El año que vivimos lentamente

ASTURIAS

25 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Se nos va 2016 como la arena se escurre entre los dedos. Un año que vivimos lentamente, como la prórroga de esas finales en la que nada sucede, a la espera de los penaltis. Un año de transición, en el que la política naufragó en Asturias como en España y en el que los tribunales y los jueces sentaron ante sí a exaltos cargos de esta región por casos sangrantes: la evidencia de que la corrupción puede ser atajada si existe verdadera voluntad. Un año de bloqueo político que discurrió a cámara lenta, como la economía, con una recuperación (macro) estimable, pero cuyos efectos (micro) no acaban de llegar a las familias: quizá porque el modelo de la precariedad postcrisis va a quedarse con nosotros durante muchos años como una larga pesadilla.

Porque en el año que acaba, la economía asturiana ha discurrido a buen ritmo, cercano al 3%. Por debajo de la media nacional, pero con un dinamismo superior al de la última década. En 2017 se cumplirán diez años del hundimiento de Lehman Brothers, el pistoletazo oficial. Diez años. La resaca de todo aquello se resume en una palabra: precariado. La nueva clase social de trabajadores que subsiste a duras penas. El resultado final: contratos de doble T (temporales y a tiempo parcial) que ha dado a luz a miles de trabajadores pobres en Asturias, con el desplome de los sueldos, eso que algunos llaman eufemísticamente devaluación salarial y que es el producto final de la Gran Recesión.  Asturias cerrará el año con crecimiento gracias al tirón del sector servicios, el atisbo de una recuperación en la construcción y las dudas en la industria. Pero con más de 80.000 parados, un drama endémico de una estructura laboral  enquistada, de altas tasas de paro y bajas de actividad. ¿Notan los hogares la mejoría? Con cuentagotas, con lentitud exaperante. La sensación es que esta década va a marcar a una generación que va a tener que luchar contra unas condiciones laborales muy injustas. Que el regreso al pasado, al edén de las vacas gordas, se va a quedar en un simple déjà vu. Que no quieren que volvamos al pasado.

El año que acaba ha significado también el ascenso de un político acostumbrado a trabajar en los silencios. Que Javier Fernández fuese el elegido para pilotar los peores momentos del PSOE en los últimos 35 años nos habla de las vueltas que puede dar la vida. Fernández pasó así de la sombra al foco constante, del otoño de la hojarasca al verano tórrido. Aparcó su discurso más cerebral y a veces distante para batirse en otros ámbitos (televisiones incluidas) y para intentar cicatrizar las heridas abiertas por una abstención técnica. En eso anda. También en la difícil labor de evitar una segunda prórroga presupuestaria. En una región mayoritariamente de izquierdas, la izquierda se comporta como la derecha asturiana: dándose la espalda, en cisma permanente. O directamente a porrazos. Ese bloqueo tiene culpables: todos sin excepción, incapaces del diálogo mínimo necesario, de aparcar los intereses partidistas en pro del bien común. Ese bloqueo, que estancó a España durante un año, también se tradujo en el parón de las infraestructuras. Especialmente de la Variante de Pajares, que amenaza en convertirse en una quimera, en un nuevo metrotrén mayúsculo. En un fantasma ferroviario, como esas estaciones abandonadas  por las que circulan los espectros. Una obra sin fecha de finalización: la Variante como monumento al bucle.

En 2016 nos cansamos de ver a Rato en los juzgados, también a Ponga y a Norniella. Los jueces siguieron haciendo su trabajo, que es síntoma de salud democrática. Ex vicepresidentes (Rato), ex consejeros (Riopedre), ex alcaldes (Caunedo) visitando a los jueces. El glosario no tiene pérdida: El juicio del caso Marea, la instrucción del caso El Musel (y sus dimensiones bíblicas), el caso de la trama del agua, las tarjetas black, las revelaciones del caso Gitpa, el caso Villa. Normalidad democrática: aquellos excesos han acabado en los tribunales. Aquellos seres poderosos ya no lo son. Hemos de estar vigilantes.

Se nos va 2016. Hubo tiempo para la tragedia inesperada, la cultura, el deporte. Lo pueden leer en las siguientes páginas. Los dramas y alegrías, las lágrimas y las risas. Para usted, lector, es hora de pasar revista a sus recuerdos, también de hacer balance personal. De afrontar 2017 con los ojos abiertos y la esperanza en la mente. Aquí, en LA VOZ DE ASTURIAS, prometemos contárselo.