Tablas por bloqueo en la Junta General

Raúl Álvarez REDACCIÓN

ASTURIAS

PACO RODRÍGUEZ

La falta de mayorías y el aislamiento políticos del PSOE limitan la actividad parlamentaria del año a cuatro leyes para responder a situaciones urgentes

25 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En las semanas anteriores a las últimas elecciones autonómicas y en el tiempo que llevaron las negociaciones para la segunda investidura de Javier Fernández, se libró en el discurso político y en su reflejo en los medios de comunicación asturianos una discreta pero intensa batalla semántica. Describir el nuevo Parlamento multipartidista y abierto a formaciones recién creadas como plural le daba al discurso una connotaciones de apertura y vitalidad democráticas muy del gusto de los nuevos políticos y sus partidarios. En cambio, si el adjetivo elegido para calificar a la Junta General era fragmentada, el hablante parecía no haber superado el marco conceptual del bipartidismo, temía la anarquía en las sesiones y usaba en consecuencia una palabra cargada de intenciones negativas. La realidad de 2016 ha sido que, sea cual sea el vocabulario escogido para contarla, la convivencia de seis partidos en solo 45 escaños está resultando incómoda para casi todos y particularmente irritante para el PSOE. Su acción de gobierno se ve bloqueada por una minoría permanente en el hemiciclo que le lleva a perder votaciones con frecuencia y que ha reducido al mínimo la actividad legislativa de los diputados. Los representantes de los asturianos solo han aprobado cuatro leyes este año y ninguna responde a iniciativas ambiciosas del Principado.

Toda la legislación de nuevo cuño se despachó en tres sesiones del Parlamento. El 10 de junio, Asturias extendió a los funcionarios autonómicos la subida de sueldo autorizada por el Gobierno central. El 1 de julio, cambió las tasas de las licencias de caza para incluir en ellas el precio de los nuevos permisos válidos en varias comunidades autónomas a la vez. Por último, el 4 de noviembre, se decidió en un solo pleno la convocatoria de plazas de especialistas médicos para la sanidad pública y la suspensión de las deudas contraídas con el ERA por las familias que protestaban por las cantidades que les reclamaba la Administración.

Aunque ?aparte de la nueva configuración de las licencias de caza? se trata de medidas de calado social, no responden a ningún programa electoral ni son la expresión de políticas meditadas y de largo aliento, sino respuestas coyunturales a situaciones que no podían aplazarse más. Tienen más de gestión cotidiana que de proyecto con la mirada puesta en el futuro, y por eso mismo reflejan bien una situación política en que la igualación de las fuerzas del gobierno con las de la oposición lleva a la parálisis por falta de apoyo para fijar nuevos rumbos. Es significativo que el PSOE no haya impulsado en estos meses leyes como las de transparencia y buen gobierno, que estaban casi listas para su tramitación ya a finales de la legislatura anterior.

El proyecto presupuestario finalmente se aprobó gracias a un acuerdo paralelo con el PP para aumentar la exención del impuesto de Sucesiones a 300.000 a lo largo de 2017. Fue un pacto complicado en el que volvió a ponerse de relieve la incapacidad para ponerse de acuerdo entre las fuerzas, si no de izquierdas, de orientación progresista en la Junta General.

El dilema es el mismo que en todos los meses anteriores. La salida por la izquierda, la que aparentemente sería más fácil de diseñar, está cegada por la completa falta de entendimiento entre PSOE y Podemos. La corriente de antipatía mutua entre ambas fuerzas es difícil de disimular incluso cuando sus dirigentes coinciden en una reunión. Aunque Izquierda Unida ?en la que Gaspar Llamazares sigue aireando reparos al camino de confluencia total con Podemos por el que camina Alberto Garzón al frente de la organización federal? estaría dispuesta a negociar un acuerdo a tres bandas, la cúpula de la FSA no desea hacer concesiones a lo que considera el populismo de la nueva política.

Podemos, por su parte, no oculta su escasa estima por los socialistas, a los que acusa de hacer las políticas de la derecha y de ser tolerantes con la corrupción en Asturias. El perfil de un Javier Fernández como hechura política del acusado y (este año tampoco se ha sabido hasta qué punto) enfermo José Ángel Fernández Villa, garante del pacto con el PP para repartirse el poder en la comunidad, que Daniel Ripa publicó en una publicación nacional ha hecho poco por apaciguar las tensiones. Tampoco ayuda la dosificación de las noticias sobre los avances de la investigación judicial sobre las obras de ampliación de El Musel, un caso que instruye en Madrid la Audiencia Nacional, y en la que destacados dirigentes de Podemos participan como acusación a través del Observatorio de la Corrupción en Asturias (OCAN).

La otra salida, hacia la derecha, ya salvó las cuentas y otros bloqueos políticos en 2014, ha terminado por ser la posible aunque parecía improbable. Pese a todo, dado su ascenso a la máxima posición de autoridad en la gestora del PSOE, Javier Fernández, en el PSOE se calibró (hasta que no tuvo más remedio) el precio político que habría que pagar por repetir un acuerdo con el Partido Popular, que envía demasiadas señales de su buena disposición. Después de la conmoción interna por el apoyo a la investidura de Mariano Rajoy y con Pedro Sánchez a la caza de apoyos entre los militantes para intentar su regreso a la secretaría general en las próximas primarias, la cercanía a Mercedes Fernández no se comentará solo en Asturias, sino que va a proyectarse sobre la ya delicada situación de la organización federal.

La única esperanza de desbloqueo en los próximos meses es que, en una situación que no parece madura para producir un ganador claro, los partidos decidan por fin pactar un empate. Además del zugzwang, otra figura que puede aparecen en los finales de las partidas de ajedrez es el rey ahogado. A un jugador no le queda más remedio que mover esa pieza, pero solo puede llevarla a una posición de jaque mate. En ese caso, no hay ganador. La partida acaba en tablas. Parece lo máximo a lo que, de momento, puede aspirar cualquier grupo en la actual Junta General.