¿Tiene futuro el aznarismo en Asturias?

Pablo Batalla GIJÓN

ASTURIAS

José María Aznar
José María Aznar Emilio Naranjo | Efe

Raimundo Abando, Javier Jové y Fernando Álvarez Balbuena valoran de diferente manera el posible surgimiento de una nueva formación de derechas capitaneada por el expresidente

16 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue presidente del Gobierno durante ocho años y hoy es una especie de voz de la conciencia de un PP que, dicen sus críticos, ha abjurado de sus esencias. José María Aznar no es un hombre cualquiera. Y el partido que, según algunos indicios, podría estar pensando en fundar, tampoco constituiría una anécdota en el panorama electoral español: las encuestas otorgan hasta cuatro millones de escaños y 51 diputados a ese nuevo partido que de momento no pasa de la categoría de hipótesis, pero que podría emerger con fuerza tras el congreso que el PP celebrará en marzo, y que se espera movido pese a que las hechuras eclesiásticas del gran partido de la derecha española soterre y confine en despachos y pasillos los debates que en otras formaciones se dirimen con luz y taquígrafos. En la grey derechista no faltan indignados con el desempeño de Mariano Rajoy, con cuestiones como las subidas de impuestos o la tibieza ante el independentismo catalán avivando las iras contra el presidente, y en algunos sectores prende una nostalgia acrítica de los años de Aznar de la que el expresidente podría aprovecharse para regresar en olor de multitudes cual Napoleón Bonaparte de la isla de Elba.

Sobre si la aparición de ese nuevo partido es probable, y sobre si es deseable ?preguntas relacionadas pero a las que no necesariamente ha de contestarse con la misma respuesta?, en el estribor político español hay opiniones encontradas. Para algunos, el surgimiento de un partido capitaneado por Aznar es probable y deseable. Para otros, deseable pero improbable. Y para un tercer grupo de derechistas, ese partido ni se fundará ni se debe fundar. En Asturias hay representantes eximios de las tres opiniones. Del primer grupo forma parte Raimundo Abando Tartiere, expresidente de la Autoridad Portuaria de Avilés. Al segundo se acoge Javier Jové Sandoval, presidente del think tank liberal Club de los Viernes. Y el tercero es el del historiador y sociólogo avilesino Fernando Álvarez Balbuena.

Abando se muestra tan seguro de que «un nuevo partido liberal-conservador tendría cabida en el mapa político español» como de que ese nuevo partido no sería un nuevo Vox. A juicio de Abando, el partido liderado por Santiago Abascal, que obtuvo más de doscientos mil votos en las europeas de 2014 pero fue hundiéndose en la irrelevancia a partir de entonces, «fracasó porque apenas contaba con personas de peso», y ése no sería seguramente el caso de un partido fundado por Aznar. «Si a ese posible partido van personas como Josep Piqué, o como Alberto Ruiz-Gallardón, o como Francisco Pizarro, o Pío Cabanillas, o Gabriel Elorriaga, o Esperanza Aguirre, o Gabriel Elorriaga, o Javier Rupérez, o María San Gil, hablaremos de otra cosa, y seguramente una gran parte del Partido Popular se irá para allá», opina, y enumera así las características que cree que tendría ese partido y que a él en particular le animarían a votarlo: «Una política territorial más firme y consecuente, una reforma fiscal verdaderamente liberal, con una bajada del IRPF y de Sociedades y una modificación del IVA mucho más en la línea de la reforma propuesta en su día por el profesor Lagares y que en la actualidad no se está aplicando, y una reforma económica que ponga el acento en la reducción del déficit público y de la deuda, con una mayor inversión productiva y una reducción importante del gasto».

A juicio de Abando, la aparición de ese posible nuevo partido haría desaparecer en Asturias, absorbiéndolo, al que él considera que fue un digno predecesor de lo que ahora podría poner en marcha Aznar: el Foro Asturias de Francisco Álvarez-Cascos. «Foro se integraría en ese partido, porque en sus estatutos Foro no es un partido autonómico, sino uno nacional, hecho con una idea nacional y del que yo siempre dije que era el principio de algo mayor». El partido aznarista tendría en su opinión un éxito notable en Asturias, donde el descontento del electorado derechista hacia el PP es aún mayor que en otros lugares debido a los pactos presupuestarios alcanzados por el PP regional con el gobierno socialista de Javier Fernández; pactos que, a decir de Abando, «se aprobaron por nada, simplemente por unas migajas en un impuesto».

Más generales que soldados

A Javier Jové también le gustaría que Aznar diera el paso de fundar un nuevo partido. «Soy liberal, y a los liberales nos gusta la competencia», dice. A su juicio, «para el centroderecha español sería muy bueno un segundo partido, porque el gran problema y el gran nicho de crecimiento del centroderecha español no es Ciudadanos, sino la desmovilización y la abstención». En su opinión, la derecha debería emular a la izquierda en tanto «la izquierda gana cuando se separa, porque eso proporciona a la gente de izquierdas un gran abanico de opciones a las que apoyar y hace que haya muy pocos votantes de izquierda que no voten. En la derecha, o votas PP o no votas, lo cual da alas a la abstención». Que la derecha se disgregase en dos partidos, «uno más socialdemócrata, que sería el PP, y otro más contundente en determinadas cuestiones, que sería el nuevo partido», drenaría mejor a juicio de Jové ese abstencionismo de derechas que él lamenta.

De todas maneras, Jové no es optimista al respecto de la fundación de un nuevo partido de derecha, y lo explica así: «Mientras Podemos esté ahí amenazante con un quince o veinte por ciento de estimación de voto, es muy difícil que pueda surgir un nuevo partido de centroderecha, porque el miedo genera un voto útil que se aglutina en torno al PP». Otra cosa será, dice Jové, «que las guerras internas de Podemos hagan descender sus estimaciones por debajo del diez por ciento: entonces quizás sí se lance un nuevo proyecto. Pero de momento lo veo muy improbable. Cada vez que Aznar hace una comparecencia o una conferencia o una reunión pública se disparan las alertas, y además, como ahora va a ser el congreso del PP, parece como si hubiera un alineamiento de planetas, pero la información que yo tengo es que no hay nada en marcha».

La opinión de Fernando Álvarez Balbuena contrasta vivamente con la de Jové. El historiador no cree «que Aznar vaya a meterse en la boca de ese lobo» y tampoco que la disgregación de la derecha española sea algo en absoluto deseable. «El viejo proverbio latino dice divide ut vinces, divide y vencerás, y hay otro francés que dice que l’union fait la force, la unión hace la fuerza: con la ley d’Hont, la división resta rentabilidad política y electoral, porque se puede perder un escaño por muy pocos votos, y no creo yo que Aznar quiera perjudicar de esa manera a la derecha española», dice, y añade que, «aunque es cierto que en la derecha de este país nuestro, como ya decía don Benito Pérez Galdós, hay más generales que soldados, no me da la impresión de que ése vaya a ser el camino de Aznar. ¿Que Aznar no está contento con la política que está llevando a cabo Rajoy a pesar de que lo nombró él? Pues probablemente, porque Rajoy dijo que iba a hacer una serie de cosas que no hizo y eso tiene descontento no solamente a Aznar sino a gran parte de la derecha española, pero de ahí a fundar un nuevo partido hay un trecho y yo no creo que Aznar esté por la labor de romper aún más el bipartidismo, que por más que se lo denueste ahora es lo que funciona en los países más prósperos del mundo».