Google reduce los requisitos para añadir nuevas apps a Android Auto y mantiene una carrera con Apple para dotar de nuevos servicios y contenido a los «displays», cada vez más grandes
29 may 2024 . Actualizado a las 13:08 h.Febrero del 2016. En el Mobile World Congress de Barcelona los coches son protagonistas. Sobre la tribuna, un vicepresidente de un gigante de la automoción, Daimler (Mercedes). En la pantalla, un vídeo que muestra a dos personas en un turismo en marcha, una niña de corta edad y su progenitor. Este se queda dormido. Y la pequeña ríe. No les pasa nada. Viajan en un vehículo eléctrico conectado y autónomo, no hacía falta conductor.
En aquella feria tecnológica, los fabricantes de coches hacían sus proyecciones, cálculos y teorías sobre el futuro de la automoción. Apostaban por la evolución (y aportaban datos demoledores sobre la reducción de la siniestralidad o la búsqueda automática de aparcamiento), pero mostraban también recelos: si el conductor pasa a un segundo plano y la tecnología es la gran protagonista, ¿quiénes tienen todas las de ganar? Pues los gigantes de internet, con sus asistentes y ecosistemas de aplicaciones. Identificaban que había un riesgo de que la gente acabará comprando los vehículos en función de su sistema operativo, y no de su motor: el factor diferencial sería el sistema operativo, de Apple o de Google, y en segundo lugar el modelo y marca.
Ocho años después de aquel cónclave, aún no ha llegado la era digital de la automoción, pero los coches han cambiado mucho.
Casi todos los modelos tienen pantallas táctiles que ocupan un espacio preferencial y dan acceso a información, entretenimiento o diferentes servicios: mapas y navegación, música, lectura y escritura de wasaps, consulta del tiempo, diálogo con los asistentes digitales... A pesar de las dudas que surgen sobre si estos sistemas favorecen la distracción de los conductores (se reduce el tiempo de respuesta), la transformación parece no tener vuelta atrás: plataformas como Android Auto (presente en más de 200 millones de vehículos en todo el mundo) y Apple Car Play evolucionan constantemente. Y las pantallas no dejan de aumentar de tamaño.
El Cybertruck de Tesla, por ejemplo, tiene un «display» que mide 18,5 pulgadas, más grande que las de los ordenadores portátiles más vendidos. Y Ford, según el portal The Verge, equipa en sus Lincoln Nautilus un tablero digital panorámico de 48 pulgadas, con elementos gráficos que permiten resoluciones altísimas. Esta pantalla no es táctil. Se maneja desde otra al lado del volante que permite arrastrar widgets, organizar la información o activar un modo minimalista (Calm).
El conjunto (que funciona con Android Auto y Car Play) llama poderosamente la atención y coincide en el tiempo con un movimiento de calado de Google: está lanzando un nuevo programa para tener más apps listas para instalar en coches, bajando los requisitos previos (pero siempre cumpliendo los estándares de calidad) y buscando que los desarrolladores de videojuegos, navegadores web y servicios de streaming apuesten por este mercado creciente.
¿Será posible ver una serie de Netflix o Max o jugar a los Angry Birds o al adictivo Brawl Stars en el coche?. Sí. En unos meses. Posiblemente antes en los modelos de Nissan, Renault o Ford que han sido desarrollados con Google en su corazón. ¿Deben de saltar las alarmas por la seguridad? Sí y no. Parece claro que aumentarán las distracciones, pero mientras la conducción autónoma no sea una realidad, disfrutar plenamente de estas aplicaciones solo se podrá hacer con el vehículo parado.