El significado de la muerte del líder del Grupo Wagner para África

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María Pedreda

Los países de Occidente tienen la oportunidad de echar a las milicias del continente

18 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La muerte del líder del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, y de varios de sus lugartenientes en un accidente de avión al norte de Moscú probablemente tendrá consecuencias de largo alcance para África, donde la compañía militar privada ha establecido una presencia significativa en los últimos años. Después de todo, si el presidente de Rusia, Vladimir Putin, es responsable de la muerte de Prigozhin, como muchos sospechan, los líderes africanos que han vinculado su fortuna política al grupo Wagner deben preguntarse cuán creíbles son las promesas que les hizo su líder ahora.

Los vínculos militares entre el Kremlin, Wagner y los gobiernos africanos siempre se han movido en la incertidumbre. Pero la muerte de Prigozhin y del cofundador de Wagner, Dmitry Utkin, presumiblemente orquestada por Putin como castigo por la corta rebelión del líder del grupo en el mes de junio, ha incrementado los riesgos que enfrentan esos líderes africanos que han confiado al ejército mercenario de Wagner para mantenerse en el poder.

El señor de la guerra sudanés Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, es un buen ejemplo. El comandante del grupo paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) pasó años cultivando su relación con Prigozhin. Pero con su muerte y el futuro incierto de Wagner, el suministro de armas a la RSF probablemente se paralice, pudiendo invertir el poder entre el grupo paramilitar y las Fuerzas Armadas de Sudán. Este cambio llega en un mal momento para Hemedti, cuyo intento para dirigir el país parece estar perdiendo fuerza.

Asociarse con Wagner, siempre una propuesta arriesgada, implica ahora un peligro incluso mayor. Teniendo en cuenta los golpes que estallan desde Níger a Gabón, los gobiernos africanos o los grupos rebeldes que consideren aliarse con Wagner no pueden contar con seguir como habitualmente. Sin el acceso de Prigozhin a los recursos del Kremlin, Wagner está casi a punto de convertirse en una mera sombra de lo que fue.

Prigozhin, que estuvo en África días antes de su muerte, era la fuerza detrás las actividades africanas de Wagner. Su carácter único, su buena relación con los líderes de África y su control sobre los canales comerciales eran cruciales para la influencia de sus grupos paramilitares. Encontrar un sucesor que pueda ofrecer los mismos resultados sería una desafío desalentador, quizás imposible, y podría impedir las operaciones de Wagner en todo el continente.

En la medida en que las tropas de Wagner crean que Putin ordenó el asesinato de su líder, no sería prudente esperar que mantengan su lealtad, particularmente de las unidades alejadas del alcance del Kremlin. Y si el grupo termina bajo el comando del Ministerio de Defensa de Rusia, que parece ser el objetivo de Putin, su transformación de una milicia privada a un actor estatal probablemente limitaría su flexibilidad operativa y sus tácticas.

Además, mantener la disciplina, la jerarquía meritoria y el sistema de recompensas que Prigozhin instituyó podría ser un desafío. Mientras él era conocido por compartir el botín de las empresas africanas de Wagner con sus hombres, esa generosidad no es típica del Ministerio de Defensa de Rusia.

Luego está la cuestión crítica de la autonomía operativa. Prigozhin confió en sus comandantes, delegando la toma de decisiones en ellos en operaciones terrestres, una práctica que el Kremlin ha criticado tradicionalmente. Desconfiando de la independencia de Wagner, es poco probable que el ministerio ruso adopte el modelo descentralizado de Prigozhin, que ha sido un factor clave en la despiadada eficacia del grupo en África.

Muchos comandantes han estado con Prigozhin desde los orígenes de Wagner. Por ejemplo, el jefe del grupo en Mali, Ivan Maslov, opera casi como un director ejecutivo independiente, ejemplificando el enfoque operativo de Wagner en toda la región. Queda por ver si el Ministerio de Defensa de Rusia puede asegurar la lealtad de los más experimentados, sin los que es probable que Wagner pierda su ventaja competitiva.

Dada la gran desconfianza entre Wagner y los militares rusos, muchos mercenarios podrían dejar el grupo por completo. Algunos pueden unirse a otras milicias no estatales, o a organizaciones criminales, mientras otros pueden servir directamente a los líderes africanos con los que ya tienen relaciones, como ya han hecho algunos en la República Centroafricana. Cambios de este tipo podrían desestabilizar algunos de los países más frágiles del mundo, incrementando el riesgo de una revuelta regional.

La inminente clasificación de Wagner como un grupo terrorista por Estados Unidos y el Reino Unido, junto con la estrategia de dividir y vencerás de Putin, podría terminar de dividir también el grupo. La compañía mercenaria Redut, liderada por el archienemigo de Prigozhin, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, probablemente pujará por el control de algunas de las operaciones de Wagner en el continente.

Pero a Redut le falta la comprensión cultural necesaria, de relaciones establecidas y de experiencia en el terreno. Así que, aunque Shoigu consiga hacerse con algunas de las posiciones africanas de Wagner, a Redut podría costarle mantenerlas.

Los líderes que han confiado en Wagner y en grupos mercenarios similares, y aquellos que contemplen asociaciones de ese tipo, deben utilizar este momento para valorar de nuevo sus estrategias. Aliarse como grupos de este tipo, caracterizados por las luchas internas y futuros inciertos, es una decisión peligrosa.

Para hacer frente a las milicias privadas como Wagner, los países de Occidente deben hacer más para ocupar el vacío de seguridad que estos grupos explotan. Pero mientras son necesarias las medidas militares para combatir las insurgencias islamistas en el Sahel, la paz duradera solo puede conseguirse con la promoción del desarrollo humano y el fortalecimiento de la resiliencia de la comunidad. Defender el progreso económico y social será clave para eliminar a Wagner y a sus iguales.

La muerte de Prigozhin da a los países de Occidente la oportunidad única de formar vínculos de seguridad más fuertes con los gobiernos de África. A medida que la influencia de Wagner decae, África y Occidente deben aprovechar esta oportunidad para construir un futuro caracterizado por la seguridad y la paz duradera.

Jaynisha Patel es analista política. © 2023 Project Syndicate. Traducido por S. P.