«El área metropolitana es el gran proyecto de Asturias, pero necesita liderazgo y apartar localismos»

J. C. Gea REDACCIÓN

ASTURIAS

Sonia Puente, decana del Colegio de Arquitectos de Asturias
Sonia Puente, decana del Colegio de Arquitectos de Asturias

La decana del Colegio de Arquitectos reconoce que son «sociedad civil, cualificada para intervenir en determinados debates públicos, devolviendo a la sociedad conocimiento»

16 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

-Se acerca al primer año de un decanato. ¿Un primer encuadre o boceto de ese periodo?

-Ha sido un año muy provechoso e intenso. Hacia dentro, trabajando en una nueva estructura orgánica y funcional con el objetivo de obtener una mayor productividad. Hacia afuera, con una mayor presencia social, interviniendo en los debates en los que los arquitectos como ciudadanos, aportamos valor. Un ejemplo claro de esto es el Área Metropolitana de Asturias y todas sus derivadas.

-De ella hablaremos enseguida. ¿Una visión de la situación de su profesión en Asturias en ese año, si es que se ha modificado en algo desde su experiencia de decana?

-La profesión en Asturias, al igual que en el resto de España, está vilipendiada. Somos los arquitectos europeos mejor formados y, sin embargo, peor tratados profesionalmente, especialmente por las administraciones. Desde la pretendida liberalización de los servicios profesionales, hasta las adjudicaciones de contratos públicos como meras subastas económicas, pasando por la caída de actividad, no puedo ser positiva al respecto, lo que no quita que sea optimista. Los arquitectos tenemos una formación muy amplia, técnica y humanística, que nos permite abordar, desde nuestro conocimiento y experiencia, otras disciplinas con la transversalidad necesaria hoy en día en todos los procesos.

-Los arquitectos se convirtieron rápidamente en algo así como el arquetipo de los profesionales de alta cualificación más perjudicados por la crisis. ¿Se ha levantado cabeza en alguna medida?

-La actividad de los arquitectos, desde el inicio de la crisis, ha disminuido un 90%. La media de ingresos brutos de un arquitecto es España es de 22.000 euros. En Asturias, de 20.000. Y si circunscribimos el dato a las arquitectas asturianas, 12.500 euros Es necesario redefinir nuestro papel y en ello tiene una función muy importante la Universidad. Debemos estar atentos a las demandas de la sociedad, para construir la nueva ciudad a través del urbanismo, con arquitectura de valor añadido y en un medio ambiente saludable, a través de la ordenación del territorio.

-Su programa incluía importantes reformas. Repasemos algunas. Internas, como la reestructuración interna del propio colegio para un funcionamiento más desjerarquizado, en red…

-Sí, ese trabajo en red se deja ver claro en una de las líneas estratégicas de actuación de esta Junta de Gobierno, que son los Grupos de Trabajo, y en donde estamos muy implicados. Y lo que es más importante, todos los colegiados están arrimando el hombro, aportando su tiempo y conocimiento a un fin social, algo inédito en esta institución. El Colegio somos todos y todos tenemos que contribuir por el bien de la profesión.

-También proponía un nuevo sistema de incorporación de jóvenes profesionales en residencia similar al MIR. ¿Se ha avanzado algo?

-Actualmente estamos definiendo un Plan Estratégico de Formación Continua que nos permita como arquitectos una mejora permanente de nuestros servicios aspirando a la excelencia profesional, e incorporar a las nuevas generaciones al ejercicio profesional mediante el programa AIR, (Arquitecto Interno Residente) y otras iniciativas, como mentorización, hibridación de disciplinas, etc. La implementación del AIR es un trabajo a medio-largo plazo donde deben estar implicadas la Universidad y las Administraciones. Desde el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, CSCAE, estamos trabajando en posibles fórmulas legislativas que permitan introducir esta figura como parte del relato de la especialización del arquitecto, como política de estado, que permita disponer de una cuerpo de arquitectos formados al servicio de la administración pública.

-Le preocupa abrir conexiones más estrechas y fluidas entre el profesional y la realidad fuera del estudio y del colegio. ¿Se está consiguiendo? ¿Con qué interlocutores?

-Nos estamos encontrando en muchos actos que organizamos con que nos dicen «no sabía que los arquitectos pensaban así, como vosotros» o «por fin el Colegio está donde tiene que estar»… Y es que por encima de arquitectos, somos ciudadanos, y como tales, nos preocupan las mismas cosas que al resto de los mortales. No solo no somos diferentes sino que nos afectan los mismos problemas. Somos sociedad civil, cualificada para intervenir en determinados debates públicos, devolviendo a la sociedad nuestro conocimiento. Y lo estamos consiguiendo. Somos referencia en los debates sobre arquitectura, urbanismo y territorio. Cada vez llaman más a nuestra puerta, en lugar de ser al revés.

