Asturias, el paraíso de los lobos decapitados

E.G. Bandera REDACCIÓN

ASTURIAS

Colectivos conservacionistas advierten del «descrédito de la imagen pública» de Asturias y recuerdan que existen estudios científicos que relacionan las cazas legales con el aumento del furtivismo y de los daños en el ganado

05 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En mayo de 2016 fue la cabeza de un lobo colgada de una señal de tráfico en el concejo de Salas. En noviembre otra apareció incluso en un coche de unos guardas forestales en la comarca del Sella. Y así hasta seis lobos muertos, decapitados y exhibidos públicamente en 2016. Y, en lo que va de 2017, en apenas tres semanas han aparecido los cadáveres de otros cuatro lobos en espacios públicos. Dos en un aparcamiento de Arriondas. Otro colgado de una señal en Teverga, en el parque natural de Las Ubiñas, que encima es Reserva de la Biosfera. Y otro más en plena calle en Cangas de Onís. Las imágenes, que se vuelven virales y traspasan fronteras, no solo dañan la retina de quien las ve, sino que ponen en cuestión la imagen de Asturias como paraíso natural. Nadie ha sido detenido de momento por estos hechos. 

Desde el Gobierno del Principado, han mostrado su rechazo a estas actuaciones «ilegales» que «perjudican gravemente la imagen de Asturias». El asunto incluso ha llegado a manos de la Fiscalía Coordinadora de Medio Ambiente, que ha abierto diligencias para investigar los hechos tras recibir una denuncia de la organización ecologista WWF España, que se ha interpuesto precisamente ante «la inacción y la falta de una condena contundente por parte del Gobierno del Principado» y por considerar «intolerable el ensañamiento y la impunidad contra el lobo que se vive en Asturias».

Para WWF, la prueba «del nivel de impunidad y de la guerra declarada a la fauna salvaje por sectores concretos de la sociedad asturiana» es que «incluso se llegara a colocar un lobo muerto en un vehículo oficial de los guardas del Medio Natural». Esta organización, además, lamenta «el abandono y la permisividad» en la gestión del lobo en Asturias e insiste en la «tibia respuesta» del Gobierno del Principado ante unos hechos que, en principio, horrorizan. «El furtivismo está diezmando esta y otras especies, y está provocando un enorme descrédito y un grave deterioro de la imagen pública de Asturias», aseguran también desde WWF. 

En términos similares opina el presidente de la asociación conservacionista Lobo Marley, Luis Miguel Domínguez, que considera «inconcebible» que no se haya producido ninguna detención tras las violentas muertes de lobos en Asturias. «Se trata de la mayor falta de respeto que se ha tenido nunca con el pueblo asturiano. La imagen que se proyecta de Asturias es inadmisible», asegura, lamentando que los asturianos que quieren mantener la convivencia de especies y espacios vean su voluntad «secuestrada por cuatro cafres que creen que así defienden a la ganadería cuando es absolutamente lo contrario. Los ganaderos de buena fe tienen que estar absolutamente horrorizados». En este sentido, asegura que el problema de los ganaderos no es el lobo, «sino Bruselas, los precios de la leche, etcétera, etcétera». 

Entre 120 y 130 lobos en Asturias

Los últimos datos oficiales del censo de lobos en Asturias los aportaba hace un año el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Si en España se calculaba entonces que existían 297 manadas, cada una de unos ocho miembros, en Asturias se ubicaban 37, nueve compartidas con otras comunidades autónomas limítrofes. Domínguez, por su parte, calcula que en Asturias existirán entre 120 y 130 lobos y, «además, las manadas de lobo ibérico son, como mucho, de cinco ejemplares. Si los distribuyes por el territorio asturiano, ¿cómo es posible que esté atacando como para salir en los periódicos todos los días?», cuestiona. 

