«Si en Asturias hubiera una identidad fuerte, ¿se sentirían españoles o asturianos?»

Natasha Martín REDACCIÓN

ASTURIAS

Protestas en las calles de Barcelona
Protestas en las calles de Barcelona SUSANA VERA | Reuters

Enrique Delgado, presidente del Centro Asturiano de Barcelona, comparte su impresión acerca del desafío independentista

19 dic 2017 . Actualizado a las 11:53 h.

Los hechos del 1-O no han dejado indiferente a nadie. Las opiniones son diversas y las reacciones múltiples. Hasta en Asturias se han llegado a ver banderas de España decorando las terrazas para expresar la pasión por la unidad frente a la cuestión separatista al tiempo que se producían manifestaciones en apoyo de la paz, la convivencia y la democracia. En Barcelona la experiencia ha sido diferente o así lo explica Enrique Delgado, presidente del Centro Asturiano de Barcelona, quien, como observador directamente involucrado, ha contemplado cómo se ha vivido un domingo «con tensión, admiración, sorpresa e indignación».

Fuera de Cataluña los acontecimientos se han visto «de manera muy distinta porque la información que cada medio ha efectuado -incluido TV3- ha sido muy parcial. Aquí se ha vivido muy intensamente porque tanto el despliegue informativo, como la cantidad de personas que han acudido han sido muy amplias», comenta Delgado.

Esta sociedad tan abierta es inseparable de la disparidad y la independencia, se esté a favor o en contra, «es un tema que está en la calle, no es un tema que haya que obviar», explica Delgado, quien considera que no se puede ocultar que «la participación dentro de este acontecimiento ha sido muy importante porque los que llamaron a votar podían haberse encontrado con que no hubiera votado nadie o que hubiera habido muy poca afluencia, pero se han encontrado con una cantidad muy importante de gente que ha participado».

«La gente se ha volcado en el uso de su libertad. Fuese o no legal las urnas estaban a disposición del que quisiera utilizarlas». Si se cuenta que hay 5.313.000 personas que figuran en el censo, los resultados «generan muchas lecturas pero los que han participado han ejercido su derecho de manera no violenta», afirma Delgado.

Según el Govern, la participación ha alcanzado los 2,2 millones de votos, lo que supone una participación del 42%. Dejando a un lado irregularidades como votos duplicados o el cierre de colegios electorales, estas cifras generan una reflexión en el pensamiento de Delgado: «Si hay una cantidad considerable de personas que participan hay que pensar si hay o no que escucharlos».

Y la voz del pueblo ha de ser escuchada pero, si el pueblo está dividido, ¿a qué voz se atiende? El presidente del Centro Asturiano de Barcelona comenta que «en el mundo asociativo debemos escuchar siempre las necesidades de nuestros socios e intentar darles respuestas en la medida en que sea posible. Por tanto, nos resulta difícil entender cómo los partidos de los gobiernos actuales no escuchan, sino que pintan el cuadro como les interesa».

Entre los asturianos del centro barcelonés las opiniones fluctúan y aún es pronto para obtener juicios claros. Para perfilar el sentimiento que se expresa en Cataluña en cuanto a la independencia Delgado establece una comparación con la pertenencia del asturiano a su «tierrina». Las diferencias son notables pues «el asturiano se siente muy asturiano fuera de casa pero es un sentimiento mas individual, no son en ese sentido grupales como los catalanes, que son mucho más asociativos en cuanto a la cuestión». Entonces Delgado se pregunta: «Si en Asturias hubiera de alguna manera una identidad fuerte como en Cataluña, ¿se sentirían españoles o se sentirían asturianos?».

Una democracia participativa

La democracia un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. Siendo así, «los partidos políticos deben reflexionar si están preparados para la democracia moderna, donde la participación de las personas es más importante que la propia decisión de los partidos en llevar programas que durante el camino se cambian».

Existe un interés explícito de la ciudadanía en tomar parte en las cuestiones que determinan su futuro y en ese futuro los gobiernos deben ser un bastón de apoyo para el diálogo. «Hay que jugar al juego de la política de una manera más activa, no obviando los temas, no negando las evidencias, sino participando y debatiendo desde todas las perspectivas y nunca utilizar la violencia cuando estamos frente a las urnas», sostiene Delgado

Con este planteamiento de democracia Delgado considera que «no deberíamos ver con malos ojos la participación ciudadana pues con ella los gobiernos dejarían de ser bloques cerrados donde las decisiones se toman en parlamentos que muchas veces no benefician al elector. La evolución natural de la política en este país debe girar hacia la participación y la escucha».