De Rosario Porto a Rosa Peral: así matan las mujeres en España

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La crónica negra en clave femenina. Así es el perfil de las asesinas más mediáticas de este país incluyendo a Maje, Angie y Ana Julia Quezada. Cómo son y por qué han cometido estos delitos

29 sep 2023 . Actualizado a las 13:50 h.

El caso de Rosa Peral y Albert López —que ahora han vuelto a ser noticia tras la emisión de El cuerpo en llamas en Netflix— dibuja el perfil de una mujer manipuladora, capaz de embaucar a su amante para que participe en el asesinato de su pareja, Pedro Rodríguez. Pero el de ella no es el único caso de «asesina fatal». Conviene no olvidarse tampoco de María Jesús Moreno Cantó, conocida por Maje, y que fue bautizada como la viuda negra de Patraix (Valencia), tras convencer a Salvador para que matara a su marido con el que no hacía ni un año que se había casado. Él lo acuchilló en un garaje, mientras ella mantenía «relaciones íntimas con José», otro de sus cuatro amantes. A todos les hizo creer que su marido la maltrataba psicológicamente, pero Salvador fue el único al que convenció para cometer el crimen. Rosa y Maje tienen en común rasgos de personalidad similares.

Pero, ¿cómo matan las mujeres en España? El último Informe sobre el homicidio del Ministerio del Interior expone varios aspectos reveladores. Lo primero es que ellas matan mucho menos. Solo el 10 % de los homicidios que se registran en nuestro país son cometidos por mujeres. Y la mayoría tienen lugar en el ámbito familiar. Es difícil encontrar que una mujer mate por encargo y a alguien desconocido.

«Las mujeres matan de diferente manera que los hombres y por diferentes motivos. Siempre se ha dicho que ellas lo hacen con veneno y no es un mito. Los hombres suelen emplear la violencia física o usar armas mortíferas. Las mujeres suelen utilizar métodos más sutiles, más si su víctima es un varón. También matan con más frecuencia a personas conocidas o de su entorno y por motivos que tienen ver con el móvil económico o con el estatus», indican el historiador César Alcalá y la psiquiatra forense Alicia García, en Perfiles psiquiátricos de mujeres asesinas.

«No podemos pasar por alto que la gran expectación mediática que atrajeron los dos crímenes [el de Rosa Peral y el de Maje] la obtuvieron precisamente por ser cometidos por mujeres. Mujeres que, presumiblemente, se valieron de subterfugios, manipulaciones y la erotización de sus relaciones para eliminar a dos sujetos incómodos para ellas», indican. Porque estos dos expertos no dudan en afirmar que Rosa Peral y Maje —que acaba de dar a luz en la cárcel a a un hijo de otro preso— tienen personalidades histriónicas y narcisistas. El primero de estos rasgos —«con un marcado comportamiento de búsqueda de atención del entorno, de ser el centro y que suele tener una conducta inapropiadamente seductora y una exagerada necesidad de aprobación»— afecta «cuatro veces más» a las mujeres que a los hombres. «Y en esta descripción podemos ver fácilmente reflejada a Rosa», indican en el libro. Una mujer que «seducía a los hombres y competía con las mujeres».

María Jesús Moreno, Maje, en una sesión del juicio
María Jesús Moreno, Maje, en una sesión del juicio Manuel Bruque | EFE

Ambos expertos elaboran la hipótesis por la que pudo haber cometido el crimen y que conecta directamente con un rasgo de su personalidad: la intolerancia a la crítica. «Las personas con trastorno histriónico de la personalidad toleran muy mal la falta de aprobación y el rechazo. Es posible que la insoportabilidad que suponía que la juzgaran por su fracaso con la relación con Pedro, quien se había separado de su mujer pocos meses después de haber tenido un hijo, únicamente para estar con ella, y la consciencia de que una vez más todos iban a saber de su recurrente infidelidad, la llevara a urdir un plan para deshacerse de su pareja». Y algo similar ocurre con Maje: «Ella quería vivir su vida en libertad, tener amantes, salir a fiestas y no dar explicaciones. Pero, ¿por qué matar a Antonio? [...] ¿Por qué no simplemente dejar a su marido? [...] En nuestra opinión, y al igual que la anterior protagonista, no estaba dispuesta a exponer su imagen. No estaba dispuesta a ser el centro de críticas y habladurías. Y conseguiría su propósito a cualquier precio».

Simular un crimen pasional

«Angie», María Ángeles Molina, durante el juicio celebrado en el 2012.
«Angie», María Ángeles Molina, durante el juicio celebrado en el 2012.

