Uno de los abogados de La Manada a la víctima: «Entiendo que usted estaba suficientemente lubricada...»

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SANDRA ALONSO

El «Me too» español. Netflix acaba de estrenar el documental de una violación que provocó indignación en la sociedad. Cuenta cómo se produjeron los hechos, cómo localizaron a los autores y lo que pasó en el juicio pero, sobre todo, le pone voz a la persona que padeció esta agresión múltiple

02 mar 2024 . Actualizado a las 11:50 h.

Dentro de unos meses se cumplirán ocho años de aquel fatídico 7 de julio del 2016. Y aunque todos recordamos lo que hicieron estos cinco desalmados a una joven que, simplemente, estaba de fiesta en los sanfermines —están condenados por agresión sexual a 15 años de cárcel por estos hechos—, hay una especie de nebulosa sobre la secuencia de los hechos y todo lo que la víctima tuvo que pasar. Cómo se la cuestionó en sede judicial, el debate público que originó y cómo se dudó de su testimonio, el acoso que sufrió al filtrarse sus datos personales a través de la sentencia y por qué la ley no contemplaba la agresión sexual si no había intimidación o violencia explícita... Si estabas borracha o drogada te podían violar 40 hombres que, judicialmente, no se consideraba una agresión, sino simplemente un abuso sexual. Todos estos hechos aparecen reflejados en el documental No estás sola: La lucha contra La Manada, dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar, y que Netflix acaba de estrenar. Esta pieza audiovisual es una bofetada de realidad sobre cómo el machismo está implantado en nuestras instituciones. Pero también es un soplo de aire fresco y demuestra que, al menos, la sociedad sí estuvo a la altura. La reacción social, que fue bautizada en su día como el Me too español, movilizó a las mujeres de este país, pero también a muchísimos hombres. Y ese fue el verdadero cambio. Había unión para demostrar que se había cometido una auténtica aberración contra una joven, que solamente había salido a pasárselo bien.

Sin duda, uno de los platos fuertes del documental de Netflix es cómo presenta los hechos. A través de la declaración judicial de la víctima —interpretada por la actriz Natalia Molina— y de las dos cartas que envió a los medios de comunicación se construye su relato. También, a través de los wasaps, que se envían los integrantes de La Manada antes de ir a los sanfermines y después de cometer los hechos, además de lo que declararon en el juzgado. Así se referían a la víctima escasas horas después de cometer los hechos. «Buenos días, follándonos a una entre cinco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo», dice uno de ellos en un chat a las 6.50 horas. «Yo puedo con dos y con los cinco», aseguraron varios de los condenados en sede judicial sobre lo que, supuestamente, la víctima les dijo antes de entrar en el portal. Cuando ella, en su declaración, siempre había hablado de que eran cuatro los agresores. «Era la que mandaba, en cada postura... la que llevaba la batuta»... «Si hubiésemos invitado a esa chavala a una cerveza fuera, no hubiera pasado esto»... Frases que retumban una vez que has visto el documental. «¿Y cuál era la finalidad de tener esas grabaciones?», pregunta la fiscala durante el juicio, en alusión al vídeo que grabaron mientras la violaban. «Como si viéramos una porno, pues verlo en nosotros mismos», responde otro.

No era la primera vez

La visualización de ese vídeo fue lo que hizo sospechar a la policía de Pamplona de que «no era la primera vez que lo hacían». Y descubrieron dos vídeos más en sus móviles sobre un abuso anterior, el que cometieron con la joven de Pozoblanco (Córdoba). Localizar a esta chica fue un gran mérito de los investigadores, que también se detalla en el documental. Un visionado de más de mil fotografías de la feria, que esos días se había celebrado en Torre del Campo, y la identificación del vestido que llevaba la víctima el día de los hechos, les permitió contactar con ella. «Lo sabía y nadie me creía», dice esta nueva víctima en la pieza de Netflix, a través de la voz de Carolina Yuste.

Pero si las declaraciones de los detenidos provocan indignación al ver el documental, los comentarios de uno de los abogados de la defensa durante el juicio resultan también hirientes hacia la víctima de Pamplona:

—¿Esa es su manera habitual de sentarse?

—¿Perdón? Esta es la forma más cómoda. Es verdad que, a lo mejor, no es la mejor forma.

—En ese momento en que comienzan las relaciones, ¿usted se encontraba, permítame la pregunta, excitada?

