El abandono de los pastos dispara el gasto en extinción de incendios

S.D.M. REDACCIÓN

ASTURIAS

FOTO MIGUEL

Una investigación del Serida alerta de los riesgos sociales y económicos que genera. Aconseja aprobar planes de ordenación similares a los de la zona urbana

05 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un tercio de la Unión Europea (UE) son pastos. Esta descripción, con un trazo grueso, se traduce en 315.842 hectáreas en las que se asientan. 21.539 explotaciones. La proporción en Asturias, en toda la cornisa cantábrica y las islas británicas es bastante superior. Esos terrenos que durante siglos alimentaron a cabañas ganaderas y a extensas poblaciones se han convertido ahora en un problema de un tamaño comparable a su superficie, debido, fundamentalmente, a su abandono. El desploblamiento del campo y la reducción de la actividad agrícola y ganadera han convertido esas tierras útiles para el cultivo de gramíneas y otros forrajes herbáceos naturales, tal y como los describe la UE, en un espacio baldío lleno de maleza y matorrales altamente inflamables. Un estudio publicado por el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo de Asturias (Serida) alerta de los riegos sociales y económicos, denuncia que el gasto en prevención y extinción de incendios se ha disparado y recomienda que se elaboren planes de ordenación y gestión del suelo del mismo modo que se ordena y gestiona el suelo de las ciudades y las áreas industriales. Toda esta labor debe realizarse de forma coordinada, porque de poco sirven los desbroces aislados.

No hay que partir de cero. Los cinco firmantes del artículo recogen la existencia de experiencias innovadoras en Gran Bretaña y Alemania, en las que vastas superficies en teorías estériles se han convertido en recursos de gran valor para el desarrollo rural sostenible. Se han utilizado desde en la generación de bioenergía hasta la producción de medicamentos. Estos modelos innovadores logran producir nuevos artículos, conservar el medio ambiente y proporción otros beneficios no tan tangilbes, como asentar población o conservar patrimonio cultural y tradiciones.

La elaboración de los planes integrales deberían otorgar un papel destacado a agriculturos y ganaderos y a los grupos de los planes de desarrollo rural. Todas las actuaciones deberían enmarcarse en un plan integral y no aprobarse de forma aislada o anárquica, «fuera de contexto», recalcan estos expertos. Citan ejemplos. Señalan que los desbroces y los cortafuegos son insostenibles en el tiempo «y, por tanto, inversiones poco eficientes. De poco sirve un desbroce, si detrás no hay una actuación programada sobre la superficie desbrozada».

De poco sirven los cortafuegos

La investigación apunta también otros beneficios por los que los Estados y los gobiernos autonómicos deberían ocuparse de la gestión de los pastos y no dejarlos sumidos en el abandono. Los autores explican que cuantificar la adecuada gestión del territorio y sus réditos es importante por otras razones económicas. Defienden, por ejemplo, que se tenga en cuenta a la hora de realizar los pagos correspondientes a la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC) relacionados con la ganadería extensiva. Sostienen, así que «los beneficios son para todos, tanto para la población rural como para la urbana, y en muchos casos, su mantenimiento es una garantía de futuro para las próximas generaciones»

Frente a los que denominan «puristas», que entienden que el ser humano no debería intervenir en la gestión del medio para que evolucione de forma natural, los investigadores del Serida denuncia que esa la falta de gestión «se ha demostrado altamente ineficaz y peligrosa en Asturias, y en otras partes del mundo». Recuerdan que esta teoría queda confirmada cada vez que una superficie abandonada sufre un incendio. El trabajo dice que el abandono se retroalimenta en una especie de círculo vicioso que incrementa los retos a los que se enfrenta la población rural. No ocurre solo en el Principado. Los autores señalan que las consecuencias «traspasan fronteras» porque «el secuestro de carbono ya no se da en esas superficies quemadas o las emisiones no controladas empeoran silenciosamente la calidad de vida de todos».

Pese a todos los beneficios que constatan que se podrían extraer y a los perjuicios que causan el abandonos, los expertos confirman que la realidad es «que las superficies aprovechadas van a menos, ya que su dinámica es justo la opuesta al discurso que la Unión Europea ha mantenido en las últimas décadas de diversificación y extensificación de los sistemas agrarios y búsqueda de la sostenibilidad». Su modelo ideal es uno a medio camino entre lo intensivo y el abandono, con especial atención a la producción animal en pastoreo.