«El oso en Asturias es como la Virgen de Covadonga, pero conservarlo depende del apoyo social»

Elena G. Bandera
E. G. Bandera GIJÓN

ASTURIAS

Un oso pardo cantábrico.Un oso pardo cantábrico
Un oso pardo cantábrico FOP

De los osos se tiene mejor imagen que de los lobos, pero ni unos ni otros generan conflictos, según los biólogos Javier Naves y Mario Quevedo, que advierten de que la conservación ya «es un problema de urgencia social»

12 jul 2017 . Actualizado a las 20:03 h.

Con cada especie que se extingue se desequilibra la biodiversidad necesaria para que la Tierra sea un planeta habitable. La mano del hombre ha acelerado la extinción de especies a un ritmo muy por encima del que sería natural. «El problema de la conservación de una especie no está en hacer controles de población, sino en controlar las actividades de la población humana», advertía ayer, en un debate sobre el oso y el lobo en Asturias, el biólogo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Javier Naves. «La crisis ecológica es de tal envergadura que debemos plantearnos un control de lo que hemos hecho y de lo estamos haciendo. La conservación es una emergencia social y ése es el conflicto, el de plantearnos el resto de las actividades humanas porque así llegamos a un callejón sin salida». 

Naves, como experto en osos, recordó que el oso pardo cantábrico es una de las especies más amenazadas del mundo y que hablar de los 200 o 300 ejemplares que existen en la cordillera Cantábrica es comparable a hacerlo de los supervivientes de una especie, puesto que, en la conservación, una población estable tiene al menos 3.000 o 4.000 ejemplares. «El oso en Asturias es como la Virgen de Covadonga, un icono de nuestra región. Si hiciéramos una encuesta sobre su conservación, en principio saldría que sí. Sin embargo, la conservación depende del apoyo y de la conciencia social», dijo, valorando el papel positivo del animalismo en la protección del oso pardo y explicando que, pese a todas las justificaciones científicas sobre la necesidad de preservar esta especie y a ese simbolismo con Asturias, «ese apoyo se ve mermado si ocurre un accidente entre un oso y un hombre», dijo, recalcando que la percepción de los riesgos de extinción o de los accidentes influye en cómo se considera la conservación de la especie. 

«Se mata lobos sin especial razón ni justificación»

El lobo en Asturias es, en todo caso, sobre el que se realizan esos controles de población que es como se denomina a matar a un número determinado cada cierto tiempo. «Desde nuestro punto de vista se mata sin especial razón ni justificación», aseguró Mario Quevedo, también biólogo en la Universidad de Oviedo y miembro de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (Ascel), que indicó que el conflicto entre el hombre y el lobo, biológicamente, no existe, «lo que no quita que lo pueda ser socialmente». 

De momento, el lobo es el que sale peor parado en la percepción que se tiene de ambas especies silvestres en Asturias. «El problema que tenemos es que desde hace 15 o 20 años las políticas del Gobierno asturiano solo se dedican a pagar compensaciones por los daños con unos baremos completamente desfasados y con controles de población», consideró el diputado autonómico de Podemos Héctor Piernavieja, que también participó en el debate organizado por Espaciu pal cambiu en la Semana Negra. De esas políticas, según añadió, se recogen las actuales «posturas enconadas» en torno a la gestión de la especie, «que entra en conflicto económico con las poblaciones del mundo rural».

En su opinión, «mientras existan osos y lobos va a haber conflictos y posturas restrictivas. Los problemas del mundo ganadero y del medio rural no están en la fauna salvaje, pero son difícilmente identificables y es más fácil volcar la frustración con el enemigo que se encuentra por el monte que con el Parlamento europeo». Por ello, se mostró pesimista y más, como añadió, teniendo en cuenta que, en el caso de los osos por ejemplo, «ya no estamos planteando si están campando a sus anchas cuando para hablar de una población estable habría que multiplicar la actual por diez». 

«El conflicto entre ecologistas y ganaderos es una falacia»

También Quevedo alertó de que los serios efectos de los controles de población sobre la estructura poblacional, ya que «al dispararse al azar» puede haber manadas que se desestructuran al perder al alfa y, al perder fuerza, buscan presas más fáciles. «No me imagino un escenario en el que nos dejemos de preocupar por los daños que los lobos causan porque es un conflicto antrópico, y creo que lo necesitamos, pero el problema lo tenemos nosotros y habría que intentar sacar a los bichos de la película», aseguró, insistiendo también en que el conflicto entre «ganaderos y ecologistas» es una «falacia» y explicando que las responsabilidades «las tiene quien gobierna o quien lo intenta». 

Naves apuntó que los lobos llegaron a los Picos de Europa en los últimos 20 o 30 años y que, hasta hace 90 o 100 años, no se les había visto por el oriente de Asturias. «Eso ha hecho que una explotación ganadera haya perdido hábitos de prevención y suponga un conflicto importante», dijo, insistiendo también en la idea de que deben controlarse las actividades humanas que pongan en peligro la biodiversidad y erradicar aquellas que no sean necesarias. «La única manera de apagar el conflicto pasa por resolver los problemas de la gente del medio rural con un mercado productivo, de proximidad y que sea rentable para el ganadero, porque hoy no lo es», indicó Piernavieja, que abogó, mas que por controlar, por ordenar las actividades del hombre en el medio rural para que sean más eficientes y productivas: «Pero está demasiado lejos y la responsabilidad sobre el modelo económico imperante es del Gobierno asturiano, por incapacidad o por falta de ideas».