Usar y tirar ya no está de moda

Elena G. Bandera
E. G. Bandera GIJÓN

ASTURIAS

Café Repair.Café Repair
Café Repair

Los Repair Café llegan a Asturias de la mano de Ingeniería Sin Fronteras para reivindicar la cultura de reparar objetos que no funcionan en lugar de descartarlos

14 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El primer aparato que se arregló en un Repair Café en Asturias fue un escanciador de sidra. Un repair café es un lugar de encuentro entre quienes saben reparar y quienes necesitan su ayuda para arreglar sus objetos rotos. Surgieron en Amsterdam en 2009 con una filosofía sencilla: basta de usar y tirar. «Consumimos y consumimos y se desechan las cosas simplemente porque no están de moda. Y, una vez que se tiran, ¿a dónde van?», se pregunta Víctor González, voluntario de Ingeniería Sin Fronteras (ISF), la ONG que ya ha organizado varios Repair Cafés en Asturias. 

González explica que en Ghana existe un enorme vertedero de productos electrónicos desechados por los países del norte. «Todo lo que usamos y tiramos contamina los recursos naturales, que son limitados. Nos deshacemos de las cosas como si nada, como si desaparecieran sin más», dice, indicando que en un Repair Café los reparadores también explican cómo se puede arreglar el objeto en cuestión por si vuelve a estropearse de manera que «se comparte sabiduría colectiva»: «Yo te enseño y te ayudo y entre los dos hacemos un mundo más justo». 

Los Repair Cafés, que ya se celebran en una treintena de países, se gestaron para compartir esos conocimientos prácticos que han ido perdiéndose por la inercia del consumismo y concienciar con estos gestos sobre la necesidad de caminar hacia una sociedad más sostenible y colaborativa. «Te sale más barato comprar otro que arreglarlo. Es una frase que se escucha muchas veces cuando algo deja de funcionar y no es así», incide Víctor González, que explica que el papel de Ingeniería Sin Fronteras pasa por potenciar esta actividad en Asturias. 

En el último Repair Café, que se celebró en Oviedo, se dieron cita una treintena de personas, entre reparadores y quienes llevaban objetos estropeados como cepillos de dientes, ordenadores, radiadores, juguetes o bolsos. «Ya no arreglamos las cosas como antes y tenemos que crear conciencia. Cuando vemos un fallo en cualquier aparato, generalmente pensamos que es para tirar y quizá pueda arreglarse con una reparación muy sencilla», dice González. Solo hacen falta voluntarios con maña que estén dispuestos a compartir esos conocimientos prácticos y objetos que necesitan ser restaurados.

25 años de Ingeniería sin Fronteras en Gijón

El próximo Repair Café se celebra el próximo sábado en el marco del Mercáu Social de Nava, a partir de las 12 horas. Le han puesto de nombre Caldu Repair y, además del taller de reparaciones, habrá productos de huerta ecológica, artesanía y música. El siguiente se celebrará en febrero, en la propia Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, en donde se creaba la ONG Ingeniería sin Fronteras hace 25 años. Con un centenar de socios y una veintena de voluntarios, tiene tres grupos de acción: norte, sur y mocedá, con actividades en el campus como colaboraciones en algunas asignaturas de los grados. 

En el norte se realizan actividades de concienciación, como los Repair Cafés, y en el sur, proyectos de cooperación. En 2009, por ejemplo, se inició un proyecto en Angola de emprendedurismo que sigue activo y en el que, a través de microcréditos, se han conseguido ayudar a poner en marcha 45 pequeños negocios. También se han realizado otros proyectos en el Sáhara y en Mozambique. «El año pasado colaboramos con el Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) con un proyecto de reciclaje de basuras en los campamentos saharauis, en los que todo lo que se recibe de cooperación internacional viene empaquetado y se generan muchísimos residuos», explica González. «El objetivo de la ONG es ayudar a los países empobrecidos y concienciar en nuestros ámbitos sobre la justicia social», añade. 

Una de las campañas recientes que se han llevado a cabo en Asturias denunciaba las políticas de «explotación a precio de saldo» de las empresas abusivas en países del sur y, lo más reciente, ha sido conseguir que la Escuela Politécnica de Gijón se sume a su iniciativa de sustituir los botellines en actos públicos por jarras de agua del grifo.