Felipe VI recibe el respaldo de Europa ante el «inaceptable intento de secesión»

J. C. G. OVIEDO

ASTURIAS

Tajani, Tusk y Juncker replican con una defensa del Estado de derecho y de la Constitución del 78 un discurso real de contundente perfil político. «Cataluña es y será una parte esencial de la España del siglo XXI», anuncia el monarca

21 oct 2017 . Actualizado a las 14:04 h.

Felipe de Borbón ha agradecido «el compromiso, el apoyo y la solidaridad de las instituciones europeas con España, con nuestro sistema constitucional y con nuestro Estado Social y Democrático y de Derecho» ante «un inaceptable intento de secesión en una parte de su territorio nacional»; una situación que -ha asegurado Felipe VI- España «resolverá por medio de sus legítimas instituciones democráticas, dentro del respeto a nuestra Constitución y ateniéndose a los valores y principios de la democracia parlamentaria en la que vivimos desde hace ya 39 años».

Tal y como se esperaba, el monarca ha convertido su posición como Jefe del Estado ante la amenaza de secesión independentista en Cataluña en el núcleo de su discurso en el acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias; y lo ha hecho con una alusión inusualmente directa y contundente en el contexto de esta ceremonia y con la convicción de que «Cataluña es y será una parte esencial» de «la España del siglo XXI». Una España que ha descrito como «abierta y solidaria» en la que «los pueblos que la integran viesen protegidas, reconocidas y respetadas sus lenguas, sus culturas, sus tradiciones y sus instituciones», frente a proyectos que se sustentan «en la desafección y en la división de la sociedad, las familias y los amigos» y que conducen «al aislamiento o al empobrecimiento de un pueblo».

Felipe VI ha iniciado su discurso con el recuerdo a los afectados y víctimas de los incendios en Asturias, Galicia, Castilla y León y Portugal y palabras de «homenaje a profesionales, voluntarios y vecinos» en su lucha con el fuego. A partir de ahí, ha trenzado sus elogios a los premiados recortándolo sobre dos claves de evidente lectura política en esta situación:  los valores de la «colaboración sincera» y de la «defensa de la verdad».

Pero, sobre todo, Felipe VI ha aprovechado sus palabras de este año en los Premios Princesa de Asturias para dirigirse dirigido directamente y con toda claridad a los presidentes del Consejo, Parlamento y Comisión europeas -Donald Tusk, Antonio Tajani y Jean-Claude Juncker, respectivamente- como representantes de una institución que ha dicho tomar como «referente» y que nació «para que nunca nos permitamos dar un paso atrás, hacia el sectariamo, la arbitrariedad y la divisón, hacia el horror» y que representa «la firmeza democrática frente al fanatismo; la libertad frente a la tiranía; la convivencia frente a la discordia y la cultura frente a la ignorancia».

Vibrante Tajani

Sus palabras han encontrado respaldo y eco en sus interlocutores europeos. El presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, en el más vibrante y comprometido de los tres discursos, envuelto en una gran ovación, ha centrado una parte de sus palabras, con «humildad, emoción y admiración al pueblo español», en «recordar la importancia del respeto al Estado de Derecho» cuando «algunos siembran la discordia ignorando voluntariamente las leyes».

«Hay algunos e Europa, popuistas y nacionalistas, que gastan esfuerzos y recursos en separarnos. Mejor harían en trabajar por la concordia», ha advertido Tajani, que ha elogiado el «amor del pueblo español por la democracia», ha contrapuesto el «diálogo dentro del derecho» en tiempos «en los que los egoísmos nacionalistas salen a flote» frente «al valor del consenso, constitucional y europeo, un bien en sí mismo que no debemos poner en peligro». Para Tajani, el funcionamiento de la UE muestra de un entendimiento basado en el derecho; un derecho que «se puede cambiar», pero que mientras tanto, «no es una opción sino una obligación».

Tajani ha encarecido la «disposición a encontrar el acuerdo» para encontrar el «bien común» y la «unidad en la diversidad», pero ha asegurado que es «un camino que España inició con la democracia y su adhesión a la Constitución del 78, la conquista la definitiva de la libertad y la democracia».

Finalmente, el presidente de la eurocámara ha instado a «no levantar fronteras entre los europeos porque demasiadas veces se nos ha prometido el paraíso cambiando las fronteras para llevarnos con ello a los infiernos». Tajani, que ha recordado que cuelga en su despacho sendas banderas española y asturiana (esta última en memoria de la calle que le dedicó Gijón) ha conculido con vivas a la democracia, Europa, España y el Rey.

La fuerza del derecho

Previamente a la intensa intervención de Antonio Tajani, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker ha recordado «la fuerza del derecho, un principio fundamental de una UE libremente consentida». Juncker ha aludido a la presencia de banderas españolas que, en muchas ventanas y balcones de Oviedo, emblematizan el apoyo a la unidad de España: «He visto banderas españolas por todas las calles, y es una visión hermosa», ha señalado el dirigente europeo.

«El poder suave de Europa, por así decir, es reposar y fundamentarse en el derecho, la regla, la norma que nos construye un espacio que nos hace sentirnos protegidos y nos permite vivir y respirar juntos en convivencia armoniosa y respetando todas las diferencias», ha dicho Juncker, interpelando directamente a Felipe VI para manifestarle la «admiración» por Juan Carlos I «que vinculó su destino al arraigamiento de la democracia». En ese contexto, ha agradecido al monarca actual que «en un mundo incierto e imprevisible mantenga ese rumbo de su padre» y ha concluido con un «viva España y viva Europa».

Menos directo se ha mostrado Donald Tusk, con un discurso que en buena parte ha sido una evocación del simbolismo de la poesía de su compatriota Adam Zagajewski como símbolo de la clandestinidad democrática contra los regímenes prosoviéticos de la Polonia de su juventud. Pero, en ese contexto, Tusk sí ha dejado caer que, como la generación de Zagajewski, soñó «con una Europa unida en la que la concordia y la verdad prevalecen» y que «hoy de hecho estamos recibiendo el premio de la Concordia teniendo en mente, a la vez, que no hay genuina concordia sin verdad». «En muchas partes de nuestro mundo, la gente siente que está rodeada de mentiras, manipulación y noticias falsas. Pero creo profundamente en que la verdad es invencible. Y esta ceremonia es expresión de esa invencibilidad».