Javier Fernández augura que el próximo gobierno tendrá que subir impuestos

EFE REDACCIÓN

ASTURIAS

Alberto Morante

El presidente asturiano apuesta ante un foro de empresarios por establecer una «tributación mínima homogénea» para las sucesiones en todo el Estado

19 jul 2016 . Actualizado a las 17:28 h.

El presidente del Principado, Javier Fernández, se ha mostrado convencido de que, pese a las rebajas fiscales anunciadas por el PP, y con un déficit estructural del 3 por ciento, el próximo Gobierno tendrá que aumentar la presión fiscal «por mucho que se confíe todo al crecimiento de la economía».

«El problema es que la mentira lleva siempre al descrédito y la mentira tributaria del Gobierno deteriora la credibilidad de las instituciones», ha alertado hoy el presidente del Principado en su intervención ante un grupo de empresarios que han participado en el foro «Nuevos tiempos, nuevos retos para la empresa asturiana», que organiza la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD).

Según el presidente del Principado, España precisa de un «revisión seria» de su modelo fiscal basada en argumentos sólidos y que tenga en cuenta que en este país hay un problema con la volatilidad de los ingresos relacionado con su estructura productiva, y que no hay una presión fiscal excesiva ni un gasto público desmadrado, pero sí una gran bolsa de fraude.

Falso infierno fiscal

Fernández se ha mostrado partidario de ir a modelos más sencillos en el que haya «menos agujeros para la desgravación o la elusión tributaria» y que evite la competencia fiscal entre comunidades autónomas. En el ámbito autonómico, ha afirmado que es falso que Asturias sea «un infierno fiscal» como mantienen los partidos de la derecha, o que el despegue económico del Principado esté coartado por la voracidad impositiva, pero sí ha asumido que la competición entre comunidades autónomas por los saldos fiscales «sólo favorece a los más ricos».

Por eso, en su opinión, debería establecerse, en el caso del impuesto de sucesiones, «una tributación mínima homogénea en todo el Estado».

Para estimular el dinamismo empresarial, Fernández ha señalado que antes que nada un Gobierno regional debe ser «un buen pagador» porque las administraciones morosas «son un peligro público». En el caso de Asturias, ha señalado que se debería valorar más que es una administración autonómica diligente en sus pagos ya que es la cuarta comunidad que menos tarda en cumplir esta obligación.

Controlar el endeudamiento es, según el presidente asturiano, otro factor que ayuda al dinamismo porque si es excesivo se convierte en un «dogal para el manejo de los recursos». Estos dos factores, junto a un déficit público controlado, conforman el grueso de una administración autonómica responsable y lejos de ser considerada como manirrota, ha expuesto. Ha reconocido que la inversión se ha reducido de forma evidente, pero también ha advertido a los empresarios presentes en el Hotel de la Reconquista que a su vez lo han hecho los recursos y que no hay dinero para todo.

A los dos meses y medio de la firma del acuerdo de concertación con sindicatos y patronal, Fernández ha reiterado que el Gobierno está empeñado en cumplirlo y que entre sus ejes se encuentran varias acciones a favor de la internacionalización empresarial y la modernización tecnológica, así como para el apoyo a los autónomos

Respecto al fomento del crecimiento empresarial, ha señalado que se les puede pedir buena gestión, pero que no todo depende de la administración en un país en el que «hay un problema de raquitismo empresarial reconocido»y en el que los empresarios deben tomar también la iniciativa y asumir sus responsabilidades.

Con un crecimiento superior al 3%, un notable aumento del consumo interno y una reducción continuada del desempleo -en el Principado se han encadenado 33 meses consecutivos de descenso interanual-, el presidente del Principado ha reconocido que «los datos de recuperación son innegables».

No obstante, ha incidido en que el problema es que, a diferencia de otras épocas, este crecimiento no va acompañado de la mengua de la desigualdad que es «tanto una consecuencia como una causa del dinamismo económico mal entendido».