¿Para qué sirve un hórreo?

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCIÓN

ASTURIAS

Hórreo de Candás que se transportó la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929
Hórreo de Candás que se transportó la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 Julio García

Los más antiguos tienen al menos 500 años. Antaño se utilizaban como graneros y hoy, principalmente por falta de uso, se estima que se derrumba uno cada día. «El hórreo tiene muchos enemigos», dicen en la nueva Asociación de Amigos del Hórreo Asturiano, que nace para defenderlo

23 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada día, dicen los estudiosos, se cae un hórreo en Asturias. Siempre suele ser por falta de uso y buena parte de los que ya no existen eran auténticas joyas. «Un hórreo, cuando tenía uso, ibas manteniéndolo, pero cuando no lo tiene… », lamenta Víctor Manuel Suárez, apasionado de los hórreos que preside la Asociación de Amigos del Hórreo Asturiano, que precisamente se creaba este año con el firme propósito de conseguir que se reconozca la enorme importancia que tienen estas características construcciones de madera en la historia de Asturias. «Creemos fundamental cambiar la imagen actual de los hórreos cayendo y empezar a enseñar los cuidados, su historia, su cultura... Nunca se le dio la importancia que tiene en realidad. Un hórreo representa a los asturianos y a Asturias», insiste. 

La falta de uso es el principal pero no el único problema. «Uno de los problemas es la multipropiedad, también el IBI y, por supuesto, el olvido. «El hórreo tiene muchos enemigos, pero ahora estamos nosotros para defenderlo», asegura. Pese a que no existe un censo oficial de hórreos de Asturias, se calcula que habrá entre 17.000 y 21.000 aún en pie. No existe un censo oficial pese a que la Ley de Patrimonio del Principado de Asturias, que se aprobó en 2001, obligaba a realizar un inventario de los hórreos de Asturias, al menos de aquellos con valor patrimonial. «En los hórreos del siglo XV, siempre aparece la referencia del artesano en el interior. El caché del carpintero de entonces y existen auténticas virguerías», dice Suárez.

Los primeros estudios llevados a cabo de manera científica, y por iniciativa particular, sobre el hórreo asturiano son de finales de los 80 y, gracias a expertos como Juaco López, Florencio Cobo o Armando Braña, se supo entonces que se remontaban al medievo. Es llamativo, en este sentido, que en la Universidad de Oviedo ninguna tesis haya versado sobre hórreos, aunque sí ha habido alguna de fuera de Asturias que se ha centrado en estas construcciones de las que al menos sí se sabe que existen varias épocas clave que han permitido establecer tres estilos diferenciados. Así, el estilo de Villaviciosa, románico, es el más antiguo al situarse en los siglos XV y XVI; el de Carreño, a partir del siglo XVIII, barroco y con coloridos vistosos en las pinturas decorativas, y, el de Allande, más reciente.

Hórreo con embuelgos en 1324

Ya en 1324 se describe un hórreo con embuelgos muy similar al que hoy se conoce. «El hórreo asturiano de trabes, engüelgos, colondra y lliños se yergue en estas tierras desde tiempos inmemoriales, elevado y a cuatro aguas como las torres, y nobles como ellas ya que en algún tiempo todos en estas montañas, valles y marinas así fueron considerados», indica Víctor Manuel Suárez, parafraseando el texto que recientemente se remitía al Gobierno del Principado de Asturias para poner de manifiesto que los hórreos merecen especial atención porque «condensan muy singularmente la sustancia misma de lo que esta parte del mundo ha sido y es». Los hórreos siempre se habían utilizado como graneros, despensas e incluso guardaron los bienes más preciados de las familias de antaño. 

«Antiguamente, cuando se casaba una pareja de novios, como las casas eran pequeñas y llenas de gente, los enviaban a dormir al hórreos hasta que ella quedara embarazada», añade Suárez, «con esto quiero decir que lo de usarlo, por ejemplo, como alojamiento rural no es tan descabellado. Imagina ser un turista alemán o francés e incluso español, te gustan las rutas por la montaña o como yo, andar en moto por los puertos, y te ofrecen la posibilidad de quedar a dormir en un hórreo en el puerto o frente a la mar, te levantas y desayunas alfiladas, marañueles o cualquier dulce típico, disfrutas de tu ruta visitando la historia de los pueblos, comes, queso, fabada, cachopo, tortos… Eso se llama turismo de calidad y Asturias tiene para dar y tomar. Además de que es un apoyo a la zona rural, crea riqueza y trabajo». 

La legislación que rige el uso es de 1975

La Asociación de Amigos del Hórreo Asturiano empezó a gestarse a principios de este año y se presentó oficialmente en junio en el Centro de Interpretación del Hórreo en Bueño. Aún no se ha llevado a cabo una campaña de captación de socios, pero ya suman más de una treintena y en el perfil que se acaba de abrir en Facebook ya son casi 200 simpatizantes. Hacerse socio cuesta 15 euros al año. Los orígenes de la asociación se remontan a hace dos años, cuando Suárez iniciaba una campaña de recogida de firmas en Change.org para preservar los hórreos y las paneras de Asturias a través de un cambio en la legislación que permitiera precisamente darles uso. 

