Giovanna Roncador: «Nuestros anticuerpos se emplean para diagnosticar el cáncer con mayor precisión»
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La investigadora del CNIO ha generado proteínas a partir del descubrimiento de los ganadores del Premio Nobel de Medicina de este año que han generado millones a la ciencia española
14 oct 2025 . Actualizado a las 10:03 h.Giovanna Roncador (Mezzolombardo, Italia-1967) no ha ganado el Premio Nobel de Medicina, pero sí podría decirse que bien podría ser merecedora de una pequeña parte del galardón que hace unos días se llevaron Shimon Sakaguchi, Mary Brunkow y Fred Ramsdell por su descubrimiento de cómo las defensas del organismo evitan atacar al propio cuerpo. Roncador y su equipo en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) desarrollaron los anticuerpos que permitieron estudiar y explotar el potencial en medicina de los linfocitos T reguladores descritos por los científicos galardonados con el Comité Nobel. Son, además, uno de los productos biotecnológicos más demandados por la comunidad investigadora y farmacéutica mundial, ya que permiten tanto el diagnóstico de cáncer y de enfermedades autoinmunes como el diseño de nuevas terapias. Su licencia ha generado 13 millones de ingresos al CNIO en los últimos 20 años.
-¿Siente de alguna forma que una pequeña parte del Nobel de Medicina también les corresponde?
-No, el Premio Nobel pertenece, sin duda, a quienes realizaron un descubrimiento tan relevante. El trabajo de Shimon Sakaguchi, Mary Brunkow y Fred Ramsdell fue realmente inspirador y cambió nuestra comprensión del sistema inmunitario y de las enfermedades autoinmunes. Gracias al descubrimiento de las células T reguladoras y del papel fundamental del gen FOXP3, los científicos pudieron entender por primera vez cómo el sistema inmunitario mantiene el delicado equilibrio entre protegernos de virus y bacterias y, al mismo tiempo, evitar que nuestras defensas ataquen nuestros propios tejidos. Este hallazgo cambió por completo la forma de estudiar las enfermedades del sistema inmunitario y abrió el camino a nuevos tratamientos que ayudan a controlar mejor las defensas del cuerpo, desde terapias para enfermedades autoinmunes hasta estrategias para reducir el rechazo en trasplantes.
Como científica apasionada por la inmunología, me emociona ver cómo este hallazgo ha abierto nuevas vías de conocimiento e inspirado a muchos investigadores.
-Sí, pero su trabajo ha contribuido a encontrar aplicaciones concretas al trabajo de los premiados con el Nobel.
-Es cierto que nuestro trabajo ha contribuido a que el trabajo premiado con el Nobel pudiera avanzar y traducirse en aplicaciones concretas. Fuimos los primeros en desarrollar anticuerpos monoclonales frente a la proteína FOXP3, una herramienta que ha permitido identificar y estudiar con precisión las células T reguladoras. Ver cómo los anticuerpos que hemos producido se han convertido en una referencia mundial para la investigación biomédica es, para mí, un motivo de enorme orgullo y el mejor reconocimiento posible para todo nuestro equipo.
-¿En qué medida el desarrollo de los anticuerpos ha permitido nuevos avances en medicina?
-Nuestros anticuerpos frente a la proteína FOXP3 se utilizan hoy en investigación básica para identificar, aislar y estudiar las células T reguladoras (Treg) tanto en tejido como en suspensiones celulares. Su uso es especialmente importante en el cáncer, donde permiten observar cómo se comportan las defensas dentro de los tumores y ayudan a prever la respuesta de los pacientes a determinados tratamientos. También resultan fundamentales en el estudio de enfermedades autoinmunes como el lupus o la artritis reumatoide, en las que el sistema inmunitario pierde el control y ataca por error los propios tejidos.
Además, en la industria biomédica y en el desarrollo de terapias avanzadas, estos anticuerpos se emplean para garantizar la calidad de tratamientos que utilizan células inmunitarias, como algunas inmunoterapias. La demanda de este tipo de reactivos ha crecido de forma constante en los últimos años, reflejando la creciente importancia de las células T reguladoras en el control del sistema inmunitario y en el avance de la medicina personalizada.
-Sin los anticuerpos que han desarrollado sería más difícil estudiar los linfocitos T reguladores, ¿por qué?
-Antes del desarrollo de estos anticuerpos era prácticamente imposible distinguir las células T reguladoras de otros tipos de linfocitos, porque externamente (morfológicamente) son muy parecidos. Detectar la proteína FOXP3 dentro de la célula permitió identificarlas con precisión y estudiar su papel en el equilibrio del sistema inmunitario.
-¿Mantiene contacto con los ganadores del Nobel o han realizado alguna colaboración conjunta?
