La diplomacia occidental intenta aplacar a Israel

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

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Gabinete de guerra de Israel reunido en Tel Aviv.
Gabinete de guerra de Israel reunido en Tel Aviv. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Netanyahu diseña una represalia contra Irán que no enfade a Estados Unidos y que contente a sus socios de la ultraderecha, en medio de la ofensiva de Teherán para rebajar las tensiones

15 abr 2024 . Actualizado a las 22:35 h.

Oriente Medio afronta un escenario inédito tras la decisión de Irán de cruzar la línea roja que mantenía desde hacía décadas y lanzar su primera ofensiva directa contra territorio israelí. Dos días después, los aliados de Israel se afanaban en aplacar la venganza prometida por el Gobierno de Benjamin Netanyahu y evitar así alimentar un conflicto que derive en una guerra abierta entre las dos principales potencias militares de la región. A la vez, el régimen de Teherán trataba de contener las consecuencias de su inédita beligerancia, aunque también avisaba de una respuesta inmediata y letal, si Tel Aviv opta al final por tomar represalias.

El gabinete de guerra de Israel se reunió este lunes por segunda vez en 48 horas para discutir cuándo y cómo responder el golpe del régimen de los ayatolás. Netanyahu se mantuvo en silencio en medio de las presiones de sus socios de extrema derecha para que lance una respuesta rápida y contundente. Mientas, el líder de la oposición, Yair Lapid, insistía en convocar elecciones: «Este Gobierno nos va a llevar a la ruina, si no lo echamos a tiempo». 

Delicado cálculo

Netanyahu se enfrenta a un delicado cálculo: cómo responder a Irán para no parecer débil, y al mismo tiempo evitar enfadar a la Administración Biden, ya molesto con su estrategia en la guerra de la Franja de Gaza. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, dijo a su homólogo estadounidense, Lloyd Austin, que «no tenemos otra opción que responder».

Los llamamientos de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia a la contención se entremezclaron con su apoyo a Israel y la condena del ataque iraní que ayudaron a repeler. «Todas las partes deben mostrar moderación», declaró el primer ministro británico, Rishi Sunak, en una comparecencia ante la Cámara de los Comunes. «Queremos que prevalezcan las cabezas frías y estamos dirigiendo todos nuestros esfuerzos diplomáticos a esos efectos», añadió. También el presidente Emmanuel Macron explicó que Francia hará todo lo posible para evitar una escalada. «Estaremos al lado de Israel para garantizar su protección al máximo, pero también para pedirle un límite para evitar una escalada».

Alemania, otro de los grandes aliados de Israel y su segundo proveedor de armamento, también mostró su oposición a una eventual respuesta militar contra Irán. «Las represalias no tienen lugar en el derecho internacional», dijo la ministra de Exteriores germana, Annalena Baerbock.

En su primera aparición pública tras el ataque, el presidente Joe Biden elogió la exitosa interceptación de los ataques aéreos de Irán y reiteró su determinación a seguir defendiendo a Israel. Pero a la vez y ante la presencia en el despacho oval del primer ministro iraquí, Mohamed Shia al Sudani, Biden reiteró que sigue comprometido con un alto el fuego en Gaza «que traiga de vuelta a los rehenes y evite que estos conflictos se extiendan más allá de lo que ya se han extendido». Al Sudani no desaprovechó la ocasión para denunciar las agresiones sobre los civiles de Gaza.

Entre tanto, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, coordina con diferentes países árabes y europeos una «respuesta diplomática» al ataque de Irán para evitar una escalada. «La fuerza y la sabiduría deben ser las dos caras de la misma moneda», subrayó.

La apuesta de Teherán era este lunes una ofensiva diplomática con el mensaje de que no busca aumentar las tensiones y que el ataque contra Israel fue «necesario, proporcional y dirigido a objetivos militares». El ministro de Exteriores iraní, Hossein Amir Abdolahian, mantuvo con conversaciones con sus homólogos de Rusia, Catar, la India, Malta, Egipto, Arabia Saudí, Siria, Turquía y la Unión Europea. Al jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, señaló que «la cuestión está cerrada» para Teherán, pero insistió que «si el régimen israelí quiere continuar sus aventuras, la respuesta será recíproca, inmediata y amplia». No se producirán más ofensivas si el «enemigo no responde», aseguró por su parte el embajador iraní en España, Reza Zabib.

