¿Es clasista la escuela asturiana?

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez REDACCIÓN

ASTURIAS

El índice de inclusión social del informe PISA mide «el grado en el que alumnos de diferentes orígenes sociales se mezclan en los centros educativos»

23 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Es la escuela asturiana un punto de integración social, un lugar donde no importa el origen de los niños a la hora de recibir conocimiento o existen unas barreras, más o menos sutiles, que se encargan de separar en el aula a los que proceden de entornos muy distintos? Hay una manera de medir este parámetro y se encuentra en los famosos informes PISA, los estudios del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes al que estás adscritas buena parte (pero no todas) de las comunidades autónomas. En ese informe se recoge el índice de inclusión social, «el grado en el que alumnos de diferentes orígenes sociales se mezclan en los centros educativos», según explica el profesor de Sociología, Jesús Rogero, de la Universidad Autónoma de Madrid. 

Rogero ha publicado un artículo junto a Lucas Gortazar, en el que llaman la atención sobre el bajísimo índice la Comunidad de Madrid, muy alejado de la media española y con niveles de desigualdad entre los escolares equiparables a Mexico DF, Sao Paulo o Río de Janeiro. No es el caso de Asturias, aunque tampoco es una comunidad que se encuentre en la parte alta de la tabla. 

El índice de inclusión social de PISA (que toma valores entre 0 y 100) de Asturias es de 77,1%; junto a este dato se recoge además otra tasa, el índice de inclusión académica (que en los datos del informe PISA de 2012) da para Asturias un 86,4%. En todo caso, Rogero destacó que la variable «más importante es la de la inclusión social, la académica es más difícil de interpretar» y apuntó que Asturias «no está para tirar cohetes y tiene cosas que mejorar pero está en una posición intermedia en el contexto español».

«A mayor mezcla, mayor inclusión social. La cuestión geográfica es muy relevante. Si se concentran las escuelas públicas en barrios pobres, ahí se concentran los alumnos de clase baja. Si un centro para clases altas está muy separado del barrio, eso aumenta la segregación social», señaló Rogero. Existen diferentes maneras de crear barreras sociales en el ámbito educativo. Además de la distribución espacial de los colegios importa y mucho la superposición de los sistemas: uno público y otro privado concertado. Los colegios concertados (que en Asturias en una amplia mayoría pertenecen a organizaciones religiosas) reciben fondos públicos pero no acogen en el mismo grado que la escuela pública ni a alumnos extranjeros ni tampoco con rentas bajas, aunque esto es más difícil de calibrar. 

Las cifras del curso 2015/2016

En Asturias, según los datos del informe del curso escolar 2015/2016 del Ministerio de Educación, el 71,6% del alumnado de enseñanza no universitaria acude al sistema público. Es un porcentaje intermedio en el Estado, a la vez, el Principado se encuentra entre las comunidades con una tasa menor de alumnos extranjeros (el 3,9%), la mayor parte de ellos de origen americano. Pero el reparto entre los sistemas es muy desigual, el 82,3% de los estudiantes foráneos acuden a centros públicos, frente a sólo un 16,4% que estudian en colegios concertados y de forma muy residual (un 1,3%) a centros privados puros. 

Los centros concertados, al recibir ayudas públicas, tienen prohibido cobrar a los padres por el ingreso de alumnos. Sin embargo, es una prohibición que se sortea en numerosas ocasiones con prácticas como cuotas «voluntarias» por los más peculiares conceptos, ayudas a fundaciones relacionadas con el centro, o con la petición de material escolar de un precio al que no todas las familias pueden acceder. Se trata de una manera de imponer una barrera monetaria para lograr la segregación por renta que se supone debe evitar la ley y ante la que la administración suele hacer la vista gorda. «Hay una dejación por parte de la administración pública en la supervisión de estas cuotas que se disfrazan de donaciones voluntarias», destacó Rogero quien añadió que «en muchos centros tiene consecuencias académicas no poder llevar el material que se exige».

Además, y para mejorar el índice de inclusión social, el profesor de sociología defendió «favorecer que se faciliten las elecciones de las familias más desfavorecidas quitando criterios exclusivos», por ejemplo los puntos que reciben los hermanos de los antiguos alumnos para entrar en un centro escolar. Pese a todo, Rogero, destacó «las cuotas de la concertada que constituyen una barrera para parte del alumnado».