-En Gijón se les ha podido ver implicados en el debate sobre el PGO o Tabacalera muy próximos a entidades vecinales. ¿Qué están recibiendo de esos contactos, qué les aportan, y qué creen estar aportando ustedes?

-Esto nos proporciona cocimiento directo. Los arquitectos somos mediadores. Interpretamos las demandas sociales y las transformamos en estrategias propositivas a través de nuestra formación, dedicación e investigación. De ahí nuestra involucración con las asociaciones de vecinos en la conformación de las ciudades.

-En todo caso, su programa incide en la proyección social del trabajo de arquitecto y en particular en el terreno del urbanismo. ¿Les preocupa a los profesionales asturianos esa dimensión de su trabajo? ¿Hay «cantera» de especialistas en ese ámbito de la arquitectura?

-La disciplina de la arquitectura abarca la ciudad, entendida esta en un concepto amplio, de asentamiento de vida y actividad, de ordenación territorial y medio ambiente. Y esto, incluye a la arquitectura, entendida como proyectos urbanos No es una cosa u otra, es todo lo mismo dentro de un conjunto. Otra cosa es el Planeamiento; un instrumento técnico-jurídico al servicio del territorio. En definitiva: un medio, no un fin.

-Asturias es una región en el que las urgencias no van precisamente por el lado de la demanda de viviendas, pero sí en operaciones urbanísticas y territoriales. ¿Una pincelada de la situación y las expectativas en Gijón, por ejemplo?

-Existe una relación, fruto de un dudoso pasado, que liga de manera inmediata Plan General a construcción. Un Plan General es mucho más que eso. Supone productividad, competitividad y, por tanto, calidad para sus habitantes. Los ciudadanos deben conocer  que determinadas políticas económicas de su municipio, deben espacializarse, es decir, utilizar el territorio para alcanzar el fin. Y eso es un plan general, poner la ordenación de territorio al interés general del municipio. Más allá de lo que un particular puede hacer, o dejar de hacer, en su parcela -algo muy lícito-, es importante que se implique en determinadas decisiones de su entorno en aras del interés general. Por eso es tan importante conformar el Área Metropolitana de Asturias a través de proyectos concretos, que es la nueva mirada que, después de mas de 50 años de discusión, estamos aportando los arquitectos al debate. Es el Proyecto de Asturias para las próximas décadas. Lo que nos va a permitir despuntar, o por el contrario estancarnos social y económicamente. Y en este proyecto, Gijón debe arrimar el hombro al igual que el resto de municipios de Asturias, porque todos ganamos.

-Oviedo también se apunta a grandes proyectos. ¿Cómo orientar el recientemente presentado Plan Estratégico?

-El Plan Estratégico de Oviedo, recientemente presentado, es un avance, pero no es suficiente. No pone en valor las singularidades de Oviedo por si misma como capital de Comunidad Autónoma y parte de un área metropolitana. Oviedo, como cualquier municipio de Asturias, debe pensarse a nivel global para actuar de manera local. Es muy genérico, de ahí que deba ser un documento que vaya enriqueciéndose, como así dijo el alcalde en la presentación. En esto hay un problema de base, desde la contratación por parte de la administración. ¿Cómo puede licitarse el Plan Estratégico de una ciudad como Oviedo para los próximos ocho años, por 60.000€? ¿Y acabar adjudicándose por 40.000€?  Es el documento político, junto con el Plan General, más importante para el futuro de una ciudad. ¿Es esa cantidad el valor que le ponemos al futuro de la ciudad? Las administraciones deben reflexionar a este respecto.

-Siero y Ribera de Arriba también se han planteado su reordenación urbanística…

-Con la misma problemática que acabo de citarle. Son trabajos en los que intervienen, como mínimo 7 o 8 profesionales cualificados de diferentes disciplinas, durante una media de 8 y 10 años, licitados por 180.000 euros y 130.000 euros respectivamente, con un presupuesto anual de 42 millones, el primero y 5 millones el segundo, sin contar las bajas económicas que se produzcan en el proceso. Un caso similar es el de Llanes, que con un presupuesto anual de 16 millones saca su plan general con un precio de licitación de 310.000 euros. Es decir, hablamos de una incidencia del cero coma cero sobre el presupuesto anual.  ¿A cómo sale la hora de profesional? ¡Hagamos cuentas! ¿Acaso los profesionales, entre ellos los arquitectos, no tienen derecho a unos ingresos dignos, como cualquier trabajador? De ahí la penosa situación económica con los datos que aportaba al inicio. Además de ser el valor que un ayuntamiento le pone a su política territorial para los próximos 15 años, como mínimo, con todo lo que de potencialidad supone para un municipio y, por lo tanto, de calidad de vida y empleo. 

-¿De qué manera está incidiendo todo este movimiento, para bien o para mal, en los profesionales?

