Las bodas ya no son para el verano

Gladys Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

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La boda de Marta y Manu. La celebración tuvo lugar en Culleredo el 21 de diciembre del 2024. Estos novios le encargaron a Bendita Flor un evento cargado de significado ya que querían una boda navideña. <br />En la imagen de derecha, una decoración en verdes del espacio de otra ceremonia del mismo taller floral. Una creación marcada por los tonos verdes.
La boda de Marta y Manu. La celebración tuvo lugar en Culleredo el 21 de diciembre del 2024. Estos novios le encargaron a Bendita Flor un evento cargado de significado ya que querían una boda navideña. 
En la imagen de derecha, una decoración en verdes del espacio de otra ceremonia del mismo taller floral. Una creación marcada por los tonos verdes. BANG BANG YOU / ÓSCAR COMPANIONI

La mayor disponibilidad de fechas, la temática o incluso el ahorro en el precio, las fiestas del «sí quiero» se desestacionalizan cada vez más

09 nov 2025 . Actualizado a las 12:20 h.

A la boda de Marta y Manu no faltó ni Papá Noel. Esta pareja eligió el 21 de diciembre del 2024 como fecha para su enlace. No lo hicieron por falta de fechas. Tenían claro que el momento para el «sí quiero» tenía que ser en Navidad. «Muchas parejas se casan en invierno porque les encantan estas fiestas. Desde luego, a nosotros nos influye mucho en las decoraciones que hacemos, desde los verdes, los abetos a la iluminación», explica la responsable de la creación floral de este enlace, Anxela Rodríguez. Alma máter de Bendita Flor, todavía no ha cerrado la agenda nupcial del 2025. «Terminamos el 20 de diciembre. La temporada empieza en marzo y abril, pero ahora notamos más bodas en septiembre y octubre, que antes no eran tan habituales». Y es que los enlaces han dejado de ser un asunto exclusivamente veraniego. «Noto que, en general, hay muchísimas bodas. Los que se casan fuera de la temporada alta es porque no encuentran sitio en las fincas o pazos. En ocasiones, los proveedores con los que quieren trabajar no tienen fechas. Yo estoy a tope y cada año tengo más bodas».

El Sofá Amarillo es otra de las empresas líderes del sector. Sus bodas se extienden por todo el país. «Es cierto que hay muchos más eventos en primavera y verano, pero lo que notamos es que, desde la pandemia, la gente planifica todo con más tiempo», dice Marta Rivadulla, que coincide en el diagnóstico: las parejas ponen por delante el lugar de sus sueños a una fecha concreta. «Nuestro servicio cuesta lo mismo, pero es cierto que en algunos pazos puedes conseguir un porcentaje un poco más flexible a la hora de alquilar el espacio. Piensa que, en otoño, muchas bodas no disfrutan del jardín del recinto. También es cierto que hemos notado que se está casando mucha gente y que normalmente coinciden grupos de amigos de la misma promoción que se casan el mismo año. Ellos mismos se reparten las fechas». Marta dice esto pensando en cómo fueron sus últimas bodas concentradas en los últimos fines de semana de octubre. Una de ellas fue la de Beatriz y Manuel, una oda al otoño en una finca particular del concello de Cambre con más de 260 invitados. «La verdad es que estamos siempre a tope», sentencia.

La boda de Bea y Manuel. Esta pareja eligió una finca de Cambre para darse el «sí quiero» en octubre. Con más de 260 invitados, El Sofá Amarillo apostó por los burdeos, ocres y naranjas para un enlace que definen como inolvidable
La boda de Bea y Manuel. Esta pareja eligió una finca de Cambre para darse el «sí quiero» en octubre. Con más de 260 invitados, El Sofá Amarillo apostó por los burdeos, ocres y naranjas para un enlace que definen como inolvidable PELAYO LACAZETTE

Aunque el ahorro no es determinante para desplazar una boda fuera de la temporada alta, sí que pueden variar los precios. Así lo confirma Pepe Solla. El chef con estrella Michelin tiene en este tipo de cátering una parte fundamental de su negocio. Su empresa gestiona cuatro pazos en Galicia y, de los 200 eventos que hacen al año, el 90 % son bodas. Si tienen disponibilidad, las llevan incluso a otros recintos. «Cada vez se desestacionalizan más. Hace tres semanas tuvimos seis bodas. Se celebran tanto el viernes, el sábado como el domingo. En temporada alta podemos hacer doce bodas cada fin de semana», explica mientras apunta un dato más: estos eventos ya se planifican con más de un año de antelación. «Hay quien marca la fecha con dos años antes. Es una auténtica pasada».

Por servicios

Para Pepe Solla, la clave de este bum tiene que ver con que es más sencillo dar con una fecha, pero también señala el factor precio. En su servicio y el de las fincas que gestiona, la rebaja puede llegar al 40 por ciento. «En los pazos hay una tarifa, que es la del alquiler del espacio. Por otro lado está el precio del menú y ahí también se puede notar. Mi tarifa fluctúa, no mucho porque a mi personal le pago lo mismo, pero en cuanto a materia prima sí que puedo ajustar un poco. En verano, el pescado puedo comprarlo sobre 45 euros el kilo. En octubre, el mismo producto puede estar a 30. Así puedo bajarles el precio y, aunque tampoco es una barbaridad, entre la finca y el banquete, se nota», explica.

Con todo, remarca que junio, julio y agosto siguen siendo los meses que se llevan la palma. «Hay que pensar que, ahora mismo, las bodas siempre están de temporada. Desde luego, para mi negocio es maravilloso porque tengo un personal fijo que mantener y, si puedo pagarles con esos ingresos a lo largo de todo el año, es muy interesante». Lo dice desde la perspectiva de que en solo un fin de semana puede tener a 200 personas trabajando en varias bodas. «Y no solo es el menú, también es el personal de producción o los aparcacoches. En una sola celebración puedo tener perfectamente a 60 trabajadores».