José Antonio Rodríguez Verona, de Cruz Roja Canarias: «Cada vez más migrantes huyen de su aldea porque no pueden cultivar nada»

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Rodríguez Verona, responsable de Primera respuesta de emergencia para población inmigrante de Cruz Roja Canarias
Rodríguez Verona, responsable de Primera respuesta de emergencia para población inmigrante de Cruz Roja Canarias

Récord migratorio en Canarias: 20 barcos con 1.300 personas en solo dos días

18 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Huir de un secarral aunque les cueste la vida en el intento. El cambio climático y la sequía asfixian las aldeas africanas, y en sus tierras áridas y estériles ya no pueden cultivar nada comestible. Este es uno de los motivos que empuja cada vez a más migrantes a subirse a una patera con lo puesto e intentar llegar al continente europeo. A medio camino, las islas Canarias, puente marítimo natural, baten récords de flujos migratorios, como el de la semana pasada: una veintena de barcos con más de 1.300 personas a bordo en solo dos días. Como explica José Antonio Rodríguez Verona, responsable autonómico de Primera respuesta de emergencia para población inmigrante de Cruz Roja Canarias, lo único que sopla a favor de los recién llegados es el viento. Los alisios están en calma.

—¿Se ha batido un récord de llegada de migrantes a Canarias?

—Sí, hace una semana llegaron veinte embarcaciones con 1.300 personas en solo dos días. Arribaron a Lanzarote, Gran Canaria, Tenerife, El Hierro y Fuerteventura. Solo a la isla de El Hierro llegaron 521 personas.

—¿De dónde provienen?

—Los que llegan a Tenerife y El Hierro suelen venir de Senegal, Gambia, Malí y otras zonas del sur de África. Entre los que arriban a Lanzarote, Gran Canaria y Fuerteventura hay subsaharianos, pero bastantes más magrebíes.

—¿Son una mayoría de hombres?

—Sí, llegaron 1.228 hombres y 69 mujeres. Además, un total de 288 eran menores. De entre 3 y 11 años, solo había dos niños, y de entre 12 y 17 años, 79 menores.

—¿Por qué en esta época aumenta tanto el flujo migratorio?

—En los meses de septiembre, octubre y noviembre, los vientos alisios aflojan bastante y los inmigrantes aprovechan esta época de mares en calma para intentar llegar a las islas Canarias. Las condiciones del mar suelen ser adecuadas para hacer la travesía. Toda persona que viene lo hace por necesidad económica, para huir de conflictos bélicos y últimamente muchos huyen de las consecuencias del cambio climático. Cada vez más migrantes huyen de aldeas africanas en las que podían cultivar y ahora, con la sequía, ya no pueden. El cambio climático está aumentando bastante la llegada de inmigrantes.

—¿Os comunicáis con ellos en su propio idioma?

—Sí, nuestro voluntariado habla bastantes idiomas, sobre todo francés, bereber, lengua de Malí y bastantes dialectos.

—¿Cuál es su destino final?

—Canarias es un destino puente. Su intención no es quedarse aquí, ni siquiera en la Península. Quieren llegar a Francia, Bélgica y otros países francófonos de Europa.

—¿Dónde están alojados ahora?

—La atención inicial es en la costa. Posteriormente, pasan al centro de la Policía Nacional, donde están un máximo de 72 horas. Allí los agentes identifican a cada persona y le hacen la documentación pertinente. Una vez que salen de ahí, el Gobierno los destina a cada una de las organizaciones que tienen centros de acogida, como Cruz Roja, Cruz Blanca o Cear, donde están un par de meses. Han llegado más de 14.000 migrantes a Canarias en lo que llevamos de año, así que se derivan a centros de Andalucía, Barcelona, País Vasco y Navarra. Lo normal es que luego sigan su trayectoria migratoria.

—¿La Cruz Roja tiene dos centros para migrantes en Canarias?

—Sí, el Canarias 50, en Las Palmas de Gran Canaria, con capacidad para 990 personas; y otro en Tenerife, con capacidad para otras 900. Aún tenemos algunas plazas libres gracias a las derivaciones de adultos a la Península. Los menores y sus familias deben quedarse en Canarias. Ellos prefieren irse, pero tardan más en poder hacerlo.

—¿Qué embarcaciones usan?

—Últimamente lo que más está llegando son pateras y cayucos. Las neumáticas están disminuyendo bastante y es un hecho que celebramos porque son muy precarias.

—¿Suelen llegar en mal estado?

—La gente que llega a Lanzarote tras una travesía de 24 o 48 horas suele venir bien, pero los que arriban a El Hierro, tras ocho o nueve días, como mínimo, de travesía traen quemaduras, erosiones, heridas, hipotermia...

—¿El flujo migratorio aumentará o este es el pico más alto?

—Nos estamos preparando para seguir en este pico tan alto hasta principios de noviembre. Si se saturan nuestros centros, habrá que hacer más derivaciones a la Península. Se está haciendo un dimensionamiento muy estricto para las intervenciones: diez voluntarios para una patera con 50 personas. Les ofrecemos ayuda humanitaria, sanitaria y mediación.

—¿Temen un hacinamiento como el de la isla de Lampedusa?

—En el año 2020 sufrimos unas semanas bastante duras de colapso; era época de covid y estaba todo bloqueado. Actualmente, estamos recibiendo todas estas llegadas, pero nadie se ha quedado todavía en los puertos. La recepción está bien engranada para poder seguir haciendo este trabajo hasta final de año.