Tanto para César Alcalá como para Alicia García, el caso de María de los Ángeles Molina, conocida como Angie, es el perfil de una mujer manipuladora. Ella fue capaz, tal y como explican, de manipular la escena del crimen de Ana María Páez Capitán (2008) hasta el punto de simular un crimen pasional: «Estaba tumbada en el sofá, desnuda, con semen en la boca y genitales, y una bolsa de plástico atada a la cabeza». Pero, ¿por qué mató a su amiga? «Lo llevaba organizando desde hacía dos años. Angie, haciéndose pasar por la víctima, había contratado unos quince préstamos y seguros. De morir Ana María Páez, cobraría un millón de euros». César Alcalá también refleja las dudas que suscitó la muerte de su marido, Juan Antonio Álvarez: «Presuntamente, se suicidó en Maspalomas (Gran Canaria) en 1996. Aquel caso se cerró sin ser investigado. Años después se reabrió, pero quedó archivado. Angie se llevó cuarenta millones de pesetas como herencia con la venta de propiedades y acciones. Podía haberse llevado más dinero, si el seguro de vida no hubiera descartado pagarle por haberse suicidado. El marido murió como consecuencia de haber ingerido fosfato. Angie dijo que se había equivocado al confundirlo con sal de frutas». Pero ella quería cobrar a toda costa: «También denunció que le robaron la cartera para matarlo. Con lo cual, no había sido un suicidio, sino un robo. Nada de esto fue aceptado por la compañía de seguros. El robo nunca existió, pues encontraron la cartera en casa de Angie, once años después, cuando la registraron al acusarla de haber asesinado a Ana María Páez». Fue condenada a 18 años de prisión por homicidio doloso. «Angie creyó poder cometer el crimen perfecto y, ¿por qué no? Si es posible que ya lo hubiese cometido antes», explican ambos expertos, que dibujan el perfil de una mujer que provenía de una modesta familia de Zaragoza, pero que aspiraba a más: «Fantaseaba con una vida de lujos». Fue así cómo le contó a su futuro marido que era una rica heredera. Pero él descubrió la verdad: «Juan Antonio optó por contratar a un detective privado solo para descubrir que durante sus frecuentes viajes a Barcelona se veía con otros hombres. Llevar una doble vida, al igual que cometer el crimen perfecto, no es virtud del que quiere sino del que puede. Esta cualidad camaleónica se le reserva a la personalidad psicopática», concluye Alicia García.

Rosario Porto

Rosario Porto, en una imagen del 2015, durante el juicio, con Alfonso Basterra detrás
Rosario Porto, en una imagen del 2015, durante el juicio, con Alfonso Basterra detrás XOÁN A. SOLER

Pero hay un crimen atroz que a los gallegos nos toca muy de cerca y del que se acaban de cumplir diez años. El asesinato de Asunta Basterra, de 12 años, y por el que fueron condenados sus padres adoptivos, Alfonso Basterra y Rosario Porto. En este caso, el propio juez Vázquez Taín, que dirigió la investigación, señaló hace unos días en La Voz a Rosario como el eslabón más débil de esta pareja asesina: «Rosario confesó con la mirada más de una vez, porque llegaban momentos en los que el interrogatorio se paraba, lloraba, me miraba, imploraba piedad y luego seguía. Todo es muy complejo en este caso», dijo. Pero también que Basterra tiene todas las papeletas de ser el más calculador: «Ellos tienen una ruptura por una infidelidad que Alfonso descubre, pero que no revela. Esa capacidad de ser frío le sitúa como candidato absoluto a ser un manipulador. Tiene una información que le hace daño, pero no grita. Calla, lo medita, y reacciona de la forma adecuada para sus intereses y causando más daño a la otra persona. Alfonso no es el candidato a hacer algo por impulso, sino por una motivación muy profunda, muy meditada y, sobre todo, muy calculada».

Ana Julia Quezada

Ana Julia Quezada, durante un traslado policial
Ana Julia Quezada, durante un traslado policial RAFAEL GONZÁLEZ | EUROPA PRESS

Tampoco podemos olvidarnos de la primera mujer condenada en España a prisión permanente revisable por el crimen del pequeño Gabriel Cruz, de tan solo 8 años. A pesar de haberlo matado, mantuvo viva la hipótesis del secuestro hasta el final, mientras se hacía pasar por el principal apoyo de su pareja y padre del niño. Fue detenida el 11 de marzo del 2018 mientras trasladaba el cuerpo sin vida del niño en el maletero de su coche. Los expertos no dudan en calificar a esta asesina como «una persona fría, manipuladora y con falta de empatía», que no encaja en el perfil de psicópata porque entonces no actuaría movida por los sentimientos. En este caso, los celos al pequeño Gabriel podrían estar detrás de este terrible crimen.