-No los conozco personalmente, pero sigo y admiro mucho su trabajo. Ha sido una gran fuente de inspiración para todos los que nos dedicamos a la investigación.
-Ustedes han continuado generando y licenciando anticuerpos: ¿En qué se aplican?
-En estos 25 años, hemos creado más de 150 anticuerpos monoclonales que se utilizan para investigar el cáncer y entender mejor las moléculas que participan en el desarrollo y crecimiento de los tumores. Algunos de estos anticuerpos también se emplean en hospitales para ayudar a los médicos a diagnosticar con mayor precisión los diferentes tipos de cáncer.
En estos últimos años, junto a equipos de investigación clínica del CNIO, estamos creando anticuerpos que podrán aplicarse directamente en medicina como terapias, por ejemplo, en terapias avanzadas como las CAR-T y otros tratamientos innovadores que están cambiando la forma de tratar el cáncer.
En la actualidad, 64 de nuestros anticuerpos monoclonales están licenciados a compañías líderes del sector biomédico. Esto tiene un doble beneficio: por un lado, poner a disposición de la comunidad científica herramientas de alta calidad que impulsan la investigación en todo el mundo; y, por otro, generar recursos que el CNIO puede reinvertir en nuevos proyectos, fomentando así un ciclo continuo de conocimiento e innovación.
-¿Por qué esta línea de investigación, que ya lleva unos cuantos años, sigue en auge?
-Los anticuerpos monoclonales siguen siendo una herramienta esencial porque pueden reconocer con una precisión extraordinaria moléculas y células muy específicas. Esa capacidad, que ninguna otra tecnología ha logrado igualar hasta ahora, los convierte en indispensables para la investigación biomédica, el diagnóstico clínico y el desarrollo de tratamientos innovadores.
-¿Se esperaba que las licencias de explotación de sus anticuerpos fueran de las más rentables de la ciencia española?
-Sinceramente, era muy difícil imaginar el éxito que tendrían los anticuerpos frente a FOXP3. Su importancia ha ido creciendo al mismo ritmo que los nuevos descubrimientos sobre las células T reguladoras y su papel en el sistema inmunitario. Sabíamos que, al haber sido los primeros en desarrollar esta tecnología, partíamos con una ventaja, pero nunca pensamos que acabaría convirtiéndose en una de las licencias más productivas de la investigación biomédica en España.
-¿Qué es FOXP3 y por qué es importante?
-FOXP3 es una proteína que actúa como un «interruptor» en las células T reguladoras (Treg), un tipo especial de linfocitos encargados de mantener el equilibrio del sistema inmunitario. Las Treg evitan que nuestras defensas ataquen por error al propio cuerpo, previniendo enfermedades autoinmunes, y también limitan las respuestas inmunes excesivas tras infecciones o inflamaciones.
Sin FOXP3, estas células no podrían desarrollarse ni funcionar correctamente. Por eso, detectar FOXP3 con anticuerpos específicos es esencial para estudiar las Treg y entender su papel en la salud y en la enfermedad.
«La burocracia continúa siendo un problema muy importante para la ciencia española»
-Usted es italiana y lleva dos décadas en el CNIO. ¿Cómo valora su experiencia?
-Si, italiana, originaria de un pequeño pueblo del Trentino-Alto Adige, Mezzolombardo, y he tenido la oportunidad de desarrollar mi carrera en dos centros de referencia internacional. Pasé más de tres años en la Universidad de Oxford, donde me formé en la técnica de generación de anticuerpos monoclonales, y en el año 2000 me incorporé al CNIO.
Trabajar en un centro como el CNIO ha sido una experiencia muy valiosa. Me ha permitido crecer como científica, aprender cada día y participar en proyectos importantes sobre el cáncer. Nada de esto habría sido posible sin el esfuerzo y la dedicación de mi equipo, al que estoy enormemente agradecida.
-En sus años en España ha pasado por distintas épocas y gobiernos con más o menos apoyo a la ciencia. ¿Cómo valora el momento actual?
-Creo que estamos viviendo una nueva etapa muy emocionante en el CNIO, con una dirección científica y económica renovada, llena de energía e ideas. Valoro sinceramente el esfuerzo que está haciendo el ministerio por reforzar la ciencia y apoyar el trabajo del centro.
Aun así, después de tantos años en España y de haber conocido cómo se investiga en otros países, creo que los problemas de fondo siguen siendo los mismos. La burocracia continúa siendo un obstáculo importante: consume tiempo y recursos que podrían destinarse a la ciencia en sí. Y la falta de una financiación estable y previsible dificulta la planificación a largo plazo y la consolidación del talento. Además, creo que hace falta reforzar la inversión en transferencia de conocimiento, con oficinas potentes y ágiles que ayuden a transformar los resultados de la investigación en aplicaciones reales, para que los avances lleguen antes al paciente y a la sociedad.