También critica que el Gobierno asturiano realice cada año controles de la población de lobos. En 2016, las cifras aportadas por el Principado establecían en 26 el número de lobos abatidos de forma legal. Según se recoge en el Plan del Lobo vigente, desde 2002 -año en el que puso en marcha el primer plan de gestión del lobo en Asturias- se mata a una media de 16 lobos al año, con máximos de 32 y mínimos de seis. A ellos se suman, según este mismo documento, una media de 10 lobos muertos al año por otras causas. A las batidas legales «las llaman caza científica y yo lo llamo nazismo y racismo zoológico. El lobo es una pieza de la naturaleza asturiana sin valor legal, por ello antes de conseguir la protección por ley del lobo, lo primero es el respeto», sostiene.

El biólogo asturiano Alfredo Ojanguren, que pertenece a la asociación Geotrupes, indica que le llama la atención que en el Gobierno del Principado se hable de un problema de imagen cuando «es una mala gestión del patrimonio natural y del territorio en el que conviven carnívoros y ganaderos». En este sentido, menciona las declaraciones que el director general de Recursos Naturales del Principado, Manuel Calvo, realizaba recientemente al diario El País, en las que admitía que estaba en medio del fuego cruzado entre ganaderos y ecologistas, al asegurar que los primeros exigen más muertes legales de lobos y, los segundos, menos. «Ni unos ni otros son responsables de la gestión, él si lo es y, como tal, debe tener un criterio», considera Ojanguren, que menciona un reciente estudio llevado a cabo en los estados norteamericanos de Wisconsin y Michigan para recalcar que «ya está todo inventado» en la gestión del conflicto que provoca la convivencia de humanos con grandes carnívoros como el lobo.

Aumento del furtivismo como consecuencia del sacrificio legal 

«En estos estados, la administración decidió matar unos pocos lobos para calmar a la gente y el resultado de la investigación evidencia que se incrementó el furtivismo», resume. El estudio, que se publicó en la revista de investigación biológica de la Royal Society of London, demuestra científicamente que permitir el sacrificio de lobos promueve la caza furtiva, que se señala también como la principal causa de preocupación en la conservación de especies animales controvertidas, y transmite a la población un mensaje negativo sobre el valor de los lobos. «La Administración asturiana, para gestionar, debería manejar este tipo de información», sostiene Ojanguren, que también recuerda otro estudio científico, esta vez realizado en España, y en concreto en Asturias, por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Oviedo, que relaciona el sacrificio legal de lobos con un aumento de daños en la cabaña ganadera en los años siguientes. 

El estudio, que se realizó en 2015 y analiza también datos del oso pardo en Asturias, recuerda también que solo el 0,14% de los animales que viven en libertad se ven afectados por el lobo. «No es una causa importante, pero los medios de comunicación aparentemente impulsan la implantación de programas de sacrificio que no están justificados ni por razones científicas ni éticas», señala esta investigación, en la que también se analizan la aparición de noticias relacionadas con los lobos para demostrar que la cobertura mediática es un «posible motor de la percepción pública del riesgo de grandes carnívoros».

«Son estudios hechos en Asturias que mencionan que en Europa ocurre lo mismo, empiezas matando lobos y se incrementan los daños. La explicación es sencilla: cuando matas a un miembro de una manada, esta se vuelve más débil y va a por el ganado doméstico», indica Ojanguren, que recuerda que uno de los objetivos de Geotrupes es precisamente que el conocimiento científico se utilice en la conservación de la biodiversidad. 

Sobre las decapitaciones de lobos, es crítico y también cree que pone en entredicho la imagen de paraíso natural de Asturias. «Estamos vendiendo turismo de naturaleza y quien venga y se encuentre un lobo colgado de una señal sale corriendo». Entiende que el problema es complejo pero insiste en que es fruto «de una mala gestión» y recalca que «si quieres conservar un territorio tienes que pegar por esa conservación». Y eso pasa, lógicamente, por hacer frente a los daños que causa el lobo al ganado. «Si los ganaderos se quejan de que no se pagan y la Administración dice que sí lo paga, algún problema habrá», dice, añadiendo que deberían asumirse los daños «rápido y bien» para encontrar una solución a este complejo problema.