Los osos cantábricos están gordos

Susana D. Machargo REDACCIÓN

ASTURIAS

Un oso pardo cantábrico.Un oso pardo cantábrico
Un oso pardo cantábrico FOP

La FOP detecta un aumento en el número de ejemplares que no han hibernado debido al clima suave y a la «cosechona» de hayucos. «Se han puesto morados», describe Palomero

04 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ha sido un invierno benigno y muchos osos no han hibernado». Lo cuenta la Fundación Oso Pardo (FOP) en base a las observaciones realizadas durante toda la estación y especialmente en febrero, el mes en el que suele haber manos actividad. La falta de nieve y la cosechona de hayucos registrada este otoño han sido las dos circunstancias que han influido en este cambio en el comportamiento de la especie. Aunque no ha sido el primer año en el que se ha observado este fenómeno, el presidente de la FOP, Guillermo Palomero, señala que han apreciado algunas singularidades. La primera es que ha habido menos osas con crías hibernando que cualquier otro invierno. La segunda es que más osos solitarios han secundado este comportamiento. La tercera es que los ejemplares están gordos. Lo habitual después de un periodo de varias semanas en un estado de letargo es que los animales aparezcan escuálidos. Este año no ha sido así. «Están en muy buen estado físico. Se aprecia a simple vista. Han pasado el invierno comiendo frutos muy energéticos. Se han puesto morados», argumenta.

¿Puede tener una falta de hibernación tan generalizada alguna consecuencia para la especie? Palomero, a priori, cree que no. Considera que los osos están bien alimentados y fuertes, por lo que pueden afrontar el resto del año sin problemas. A las osas con crías este invierno les ha servido para compensar el desgaste de amamantar a los oseznos con los frutos de las hayas, incluso podrían haber seguido mamando los que están en edad de hacerlo. Los ejemplares adultos solitarios han podido tener una hibernación más flexible, lo que quiere decir fragmentada o reducida, porque había alimento a su disposición y no han tenido que frenar su actividad. «Ha sido algo bueno para el oso pero también para el resto de animales», comenta el presidente de la FOP.

La Fundación Oso no tiene ahora mismo ninguna investigación en marcha sobre los cambios de comportamiento en la hibernación pero ha sido algo tan evidente que ha llamado la atención de la gente que está sobre el terreno. Sus integrantes señalan que han realizado seguimientos de osas con sus crías con márgenes de tres o cuatro días en la población oriental, tanto en territorios de Palencia como de Cantabria. Se trata de animales que no llevan radiomarcadores, por lo que son más difíciles de ubicar. Pero este invierno no ha sido así. Ni siquiera la falta de nieve, de un manto blanco que ayude a definir los rastros, ha sido inconveniente. Han podido verlos hasta en febrero, que es el mes de mayor letargo para la especie. 

Han observado cómo encontraban comida sin dificultad y hasta cómo comían. Esto ha hecho que no sea necesario cesar la actividad para superar un periodo sin alimento, porque sí había frutos suficientes para no variar el comportamiento. «Salvo que alguien con un estudio biológico más preciso describa lo contrario, lo que parece es que no es necesario suspender la actividad si las condiciones son adecuadas», explica Guillermo Palomero.

La primera vez que la FOP describió este fenómenos de la falta de letargo en el oso pardo cantábrico fue en un artículo publicado en el año 2006. Las cuadrillas de la fundación detectaron actividad durante todo el año en la montaña palentina. Encontraron huellas en la nieve en pleno invierno, de forma continuada. Así pudieron controlarlos. Ya entonces, el propio Palomero reconocía que si el invierno es suave, «a las osas les compensa salir a buscar alimento porque es energéticamente rentable». Lo mismo ha sucedido once años después. 

Lo habitual es que la hibernación venga precedida de un proceso de búsqueda de una cueva adecuada y de su acondicionamiento, formando una cama de hierbas y ramas. Hasta ahora, la Fundación estimaba que, en la Cordillera Cantábrica, casi el 80% de las oseras invernales se encontraban en cuevas y el 20% restante, excavadas en el suelo. Estaba descrito que algunas familias no hibernaban o tenían un letargo muy breve. Incluso ya se señalaba que algunas osas con crías, permanecían activas durante inviernos suaves con abundante comida. Esta temporada tanto ha sido así que están incluso gordos.