-Efectivamente como ya expuse, es un abuso hacia los profesionales, en cualquier licitación pública, no solo de planeamiento. Con los proyectos y obras ocurre exactamente lo mismo. En muchos casos se adjudican como meras subastas económicas. Y lo peor de todo es que los últimos perjudicados somos los ciudadanos. Suele estar relacionado: adjudicaciones baratas con problemas caros. En ocasiones esos trabajos contratados no se terminan. Las empresas o profesionales acaban renunciando por ruina. Gestionar bien los recursos económicos, no es comprar lo mas barato, es comprar la mejor relación calidad-precio. Como ciudadanos debemos exigir a nuestros representantes públicos, visiones  a medio y largo plazo de las cosas, evitando el cortoplacismo. Eso lo sabemos todos cuando nos vamos a comprar unos zapatos ¿Solo nos fijamos en el precio? Pues con los servicios profesionales y las obras ocurre lo mismo.

-El Plan General de Ordenación de Gijón es especial. Una parálisis de años y una solución que no acaba de concretarse. ¿Lo están notando mucho los arquitectos, y de qué modo?

-Gijón es el paradigma de la tormenta perfecta: un exceso de legislación, a veces hasta contradictoria, una corporación dividida y unos intereses contrapuestos. ¡Claro que los arquitectos lo sufrimos en el día a día de nuestro trabajo! Pero es que además tiene una repercusión indirecta en nuestros clientes, los ciudadanos.

-¿Y respecto al Área Metropolitana Central? ¿Qué diagnóstico hace de ese macroproyecto tan lleno de dificultades? ¿Qué puede aportar el Colegio?

-Es el proyecto de Asturias por excelencia. Se defiende por si solo pero necesita liderazgo para aparcar localismos y hacer ver que con una nueva realidad asturiana, en clave metropolitana, todos ganamos. Tenemos una singularidad regional, que no nos podemos permitir el lujo de desaprovechar. Y todos, políticos, ciudadanos y profesionales debemos ponernos a la tarea. El Colegio de Arquitectos ya lo ha hecho, aportando una nueva metodología: un Plan de Proyectos  concretos, como revulsivo y catalizador de los agentes sociales y por tanto de la sociedad en su conjunto. Es decir, certidumbre, frente a la incertidumbre o ambigüedad de planes, directrices...

-Mientras tanto, la divulgación intenta transmitir la riqueza de la aportación patrimonial y cultural de los arquitectos a Asturias con muestras como la del Bellas Artes, dedicada a la Edad de Oro de la arquitectura asturiana en el pasado siglo. ¿Cuál cree que es la imagen social del arquitecto hoy?

-Tenemos la impresión de que se nos sigue viendo como una élite. Y este concepto yo lo separaría en dos. Élite intelectual, por supuesto. Hemos tenido la suerte de acceder a una formación de primera, que nos dota de muchos recursos y de ahí nuestro interés en devolverla a la sociedad, mediante nuestro trabajo. La sociedad gasta unos recursos ingentes en formarnos y luego no nos facilita salidas de trabajo o no nos valora lo suficiente. Se debe «usar y exprimir» nuestro conocimiento. De lo contrario  se están despilfarrando los recursos económicos públicos. ¿Élite económica? Los datos hablan por si solos.

-¿Aquella Edad de Oro fue una isla en una situación histórica concreta, o tiene continuación? ¿Persiste una veta asturiana de gran arquitectura como la de aquellos profesionales?

-Los tiempos cambian. Esos años, 1950-1965, son finiseculares de la profesión. No obstante, la arquitectura asturiana actual tiene un buen nivel, representada eso sí, en escasos ejemplos. ¿Por qué?  Por una ausencia de visiones estratégicas de nuestros representantes públicos y una apropiación exclusiva de la ciudad por los agentes económicos, dejando a los arquitectos, los especialistas formados para ello, a un lado. De ahí lo que decía de que no se «usa ni exprime» nuestro conocimiento, en definitiva no se valora. Para percibir  la calidad actual, no hay más que ver las propuestas que bi-anualmente se presentan a los Premios Asturias de Arquitectura. El tiempo pone todo en su sitio, y estoy segura que con el paso de los años muchas de las obras que actualmente se construyen pasarán a los libros de historia de la arquitectura. Pero para mantener el nivel de calidad hace falta un mayor apoyo de las administraciones mediante el fomento y difusión. Lo mismo que admiramos el paisaje natural, hay que promover, con visiones globales y ambiciosas, el conocimiento hacia el paisaje cultural y urbano, acompañado de calidad en la contratación y protección. Los servicios de  arquitectura poseen una singularidad que no admiten una contratación al uso, como pueden ser suministros, reparaciones… y la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas no hace esas distinciones. De ahí, lo necesario de una Ley de Arquitectura.