—Pues no me acuerdo. No, no sé. Me acababa de dar un beso con un chico, pero no tanto como para estar excitada.

—Entiendo, por tanto, que usted estaba suficientemente lubricada para poder mantener relaciones [...]

Así es cómo se dirige el letrado a la víctima. Todo esto ocurre después de que ella ya hubiera relatado su sometimiento, una vez que la fiscala le preguntó si la habían cogido entre dos por las muñecas para meterla en el portal: «Sí. Noté cómo otro me cogía por la cadera y me bajaba los leggins. Yo cerré los ojos y, si en algún momento los abrí, lo que veía eran tatuajes y piel. Y lo único que escuchaba era alguna que otra risa. Recuerdo a uno diciendo: ‘Quillo, quillo, que me toca a mí'. Estaba totalmente en shock. Solo quería que pasara y cerré los ojos para no enterarme de nada y que todo pasara rápido [...].»

El trabajo de Carracedo y Bahar le da voz a la víctima, cómo se sintió: «Se fueron escalonadamente. Me vestí y es cuando me di cuenta de que me habían robado el teléfono. Empecé a llorar muchísimo y decidí sentarme en un banco que había en la calle».

La intervención de uno de los jueces durante el juicio, y que posteriormente emitió un voto particular en la sentencia, desmarcándose del veredicto final y defendiendo la absolución de los acusados —condenados en esa ocasión por la Audiencia Provincial de Navarra a 9 años de cárcel por abuso y no agresión—, se refleja también en el vídeo. Y habla por sí sola:

—¿Qué manifestación hizo usted para que ellos supiesen que estaba en situación de shock y que estaban teniendo relaciones sexuales sin consentimiento por su parte?

—No, no hablaba. No estaba haciendo nada. Estaba sometida y con los ojos cerrados.

—En cualquier caso, dolor durante ese episodio ha quedado claro que no sintió usted.

Por si esto fuera poco, el magistrado quiso dejar clara su postura en la sentencia: «No aprecio en los vídeos cosa distinta a una cruda y desinhibida relación sexual, mantenida entre cinco varones y una mujer, en un entorno sórdido, cutre e inhóspito y en la que ninguno de ellos (tampoco la mujer) muestra el más mínimo signo de pudor, ni ante la exhibición de su cuerpo o sus genitales ni ante los movimientos, posturas y actitudes que van adoptando». Y prosigue: «No puedo interpretar en sus gestos ni en sus palabras (en lo que me han resultado audibles) intención de burla, desprecio, humillación, mofa o jactancia de ninguna clase. Sí, de una desinhibición total y explícitos actos sexuales en un ambiente de jolgorio y regocijo en todos ellos y, ciertamente, menor actividad y expresividad en la denunciante».

Ante este pronunciamiento judicial, la gente se echó a la calle para manifestar lo que pensaba: «Hermana, yo sí te creo». Nadie entendió que la sentencia no contemplara la agresión, solo el abuso. Y el voto particular de este magistrado provocó gran indignación y polémica.

El vía crucis de la víctima no acababa más que empezar. El documental relata de manera pormenorizada cómo se la cuestionó, se puso en duda su versión, se la juzgó por querer seguir con su vida, incluso por llevar en una camiseta una frase, según algunos, incoherente con los hechos que estaba denunciando. A la víctima se la señaló y se la juzgó como si su delito hubiera sido no forcejear con cinco hombres que la superaban en tamaño y fuerza. Como si no tuviera derecho a volver a sonreír o a volver a disfrutar de una noche de fiesta. «No se le puede exigir una actitud heroica a la víctima», dijo la fiscala del Tribunal Supremo en su intervención.

Afortunadamente, este tribunal corrigió la sentencia y sí consideró que se había producido una violación, no un abuso, y condenó a los acusados a 15 años de prisión. Tanto la víctima como todos los que salieron a la calle ganaron la batalla del machismo y lograron que la ley se corrigiera, porque no es necesario intimidar a una mujer para violarla.

«Ella no ha podido ver el documental y, por supuesto, tampoco participar en él. Todavía no está preparada. Sigue mal», reconoce a YES Teresa Hermida, la abogada de la víctima. Sin pretenderlo, su valentía y fortaleza ha provocado que las mujeres tengan ahora una mejor defensa ante los depredadores sexuales. Pero la lucha sigue. Gracias también a ella, como quiera que se llame.