La familia del vasco rehén de Hamás: «No hemos recibido ninguna prueba de vida»

Mikel Ayestarán SEDEROT / COLPISA

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Iván Illarramendi, natural de Zarauz (Guipúzcoa), de 47 años, y su mujer, secuestrados por Hamás en Israel el 7 de octubre del 2023. Imagen cedida por la familia a través de El Correo
Iván Illarramendi, natural de Zarauz (Guipúzcoa), de 47 años, y su mujer, secuestrados por Hamás en Israel el 7 de octubre del 2023. Imagen cedida por la familia a través de El Correo

Él y su pareja se encuentran en paradero desconocido desde el pasado 7 de octubre, cuando la milicia palestina secuestró a cerca de 200 rehenes, según cifras del Ejército israelí

20 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El reloj se paró a las 12.30 del mediodía del sábado 7 de octubre en la casa de la familia Garkovich. Danny y su esposa recibieron a esa hora el último mensaje de su hija Dafna y su yerno, Iván Illarramendi, natural de Zarauz (Guipúzcoa), de 47 años. El mensaje de texto decía: «¡Auxilio, auxilio!». Luego se hizo un silencio que dura hasta hoy, como ocurre en los hogares de más de 200 familias israelíes. «Vivimos a escasos cien metros, ellos estaban metidos en el búnker de casa y nosotros en el nuestro. No podíamos hablar, nos comunicábamos con mensajes de texto hasta que a las 12.30 perdimos la cobertura y el contacto», explica.

Danny Garkovich es el responsable de los bomberos en un área que va desde la frontera con Gaza hasta el límite con Egipto. Chileno de nacimiento, vive en el pequeño kibutz de Kisufim, de apenas 300 habitantes, uno de los primeros lugares a los que llegaron los milicianos de Hamás en el asalto sorpresa que acabó con 1.300 israelíes muertos y más de 200 secuestrados. «No nos gusta la palabra secuestrado, para casos como el Dafna e Iván usamos la palabra ‘desaparecidos' porque no hemos recibido ninguna prueba de vida. Esperamos que se declare pronto un alto el fuego para que algún organismo internacional tipo Cruz Roja pueda entrar y contactar con ellos», cuenta a través de una entrevista vía Zoom. Entre el trabajo diario, los funerales y los encuentros con las familias de los rehenes, el día no tiene suficientes horas para él.

Dafna e Iván vivían en Kisufim desde hace ocho años. «Son una pareja sencilla, viven felices aquí, estamos muy unidos. Trabajan en un kibutz cercano. Iván es muy futbolero, es hincha del Athletic de Bilbao y de vez en cuando también cocina platos de su tierra, unas buenas gambitas», recuerda Danny emocionado. Define a su yerno como «un chico serio, reservado, trabajador y que ha aprendido hebreo, que es difícil para un extranjero. Lo quieren mucho en su trabajo y nos enseñó una palabra en euskera: kaixo (hola)».

Un 50% de esperanza

Sueña con el día en el que vuelvan a casa, les abrirá la puerta y les dirá «bienvenidos», pero es realista y sabe que «cualquier opción tiene un 50 % de cosas positivas, pero la otra mitad también es posible. Si la gente de Hamás ha sido capaz de hacer esto, no sabemos de qué serán capaces de hacer si se ven acorralados. Danny mira al futuro y afirma que no encuentra ningún motivo para abandonar el kibutz. «Esperemos que el problema termine de forma definitiva para nosotros y para las personas inocentes del otro lado de la frontera».

Un portavoz del Ejército israelí, Daniel Hagari, cifró este jueves en 203 los rehenes de Hamás, aunque este asegura que son 250 ?200 e en sus manos y 50 en poder de otras milicias—, aunque algunos habrían muerto durante los bombardeos de Israel, como Noya Dan, una niña israelí de 12 años con autismo, y su abuela Carmela, de 80 años, cuyos cadáveres fueron identificados por las autoridades israelíes.