«The Guardian» selecciona tres restaurantes asturianos «en medio de la nada»

Eugenia Valencia REDACCIÓN

ASTURIAS

Artículo de «The Guardian»
Artículo de «The Guardian»

El periódico inglés selecciona locales asturianos entre los mejores rincones de España para disfrutar de la gastronomía en un ambiente natural

04 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tres restaurantes asturianos se sitúan entre los mejores rincones para disfrutar de la gastronomía en medio de la naturaleza, según el periódico inglés The Guardian. La lista elaborada por el diario se basa en las apreciaciones del libro Grape, Olive, Pig de Matt Goulding. Rodeados de un paisaje natural, y alejados de los núcleos masivos de población, los bares ofrecen una alternativa a los establecimientos cosmopolitas.

En la Playa de Vega, al lado de Ribadesella, se encuentra Gueyu de Mar, un restaurante que, escondido bajo la apariencia de chiringuito, ofrece productos de alta cocina. Sus dueños, Abel y Luisa, preparan un menú especial de productos del mar. Entre las especialidades de la casa se encuentran los pescados a la brasa, entre los que hay gran variedad. Destacan también las ostras al horno con caviar. La influencia asiática también ha llegado al  pequeño pueblo, de tan solo  40 habitantes, con nuevos platos nacidos de un viaje a Japón. En su página afirman que la inspiración, en ocasiones, la encuentran en las cosas más simples.

Sin abandonar el entorno rural, Casa Juanin, en Pendones, oferta la posibilidad de disfrutar de la gastronomía tradicional asturiana a un módico precio. Se trata de un negocio familiar en el que es posible encontrar a su dueño «sirviendo bebidas y contando historias locales, mientras su hija trabaja detrás de los fogones». Por quince euros, se adquiere un menú compuesto por picadillo, fabada y arroz con leche. Según The Guardian, «solo hay que preocuparse de como volver a bajar de la montaña».

Otra alternativa es la de tomarse una copa clandestina en la carretera de Villaviciosa. Soda 917 es una antigua tienda de tabacos convertida en bar. Su dueño, Kike, trabajaba en Negroni, una de las mejores coctelerías de Barcelona, antes de trasladarse a la zona rural. El viejo estanco se llenó de botellas de ginebra y vermuts artesanales, hasta convertirse en un lugar especial en el que poder disfrutar de un cóctel, rodeado de cervezas y cajas de tabaco.