«Tomasín» no quiere dejar la cárcel

Pilar Campo OVIEDO

ASTURIAS

Tomasín
Tomasín

Ha decidido cumplir íntegros los seis años de condena y no quiere coger los permisos que anticipan su salida definitiva porque está «agusto» en Villabona

13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Su caso es tan excepcional que ha llamado la atención de las autoridades judiciales y penitenciarias. Tomás Rodríguez Villar, conocido como «Tomasín», no quiere oír hablar de acogerse a los permisos penitenciarios a los que tiene derecho desde que cumplió las dos terceras partes de su condena. Se siente «agusto» en la cárcel de Villabona, donde cumple una condena de seis años desde que, en el año 2011, mató a su hermano Manuel con un arma de elaboración casera fabricada con un grifo para evitar que se repitieran los episodios de malos tratos que, al parecer, venía sufriendo. El 31 de octubre de 2017 quedará extinguida completamente su responsabilidad penal por el crimen y las autoridades judiciales y penitenciarias quieren prepararle para su libertad, pero él declina amablemente cualquier intento por ayudarle a recuperar su vida fuera de la prisión. Su abogado defensor, Manuel García García-Rendueles, le visita regularmente en el centro penitenciario de Asturias y, en todas las ocasiones que le ha comentado la posibilidad de solicitar un permiso, le responde lacónicamente de la misma manera: «no, gracias».

Manuel García nunca se encontró en una situación similar, ya que generalmente todos los presos quieren abandonar la cárcel y cuanto primero, mejor. Pero «Tomasín» es la excepción que confirma la regla. «Nunca he tenido un caso como el suyo, de una persona que no quiera salir de la prisión. El camino para volver a la cárcel es fácil, cometen un delito y vuelven a entrar; pero si termina la condena no le queda más remedio que salir del recinto penitenciario», reconoce el abogado defensor, quien no sale de su asombro ante la reacción de su representado de eludir hasta ahora todos los permisos penitenciarios a los que tiene derecho.

Un no rotundo a abandonar la cárcel

En más de una ocasión, el letrado le ha trasladado la opción de solicitar un permiso, pero la respuesta de Tomasín permanece invariable. «Insiste en que no pida nada. La semana pasada estuve con él en Villabona y le pregunté si quería que iniciara los trámites para pedir un permiso y me contestó que no, que él estaba bien como estaba», ratifica el abogado.

La negativa de «Tomasín» a cambiar su situación penitenciaria no es nueva. Ya mantuvo su «no más rotundo» a abandonar la prisión el 6 de marzo de 2013 cuando tenía la autorización de Instituciones Penitenciarias para acudir al funeral por su padre, Antonio Rodríguez, de 90 años. Ese día, permaneció en la celda y en el módulo como cualquier otra jornada.

Su día a día en Villabona transcurre sin sobresaltos, cuidando de una huerta junto a otros internos y no ha dado motivo de queja ni una sola vez, según confirman fuentes penitenciarias. En la prisión asturiana tampoco se habían encontrado con situaciones como la de este recluso callado, introvertido y algo esquivo que no se relaciona demasiado con otros internos, pero que jamás ha estado envuelto en incidente alguno. «Cuando acabe la condena se le abrirá la puerta y se le dirá que tendrá que marchar y empezar su vida en libertad, como a todos», reiteran fuentes penitenciarias.

Una vida de ermitaño

«Tomasín» no ha manifestado hasta ahora ninguna intención de volver a recuperar el pulso de su actividad diaria fuera de la prisión, ni si tiene alguna idea de cómo se las arreglaría una vez que obtenga la libertad definitiva. Antes de ingresar en Villabona se dedicaba a la ganadería, pero se desconoce si tiene previsto volver a su antigua profesión y si piensa regresar al pueblo de La Llaneza, en Tineo, donde vivía en una cabaña construida en una finca familiar. Su vinculación con su familia más cercana se reducía al cariño que sentía por su madre quien, según se expuso durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial, era la persona que le dejaba escondida la comida para que pudiera sobrevivir, ya que eran frecuentes sus escapadas al monte, donde vivía como si fuera un ermitaño. Pero con la muerte de su madre, en octubre de 2010, se aisló por completo. Una soledad escogida voluntariamente tras huir de los malos tratos que, según se llegó a plantear en la vista oral, le infligía presuntamente la víctima.

El miedo a recibir las palizas que supuestamente recibía por parte de su hermano fue el desencadenante que le llevó a fabricar una pistola casera, elaborada a partir de un grifo, y a modificar la carabina de aire comprimido con la que podía disparar cartuchos más grandes que él mismo hacía y que llegó a utilizar para perpetrar el crimen. Ese temor había sido clave para que el tribunal del jurado que juzgó su causa declarara probada la concurrencia en su caso de una eximente incompleta de legítima defensa que se sumó a la circunstancia atenuante de alteración física, también reconocida en el fallo del veredicto.

Casi dos meses fugado por los montes

En la fecha en que ocurrieron los hechos, en 2011, «Tomasín» cuidaba de 25 vacas y seis caballos. Nada más conocerse el crimen, la Guardia Civil montó un amplio dispositivo de búsqueda para tratar de detenerle, pero su destreza para despistar a los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado y su amplio conocimiento de los montes, donde había pasado buena parte de su vida, jugaron en contra de los agentes que tardaron nada menos que 57 días en dar con su paradero.

Al ser arrestado, «Tomasín» dio muestras ya de su carácter retraído y de su poca facilidad de palabra. Tras unos difíciles inicios de acoplamiento a su nueva situación penitenciaria, el recluso más famoso de La Llaneza se fue acostumbrando a disponer a diario de cama, comida, horarios y un mayor control contribuyeron a socializarle más y empezó a mantener un trato «bueno y correcto» con funcionarios e internos. Esa normalización de costumbres en su hasta entonces caótica y solitaria vida y su nueva dedicación a la huerta, en una ocupación donde se encuentra muy «agusto», le han llevado a rechazar, de forma sistemática, todo interés por salir de permiso. Una situación anómala a la que las autoridades judiciales y penitenciarias quieren dar un giro radical, antes de que llegue la fecha definitiva del 31 de octubre de 2017 y «Tomasín» tenga que decir adiós a la prisión. Una despedida que él quiere alargar como sea, mientras su abogado Manuel García García-Rendueles no se resigna y sigue intentando que pueda adaptarse, de forma progresiva, a su vida en libertad, una vez que cumpla con la Justicia y se extinga totalmente su responsabilidad penal.