Delicious Martha: «Decidir hacer galletas de mantequilla me salvó en uno de los peores momentos de mi vida»

Candela Montero Río
CANDELA MONTERO RÍO REDACCIÓN / LA VOZ

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MARIO SOHO

La cocina le devolvió la ilusión después de una mala experiencia laboral que desembocó en un trastorno de la conducta alimentaria. Ahora, conquista a más de un millón y medio de seguidores en redes con su perfil gastronómico

29 feb 2024 . Actualizado a las 09:09 h.

Esta es una historia que comienza con unas galletas de mantequilla. Algo tan sencillo fue lo que salvó a Marta Sanahuja (Barcelona, 1990) de uno de los momentos más difíciles de su vida, en el que un cúmulo de circunstancias la llevaron a sumirse en la ansiedad y en un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). La cocina fue su vía de escape y ahora atiende a la entrevista después de grabar tres recetas para Delicious Martha, el perfil gastronómico que acumula más de un millón y medio de seguidores en Instagram.

La historia la cuenta de carrerilla y con la voz bien firme, pero llegar hasta aquí no ha sido fácil para esta publicista. Y es que, efectivamente, ella viene del mundo de la comunicación y la misma semana en la que presentó el trabajo de fin de grado ya tenía empleo en un agencia de publicidad: «Al principio todo iba muy bien, pero a medida que pasaban los meses cada vez lo llevaba peor, me trataron bastante mal y eso, sumado a que acababa de salir de una relación de seis años en la que sufrí maltrato psicológico, desembocó en una enfermedad», recuerda. Además del TCA «tenía muchísima ansiedad, estaba deprimida y no dormía por las noches».

Fue su familia la que, viendo la situación, decidió tomar cartas en el asunto: «Mis padres tomaron la sabia decisión de sacarme de ese infierno. Por eso siempre digo que me dieron la vida dos veces», cuenta. Ese momento Marta lo define como «el inicio del fin». «No sabía por dónde tirar. Me encantaba la comunicación, pero ni quería ni podía volver a una agencia. Además, descubrí que no estaba contratada en las condiciones adecuadas y tampoco me habían dado nunca una nómina, así que no tenía ni paro», relata.

Ella misma compartió esa realidad en su perfil: «Es una parte muy dura. Yo creo que solo somos capaces de hablarlo cuando la herida está realmente sanada. Supone abrirte mucho y a mí me llevó su tiempo», reflexiona. El saber que podía ayudar a otras personas con su ejemplo fue lo que la animó a dar el paso: «Cuando di alguna pincelada y vi que podía ayudar con mi historia fue cuando me di cuenta de lo que yo hubiese agradecido ese testimonio en su momento». «Aunque tuve la suerte de estar rodeada de una buena familia y unos buenos profesionales, cuando sabes que estás enfermo te gustaría sentirte acompañado de alguien que esté sufriendo en sus carnes lo mismo que tú», añade.

¿Cómo logró salir ella de ese trance? Un buen día del año 2013 tomó la inocente iniciativa de hacer unas galletas de mantequilla y resultó ser una de las mejores ideas de su vida: «Descubrí un mundo totalmente nuevo. Desaparecía la ansiedad, el mal rollo y el estrés. A partir de ese momento me pasaba seis horas en la cocina feliz», cuenta. Y es que ella se inició en el mundo de la gastronomía de forma autodidacta y no por su amor a ella: «Yo no empecé en la cocina porque me gustase, en aquel momento solo quería una vía de escape y me lo dieron las galletas. Jamás pensé que yo viviría de esto. Nunca pensé que tendría esta suerte», admite.

Al año siguiente decidió, de nuevo por sugerencia de su madre, abrirse un blog de recetas: «Al principio me pareció una locura, porque los blogs de cocina que había en aquel momento eran espectaculares y los llevaban personas de mediana edad que sabían cocinar muy bien», reconoce. La visual fue su gran apuesta para diferenciarse: «Llegó un momento en el que me pasaba más tiempo sacando fotos de los platos que cocinándolos. Buscaba que las recetas entrasen por los ojos, que quisieses comer la pantalla», cuenta.

Se volcó por completo en ese proyecto y llegó a publicar hasta tres recetas diarias: «Al principio éramos muy pocos los creadores de contenido ,y en gastronomía, menos», rememora. Al año y medio más o menos llegó la primera colaboración: «Una marca me proponía elaborar tres recetas para ellos a cambio de 75 euros. Ahí me di cuenta de que me podían pagar por hacer algo que me encantaba».

«Todo pasa por algo»

A pesar de lo tortuoso que ha sido el camino, Marta volvería a recorrerlo: «Creo que todo pasa por algo y seguramente si no hubiese pasado las que pasé en aquella agencia de publicidad, no estaría donde estoy y no sería lo feliz que soy hoy en día». «Aprendí muchísimo —continúa— y a pesar de lo mal que lo pasé, no lo cambiaría, porque eso me ha llevado a donde estoy ahora».