Los Veintisiete abordarán este martes la crisis con la amenaza de sanciones a Irán. Varios países europeos, entre ellos Francia y Bélgica, convocaron a los respectivos embajadores iraníes para condenar la ofensiva contra Israel.

En la sala de crisis de la Casa Blanca, la «situation Rroom», Biden siguió muy de cerca la respuesta al ataque iraní.
En la sala de crisis de la Casa Blanca, la «situation Rroom», Biden siguió muy de cerca la respuesta al ataque iraní. @POTUS | EFE

Juegos de guerra con riesgo calculado 

La Voz

Irán midió mucho su operación Promesa Verdadera. Quería mandar un claro mensaje a Israel tras el ataque del 1 de abril contra su consulado en Damasco —que costó la vida a siete miembros de la Guardia Republicana—, pero sin prender la mecha del polvorín de Oriente y provocar un conflicto armado. Quería dejar constancia de la potencia de su capacidad de disuasión pero también dar tiempo a que el enemigo preparará su defensa y evitar víctimas.

Con ese objetivo, 72 horas antes del ataque el régimen de los ayatolás informó de sus intenciones a «amigos y vecinos de la región», entre ellos EE.UU., según desveló el domingo el propio ministro de Exteriores iraní, Hossein Amir Abdolahian, algo que la Casa Blanca insistió este lunes en negar.

El aviso permitió a Israel cerrar escuelas, prohibir reuniones multitudinarias y tener lista la operación miliar Escudo de Hierro con la que interceptó la mayoría de los drones y misiles.

Su aliados llevaban diez días en estado de alerta máxima y coordinándose. A su vez, EE.UU. mantuvo contactos con Irán a través del canal de comunicación suizo, intermediario habitual ante las inexistentes relaciones diplomáticas entre Washington y Teherán. Desde el día 3 de abril, el Pentágono mantenía ese canal abierto lo que permitió al comandante en jefe, Joe Biden, ordenar el envío de los destructores Carney y Arleigh Burke equipados con baterías antiaéreas y reforzar el despliegue de aviones de combate.

El jueves día 11, la Casa Blanca ya tenía en su poder la información concreta del bombardeo. Teherán la había proporcionado a los países árabes para que protegieran su espacio aéreo, consciente de que acabaría en manos del Pentágono. Ese mismo día el jefe del Comando Central de EE.UU., Michael Kurilla, llegaba a Israel para coordinarse con los militares israelíes. En la noche del sábado, Biden siguió con gesto serio la respuesta al ataque iraní desde la sala de crisis de la Casa Blanca.

Cazas del Reino Unido y Francia también ayudaron a interceptar los proyectiles lanzados por Irán. El primer ministro Rishi Sunak evitó especificar cuántos drones destruyeron los aviones británicos, aunque desveló que también se proporcionó apoyo de inteligencia. 

Ayuda de países árabes

El papel de Jordania fue vigilar cualquier actividad de las milicias proiraníes acantonadas en las fronteras de Irak y Siria, permitir el uso de su espacio aéreo a los aviones de combate aliados y ordenar a sus propios cazas la interceptación de artefactos iraníes. Además, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí aceptaron abrir sus canales de inteligencia y tratar de modo reservado con Tel Aviv y sus aliados.

Una operación bien calculada, aunque ninguna está exenta de riesgos. La Guardia Revolucionaria disparó 170 drones, 120 misiles balísticos y 30 de crucero. De todos ellos, solo diez penetraron en la Cúpula de Hierro, el sistema de defensa israelí. Tel Aviv asegura que representa un éxito de su nivel defensivo. No lo ve así Teherán, que considera que es un ejemplo de que el escudo puede ser traspasado. De hecho, nadie sabe cuántos proyectiles habrían caído en suelo judío de no haber avisado Irán de sus intenciones. Económicamente, al régimen islamista el gasto en munición le salió mucho más barato respecto a los 1.250 millones de euros que costaron las contramedidas de Israel.