En la campaña, que hoy suma más de 5.000 apoyos, Suárez explicaba ya entonces que el uso de los hórreos y las paneras solo está permitido como almacén y siempre vinculado a una vivienda: «La legislación que rige su construcción y uso es de 1975, y creo que es absurdo hoy en día creer que alguien va a construir un hórreo o panera con fin de granero. Cambiar esta ley no sería otra cosa que constatar un hecho». Que no es otro que algunos hórreos y paneras están habilitados como viviendas o como alojamientos turísticos.

En todo caso, la petición establecía dos grupos diferenciados. El primero englobaría a todos aquellos hórreos y paneras de finales del siglo XV y principios del XVI hasta mediados del siglo pasado con valor etnográfico reconocido, «que tendrían que ser objeto de su máximo respeto, manteniendo su construcción inicial y que deben de tener amparo de la Administración para su mantenimiento». Y, en el segundo grupo, los de menos de 50 años y de nueva construcción, para los que «la Administración debería permitir su uso como vivienda o alojamiento rural, siempre y cuando se conserve su tradicional estructura exterior, eso sí, permitiendo, por ejemplo, ventanas o canalones además de que su construcción no esté vinculada a una vivienda».  

«El hórreo es tan identificativo de Asturias como la Cruz de la Victoria. Y a nadie se le ocurre que pague IBI»

Suárez explica que, como ya está creada la asociación, próximamente se cerrará esta campaña. «Si con 5.000 firmas no reaccionan habrá que tocar otras teclas y trabajar desde la asociación», añade, explicando la distinción entre los dos grupos con una comparación que ayuda a entenderlo perfectamente: «Si coges un hórreo del siglo XV y haces una vivienda es como si coges un Vega Sicilia y le echas casera. Lo suyo sería poder hacerlo en los hórreos de 1950 en adelante y en los nuevos abrir un poco la mano, permitiendo alojamientos rurales y viviendas siempre y cuando no se menosprecie el edificio. Y, en los de años anteriores que tengan valor etnográfico, que se les reconozca su historia».

Explica, en este sentido, que la asociación está manteniendo conversaciones con ayuntamientos para que a los hórreos de mitad del siglo pasado para atrás se les quite el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), que es estatal y al que se aplica en los municipios asturianos una bonificación de hasta el 90%. «Los ayuntamientos, primero, tendrían que delimitar si los hórreos son bienes muebles o inmuebles y, por supuesto, que los históricos no paguen IBI. Es más, deberían tener una bonificación solo por mantenerlos. El hórreo es tan identificativo de Asturias como la Cruz de la Victoria. Y a nadie se le ocurre que pague el IBI», indica. 

Ese reconocimiento que los hórreos de Asturias no tienen es precisamente la primera de las propuestas del documento que la asociación ha remitido al Principado: que se les considere una manifestación genuina de la cultura tradicional de Asturias. También creen fundamental que se centralice toda la información que exista sobre los hórreos en catálogos urbanísticos, normas subsidiarias y los diversos documentos científico-técnicos, complementándola con la ayuda de expertos para identificar de manera individual cada uno de los hórreos que se mantienen en pie en Asturias.

«Hay gente que no sabe distinguir un hórreo de una panera»

De manera paralela, parece de sentido común que, como pide la asociación, se desarrolle un reglamento específico que desglose de manera pormenorizada todos los aspectos de un hórreo. Desde sus distintas tipologías, la estructura particular según las épocas y estilos decorativos o las indicaciones a la hora de restaurar o reparar hasta la determinación de la consideración jurídica de cada edificio singular. 

En la asociación, por ello, consideran que debería promoverse una comisión, formada por personal cualificado de la Administración de las áreas de Cultura, Urbanismo y Medio Rural, que tutelara las medidas que se puedan poner en marcha, así como que se favorezca y se impulse que instituciones públicas y privadas, al amparo de la Ley de Mecenazgo, puedan destinar recursos para la protección, la restauración y el estudio de los hórreos asturianos, «haciendo ver que estos recursos son una inversión productiva en tanto que cada hórreo restaurado es un hito en el paisaje, lo mejora, y mejora también la imagen de la región y la estima que los asturianos tienen de sí mismos y de su comunidad».

Mientras tanto, la asociación ha iniciado también una labor de divulgación aprovechando que a sus filas se han sumado grandes conocedores del hórreos asturianos y su historia. «Vamos a colegios, hacemos salidas, enseñamos… Hay gente que no sabe distinguir un hórreo de una panera, y no es por los pegollos. El hórreo, al tener la base cuadrada, acaba en pico y se le ve en el moño. Pero es solo una parte de lo mucho que queda por conocer», asegura Suárez, que tiene muy claro que «lo que no se conoce no se quiere y lo que se conoce se empieza a querer».