Licencia para sobrevolar el futuro

Pablo Batalla Cueto GIJÓN

ASTURIAS

La Universidad de Oviedo ofertará el próximo curso un título propio de experto en pilotaje remoto de drones pionero en España

02 jun 2016 . Actualizado a las 23:28 h.

En diciembre de 1960, dos hermanos de Ann Arbor (Michigan, Estados Unidos), Tom y James Monaghan, compraron una pizzería llamada Dominick's que habían ahorrado trabajosamente. El local tenía un horno y dos mesas: suficiente para empezar. Pero las cosas no les fueron bien. Sus pizzas eran baratas, pero no especialmente sabrosas, y tenían en la ciudad competidoras que atraían más a los lugareños. James acabó vendiéndole su parte a Tom, pero éste, entonces, tuvo la idea que acabaría por hacerle rico. Ann Arbor es la ciudad en la que se encuentra la Universidad de Michigan, y allí había un nutrido conjunto de consumidores potenciales: los estudiantes, gentes proverbialmente faltas de recursos y de paladares poco exigentes. Había un problema: los universitarios annarborienses no solían tener coche, y por lo tanto no podían acercarse a Dominick's a por sus pizzas. La idea de Tom fue la del refrán de Mahoma y la montaña: acercarse él mismo al campus con su Volkswagen escarabajo a repartir las pizzas que los estudiantes pidieran por teléfono. Tom Monaghan inventó así el reparto a domicilio. Hoy atesora una fortuna que en 2005 se estimaba en 500.000 millones de dólares y que lo convierte en uno de los hombres más ricos de Estados Unidos (además de un prominente miembro del ala ultraconservadora del Partido Republicano). Eso, con un Volkswagen escarabajo. Imagínense cómo de más multimillonario sería Monaghan si, como Biff en Regreso al futuro II, hubiera viajado al campus de Viesques en 2016, se hubiera matriculado en el nuevo y pionero título propio de experto en aeronaves pilotadas remotamente y autónomas que la Universidad de Oviedo ofertará el próximo curso y se hubiera vuelto a Ann Arbor con un par de drones cuatrimotor como los que, desde hace un año, utiliza una empresa de San Francisco para repartir tacos a domicilio en un par de minutos desde que el cliente hace clic en la pantalla de un smartphone.

Las asombrosas posibilidades de estos aparatitos son bien conocidas, y no todas, ni aun las mejores, tienen que ver con el reparto de comida. La detección de yacimientos arqueológicos, el control de la contaminación atmosférica, la detección precoz de incendios o el rescate de personas en catástrofes -con drones dotados de detectores de temperatura capaces de escudriñar el calor humano bajo las más gruesas capas de escombros- son algunas de ellas. Según ilustra Manés Fernández, coordinador del nuevo curso de la Universidad de Oviedo, «en un famoso viñedo español se detectó un problema de regadío volando con un dron equipado con cámaras multiespectrales para detectar el índice de estrés hídrico de una planta: la planta seguía siendo verde pero el espectro infrarrojo revelaba que no estaba bien». Del vertiginoso crecimiento que está experimentando este campo habla a las claras, según explica el profesor, una proyección de mercado realizada recientemente en Estados Unidos y según la cual el aumento de la venta de drones «era una recta con una pendiente del 45%». Se trata, opina Fernández, «de un mercado en ebullición».

Un curso pionero en España

«No hay ningún título en España que cubra lo que cubre éste», asegura un orgulloso Fernández del nuevo curso, que la universidad asturiana impartirá en colaboración con la empresa Asturavia, única escuela de pilotos existente en el Principado. El valor del curso radica en que, a diferencia de otros estudios similares, éste no sólo ofrecerá la licencia de piloto de dron civil, sino también el certificado para el manejo de drones multirrotor y de ala fija, así como formación sobre las aplicaciones tecnológicas e industriales, diseño, ajustes y aspectos legales y administrativos y prácticas de vuelo real en una parcela homologada por la Federación Aeronáutica del Principado en el propio campus. Entre los enseñantes que orientarán a los alumnos habrá desde técnicos en audiovisuales hasta expertos en derecho administrativo pasando por ingenieros eléctricos o topógrafos. Se está barajando aún si ofertar tres ediciones anuales o sólo dos; el número de plazas máximo será de 20 y no se requiere ninguna carrera concreta para acceder al curso: que las aplicaciones de los drones abarquen desde el mundo del vino hasta la arqueología hace que no sólo ingenieros, sino también arquitectos, médicos o historiadores del arte puedan estar interesados en esta clase de formación. El precio es asequible: 2.500 euros.

La preinscripción comenzó el 1 de junio, pero ya antes habían tenido constancia los responsables del curso del interés de numerosos alumnos potenciales no sólo asturianos y ni siquiera españoles. «Hubo», ejemplifica el profesor Fernández, «un chico colombiano que nos preguntó si podía hacerlo a distancia, pero le dijimos que tenía que estar aquí por lo menos un mes porque las horas de vuelo las multiplicamos por más de cuatro respecto a las de la licencia normal: en la licencia normal son cuatro horas de vuelo y aquí hacemos 12 más cuatro de examen, o sea, 16 en total. Queremos que los alumnos salgan volando bien».