Los relatores de la ONU condenan el desalojo de 400 inmigrantes sin techo de un antiguo instituto de Badalona

Xavier Gual BARCELONA / E. LA VOZ

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Agentes de la Policía Local de Badalona (Barcelona) controlan a los inmigrantes desalojados del antiguo instituto B9.
Agentes de la Policía Local de Badalona (Barcelona) controlan a los inmigrantes desalojados del antiguo instituto B9. Alejandro Garcia | EFE

La policía obliga a desmontar el campamento levantado en la calle tras la desocupación

20 dic 2025 . Actualizado a las 17:19 h.

El polémico desalojo de 400 inmigrantes de un instituto abandonado en Badalona, la mayoría subsaharianos, muchos en situación irregular, recibió ayer la condena de los relatores de la ONU. «Desalojar a una persona en pleno invierno y dejarla sin hogar constituye una grave violación del derecho a una vivienda adecuada», además de suponer un «trato cruel, inhumano o degradante», algo que es «inaceptable», advirtieron en un comunicado el relator para la Vivienda, Balakrishnan Rajagopal, y su homólogo para los Migrantes, Gehad Madi. Ambos rechazaron el discurso del alcalde Xavier García Albiol por vincular a los ocupantes del inmueble con la inseguridad en la zona: «Los tildaban de delincuentes o violentos, sin aportar pruebas que lo demostraran». Los expertos de Naciones Unidas subrayaron que «los migrantes se enfrentan a múltiples dificultades a la hora de acceder a una vivienda adecuada y las autoridades públicas deben esforzarse por combatir la discriminación, no por alimentarla», y pidieron «una respuesta urgente basada en los derechos, y desde luego no en más desalojos».

Segunda noche al raso

La de este jueves fue la segunda noche a la intemperie de los migrantes subsaharianos desalojados del antiguo instituto B9. Y no habrá una tercera, al menos en este punto de la ciudad. Efectivos de la Guardia Urbana se presentaron a primera hora de la mañana con la intención de limpiar la plaza Roja, a pocos metros del inmueble, en la que se habían refugiado bajo improvisadas tiendas de campaña algunas decenas de ellos. No hizo falta la intervención policial. Los acampados apagaron las hogueras, recogieron sus tiendas y enseres, siguiendo el consejo de las entidades sociales que les prestan ayuda. Si se resisten lo pueden perder todo, les dicen. «¿Qué hemos hecho mal para que nos traten así? No nos quieren dar alquiler, si tú eres negro siempre es un problema», se lamenta Vito Djame, mientras dobla una de las mantas con la que pasó la noche. «Siempre nos envían policías para provocarnos, para decir que somos unos salvajes; no es cierto, somos seres humanos», añade su compañero Younoss Drame, que acomoda sus cosas en un pequeño remolque tirado por una bici. «No vamos a desaparecer», grita antes de doblar la esquina.

Mientras, la Generalitat instó al ayuntamiento a abrir el albergue de Can Bofí Vell para acoger a los desalojados del B9, a lo que el Gobierno local se negó por presentar este inmueble «graves deficiencias estructurales». Desde el consistorio insisten en que no se gastarán «ni un euro» en buscarles una alternativa habitacional.