La réplica de París y el cerdo Napoleón

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez REDACCIÓN

ASTURIAS

Alberto Morante

Los grupos se cruzaron referencias históricas y una guerra de citas de politógos en el debate sobre las enmiendas de totalidad en la Junta General

23 dic 2016 . Actualizado a las 18:23 h.

Pasados unos minutos apenas después de las 10 en punto de la mañana, el diputado Andrés Vilanova de Podemos salía apresurado del hemiciclo hacia el pasillo en busca de su portavoz parlamentario, Emilio León, que era requerido para defender la enmienda a la totalidad de su grupo y se encontraba fuera la cámara. Con premura, León --que se había demorado porque la intervención inicial de la consejera de Hacienda, Dolores Carcedo, duró un poco menos de los previsto--, volvió al estrado y se dispuso a defender las tesis de Podemos para oponerse al presupuesto. No fue el único retraso que se dio en la jornada y también hubo que esperar unos minutos en el turno de la portavoz de Foro, Cristina Coto, que tardó un rato en bajar de su escaño porque no encontró a la primera los papeles de su discurso. En todo caso, todos ellos, y también la portavoz accidental de IU, Marta Pulgar (por decisión unánime del grupo, Llamazares no defendió la enmienda en esta jornada) expusieron sin remilgos ni problemas las posiciones de cada formación.

Ganado el resuello en unos segundos, León comenzó a hablar de la I Guerra Mundial y de las réplicas de efectivos e intendencia que los aliados habían establecido a las afueras de París para equivocar a la aviación de los imperios centrales. Fue una metáfora elaborada para para poder llegar a calificar de «cartón piedra» los presupuestos del Gobierno y hablar también del desgaste en «en las trincheras» que había supuesto la negociación de las cuentas. León recordaba a París y sus réplicas aunque a la par advertía que las analogías bélicas no eran las más adecuadas para el debate parlamentario y que no sería hasta la II Guerra Mundial (menos mal) cuando se concretó el concepto de «guerra total de exterminio del adversario». En su réplica (no la de París, sino en su turno de respuesta), la consejera de Hacienda, Dolores Carcedo, desdeñó las metáforas de Léon aunque reconoció que «me gustan sus historias» y le inquirió en varias ocasiones a cuestionarse la estrategia de su formación, en su opinión, con planteamientos maximalistas, para saber «¿qué cosa ha conseguido para la gente en estos últimos dos años?».

Sin abandonar la programación de Canal de Historia, la diputada de IU Marta Pulgar se remontó al antiguo Egipto para defender el impuesto de sucesiones como uno de los tributos con mayor tradición en los anales de la fiscalidad y también como uno de los más progresivos «y más justos en el reparto de la riqueza para que no se perpetue en determinados grupos familiares». Pulgar citó además al polítólogo Norberto Bobbio para reividindicar la plena vigencia de los conceptos de izquierda y derechas, hubo una pequeña guerra de citas de politólogos de toda clase entre los grupos parlamentarios hasta que Emilio León se declaró fan de Pasolini (escritor, poeta y director de cine genial) porque hablaba de «fútbol de poesía y fútbol de prosa», lo que complementó con una referencia a un extremo argentino del que este cronista no recuerda el nombre pero que dejó al presidente de la Junta, Pedro Sanjurjo y al diputado popular José Agustín Cuervas Mons, enfocado en un brevísimo debate sobre realmente qué extremos balompédicos eran los mejores de la historia.

Sobrevolaba el debate la cuestión de si el respaldo a las cuentas del gobierno por parte del PP era un pago a la abstención socialista en la investidura de Rajoy así que durante la intervención de Mercedes Fernández, la presidenta de los populares asturianos, se empleaba en destacar que no había caso porque ya habían apoyado un presupuesto socialista en 2015, época en la que situó a Podemos «ocupados en acampadas o en madreñas». Además, en todo caso, destacaba Fernández que el modelo fiscal de su grupo era diametralmente opuesto al PSOE y conjurándose a suprimir del todo el impuesto a las herencias si un día llega al Gobierno, porque «donde hay un socialista hay un impuesto. A los socialistas les gustan más los impuestos que los chuches». Los chuches, en masculino plural, como decía Rajoy, tal es el grado de identificación del PP asturiano con la dirección nacional.

Cita a cita, metáfora a metáfora, y época tras época, llegó el turno del portavoz socialista Fernando Lastra quien ante «el debate decisivo» de los presupuestos llamó la atención (como había hecho antes Mercedes Fernández) que se hablara tan poco de número «y esto pone de manifiesto otras estrategias y otras revelaciones». Lastra apuntó a que mientras Podemos e IU habían evitado la abstención en la Junta General se disponían a concederla en Gijón --Gijón es el espejo tenebroso, según se mire, de la política asturiana para PSOE y Podemos-- ante un gobierno de Foro Asturias. Y aquí el portavoz socialista citó a Napoleón, pero no el corso que llegó a emperador, sino al cerdo antagonista de «Rebelión en la granja» de George Orwell, para concluir que «se ve que todos somos iguales pero unos más iguales que otros».