El «violador del estilete» cumplió 32 de los 97 años de condena por agresión sexual a 56 mujeres

Pilar Campo OVIEDO

ASTURIAS

Sus víctimas tenían entre 3 y 24 años y alguna de las agresiones se cometieron durante permisos de salida

18 nov 2016 . Actualizado a las 18:40 h.

Félix Vidal Anido, de 53 años, intenta hacer vida normal en Oviedo, donde ha fijado su domicilio habitual en la zona de Los Prados, tras haber cumplido 32 de los 97 años de condena por las agresiones sexuales infligidas a 56 mujeres, con edades comprendidas entre los 3 y 24 años. A sus víctimas les amenazaba con un arma blanca para lograr neutralizar su resistencia, lo que le valió el apodo del «violador del estilete». Algunas de estas agresiones fueron consumadas aprovechando permisos penitenciarios. Esta semana ha sido visto por el barrio de Teatinos de la capital asturiana y su presencia habitual en algunos establecimientos no ha pasado desapercibida. No obstante, fuentes policiales reconocen que al haber saldado ya sus cuentas con la justicia, Vidal Anido puede moverse con libertad mientras no vuelva a reincidir en la actividad delictiva y hasta las  redes sociales han  puesto en alerta a los vecinos para que extremen las medidas de precaución y estén «vigilantes».

Félix Vidal fue uno de los beneficiarios de las excarcelaciones provocadas por la denominada «Doctrina Parot», que consistía en la aplicación de una reducción de penas por beneficios penitenciarios, bien por trabajo o por estudios, sobre cada una de las penas de forma individual y no sobre el máximo legal permitido de permanencia en prisión que en el Código Penal de 1973 se establecía en 30 años. Acogiéndose a esta nueva situación, la Audiencia de Lugo ordenó su excarcelación en el mes de diciembre de 2013. El «violador del estilete» cumplía una condena global de 73 años de prisión. En su historial penitenciario constaban un total de 56 agresiones sexuales, de las que cinco violaciones fueron consumadas, otras nueve frustradas y el resto calificadas como abusos sexuales.

Un intenso historial policial y penitenciario

Aprovechando un permiso que le fue concedido en el centro penitenciario de Monterroso, en septiembre de 1987, atacó a dos mujeres en Lugo. A la primera, ante su resistencia, le infligió ocho puñaladas. Fue el primer día de su permiso, mientras que el último siguió a una joven empleada de hogar de 20 años hasta la vivienda en la que trabajaba. Allí la obligó a entrar en el piso, la violó en tres ocasiones y le ocasionó varios cortes con un estilete, hasta que la dejó al creerla muerta atada a los pies de la cama y con una almohada en la cabeza. La chica consiguió pedir ayuda y dar detalles sobre su atacante, que llevaron a su detención, según confirmaron fuentes judiciales.

En Asturias cumplió parte de su condena. Fuentes penitenciarias recuerdan que durante su estancia en la cárcel de Villabona estuvo aislado del resto de internos y se mostraba como una persona «reservada, de carácter introvertido, frío y al que era frecuente ver con la cabeza gacha». Durante su estancia en la prisión asturiana no tuvo incidente alguno. Abandonaba el recinto penitenciario el 27 de diciembre de 2013. Eran las seis y media de la tarde cuando salía de la macroprisión.

«Ya he cumplido lo que tenía que cumplir»

Sus primeras palabras, a los medios de comunicación que esperaban, fueron para pedir que se le dejara tranquilo. «Cometí los delitos y me arrepiento de lo que hice. Pero ya he cumplido lo que tenía que cumplir. He estado en la cárcel 32 años, cuatro meses y cinco días», aseguró. Pidió además que no le hiciesen más fotografías, aduciendo que él también tenía familia y, en aquel momento, confirmó que intentaría rehacer su vida en Lugo o Barcelona. Su destino inicial fue Lugo.

En abril del año 2014 fue condenado a 21 meses de prisión por un intento de agresión en Lugo. Cumplió condena en la prisión de Dueñas en Palencia y posteriormente fue puesto en libertad. Ahora ha regresado de nuevo a Asturias. Trata de rehacer su vida en libertad una vez extinguida su responsabilidad penal, aunque el estigma carcelario y la gravedad de los delitos que le llevaron a cumplir 32 años en prisión aún sea una losa importante. De momento, los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado permanecerán en alerta, al igual que los vecinos que ya han empezado a estar «vigilantes», como constatan a través de las redes sociales.