendo o que te van a matar al salir del aeropuerto —aunque es paradójico que luego el Gobierno tenga acuerdos con estos países para que los turistas españoles podamos entrar libremente—, y que, sin embargo, eran todo lo contrario», dice Adolfo, que insiste en que ahora mismo no te encuentras ningún peligro. «Las guerras de Siria e Irak acabaron hace seis o siete años», apunta.

Adolfo solo puede definir su experiencia en estos países como positiva. Siria, el primero que visitó, «es un país superseguro y superagradecido a los turistas». «No entienden muy bien —explica— cómo se confunden políticos con pueblo. Dicen: ‘Vale, tenemos los que tenemos, pero el pueblo somos el pueblo'. Es como si cuando estaba Trump de presidente, no se fuera a Estados Unidos o no viniera la gente aquí por culpa del político de turno que tenemos». Y continúa poniendo ejemplos de la generosidad de sus gentes. «A Irak fui dos veces, pues la segunda vez, de diez días que estuve no conseguí pagar una comida o un desayuno, porque te vas a cualquier cafetería y siempre hay alguien que se te sienta a hablar, gente de menos de 30 años que no ha visto un turista en su vida, y que los únicos occidentales que han visto eran militares... Se acercan a hablar, y a preguntar, y cuando vas a pagar, ya lo hizo alguien, pero no te dicen nada. Y así día tras día», cuenta Adolfo, director de la agencia de viajes Babylon, que asegura que lo que más le han preguntado a él es «a qué sabía un McDonald's o una Coca-Cola», cosas que, aunque la juventud ve por todos lados, no tiene a su alcance. 

TURISMO DE POSGUERRA

Señala que, después de estos gestos, siempre queda la duda de si es ético ir a un país en posguerra o no. «Cuando vas, descubres que la mejor manera de ayudar es yendo, te lo dicen ellos mismos: ‘La forma de que salgamos adelante es que venga la gente, que gaste dinero en nuestros bazares...'. Vas a uno, compras, y te dan las gracias mil veces. Yo lloraba de pena».

Cuando se desplaza a estos destinos, se aloja en hoteles y se mueve en transporte público. Viaja con «muy buen seguro» que le salve de imprevistos —él lo más grave a lo que se ha enfrentado es al covid— y suele dejar entre dos y cuatro días libres para «ver qué pasa». Procura no tener contacto con ningún grupo, prefiere rodearse de locales, y antes de viajar, se informa previamente con otros viajeros, no españoles, que hayan hecho antes la ruta. «Hay páginas de viajeros muy experimentados, muy profesionales, fuera de los blogs y todo eso, gente realmente interesada que te muestra lo que es, y eso te da seguridad. Yo tengo un hijo, que con 29 días estaba en Marruecos y con 2 años en Egipto, también ha estado en Jordania o Turquía, tampoco soy un loco ni un suicida, me informo muy bien antes de ir». Insiste en que no hay peligro para el turista, ni siquiera de noche. «Yo, por ejemplo, vi más seguro Bagdad que San Francisco, a mí EE.UU. me parece más inseguro que estos países. Yo a lo mejor en San Francisco a las tres de la mañana no voy por la calle, y en Nueva York, según qué barrios, tampoco, y allí sí, es que no hay ningún sitio donde te digan que no vayas». Más bien, dice, todo lo contrario. Señala que hay tanta policía secreta que siempre aparece alguien para preguntarte si estás bien o si te están molestando. Asegura que nunca ha sentido miedo, aunque sí respeto. «Si viajas y no tienes miedo o respeto, malo. Malo el día que dejes de estar en alerta constante, porque cuando te confías, te puede pasar algo, pero en cualquier parte del mundo».

Esa sensación de respeto de la que habla la tuvo en una ocasión que se subió a un taxi compartido por la noche en Irak. «Se iba bajando la gente, me quedé solo con el taxista, y cuando vi que dejaba la carretera principal, que a veces está en mal estado, se iba metiendo por poblachos o sitios de agricultura... Piensas: ‘Este tío para aquí, me mata y no se entera nadie'. Tienes esos momentos de respeto, pero luego ves que eran infundados y que es por todo lo que llevas aprendido, que realmente nadie te va a hacer nada. Siempre hay que estar en alerta, en cualquier viaje, en Egipto tienes que estarlo 24 horas», señala Adolfo, que cuenta que, aunque están preparados para recibir turistas, todavía es muy escasa la afluencia, y los que hay son principalmente europeos.

Su espíritu aventurero lo ha llevado a visitar Afamia, «unas ruinas romanas espectaculares», en Siria, que se supone que son una zona roja porque es donde están refugiados los últimos combatientes del ISIS». «Yo no encontré ningún problema, conmigo todo el mundo fue encantador, no puedo decir otra cosa, mentiría», comenta este experimentado viajero, que también puede presumir de haber entrado en la mezquita de Al-Nuri, en Mosul, un lugar «totalmente inaccesible», donde se encuentra la Unesco, la policía iraquí, el Consejo de Antigüedades Islámicas, entre las mil organizaciones que hay. «Una propina te abre la puerta, y ser del Real Madrid más. Ser del Real Madrid te abre las puertas más fácilmente que tener un visado. Cuando me para un militar en un check point, siempre digo que soy de Madrid. Lo aprendí la primera vez, tienes el visado listo en cinco segundos, son cosas que vas aprendiendo. En estos países el soborno es la ley del día, en Cuba y Santo Domingo pasa lo mismo, lo entendamos como occidentales o no».

Su próximo objetivo es alcanzar la Meca, otro sitio prohibido, pero conociéndole, seguro que llegará.