«Si no hubiese pasado las que pasé en aquella agencia de publicidad, no sería lo feliz que soy hoy en día. No lo cambiaría»

Con toda esa historia detrás nació Delicious Martha, el perfil que a día de hoy conquista paladares y seguidores y que te enseña desde a hacer una infinidad de versiones de la clásica tarta de queso hasta un risotto en vídeos ágiles y dinámicos que duran menos de un minuto.

Y el de la tarta de queso no es un ejemplo aleatorio, sino que ella misma asegura que es su receta estrella: «Considero que la tarta de queso es el mejor postre del universo. La que mejor me sale es la tipo coulant, de las que por dentro están fundidas, pero es muy difícil que te salga mal. ¡Con una buena cheesecake se me caen las lágrimas!» bromea.

Pero no es el único postre de su recetario y, aunque explica que siempre intenta hacer versiones más saludables de estas comidas, hay tres con las que se salta esta regla: «A un panetone, unos rollos de canela y una buena tarta de queso no se les puede quitar nada. Son postres con los que hay que gozar», asegura entre risas.

«A un panetone, unos rollos de canela y una buena tarta de queso no se les puede quitar nada. Son postres con los que hay que gozar»

Pero el puesto de su contenido más exitoso lo ocupa otro postre: «El que mejor funcionó fue un bizcocho japonés. Fue una pasada, porque es muy fácil de hacer y muy vistoso». Fuera de las recetas, también publica contenido gastronómico que no deja indiferente a nadie: «También tuvo mucho éxito la serie de trucos de cocina que empecé en enero. Son geniales, ¡aunque reconozco que soy la primera que luego no se acuerda de ellos!», admite.

Eso sí, la suya es una de esas casas en las que de noche no se enciende la cocina: «Ponerme a hacer una cena elaborada después de llevar desde las diez de la mañana cocinando y limpiando todo lo que mancho en la cocina me da muchísima pereza». Así que, en casa del herrero, cuchillo de palo: «O tiramos de sobras, o pedimos a domicilio o comemos lo primero que pillamos», confiesa. También ha dejado de ser, después de muchos años, la «encargada del postre» en las comidas familiares: «Paré porque ya me pasaba todo el día haciendo tartas y acababa un poco saturada».

¿Y a dónde van a parar todos esos platos que prepara continuamente? ¿Se come todo lo que sale en redes? «Mi marido se dedica a lo mismo, ¡si tuviésemos que comernos todo lo que cocinamos saldríamos rodando!», exclama. Para eso se han hecho con lo que para ellos se ha convertido en una herramienta más de trabajo: «Tenemos un congelador industrial y ahí guardamos lo que nos sobra y lo vamos sacando. El resto, o nos lo comemos o lo regalamos», explica.

Diez años en redes

Lo que empezó como quien no quiere la cosa, con unas simples galletas de mantequilla, la ha llevado a permanecer una década compartiendo contenido en redes sociales. Ya es una veterana en el mundillo y haciendo balance, la valoración es positiva: «Es increíble la capacidad de llegar a mucha gente desde tu casa para enseñarles algo que tú sabes hacer», defiende.

Eso sí, en internet no es oro todo lo que reluce: «Cualquiera te puede decir lo que quiera a través de una pantalla. Pero soy consciente de que son gajes del oficio y es el precio a pagar. Lo he trabajado mucho y a día de hoy estos comentarios no me afectan como me afectaban al principio, que era un montón. Aprendí que eso no me podía condicionar ni un segundo de mi vida», cuenta. Este año será madre, lo que la hace tenerlo más claro que nunca: «Yo he llegado a leer que iba a matar a mi bebé por entrenar durante el embarazo. Pero sé que una persona que necesita sacar su rabia llega a decirte verdaderas barbaridades como esa. Por eso, acabas sintiendo hasta lástima por ellos al pensar cómo se tiene que estar sintiendo esta persona para soltar ese comentario», añade.

«Yo he llegado a leer que iba a matar a mi bebé por entrenar durante el embarazo. Pero acabas sintiendo hasta lástima por esa persona al pensar cómo se tiene que sentir para soltar ese comentario»

Otra de las lecciones que ha aprendido en esta década es que, en lo que se refiere a publicidad, menos es más: «Al principio hacía muchas más colaboraciones, hasta que me decidí priorizar la calidad a la cantidad», alega. La máxima para decidir si trabajar o no con una marca la tiene clara: si tiene cabida en mi vida, tiene cabida en mi perfil. Si es algo que nunca consumiría, nunca me verás anunciarlo», concluye.