Siete coños y un vaso de agua

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez REDACCIÓN

ASTURIAS

Mercedes Fernández mira su móvil mientras Gaspar Llamazares interviene y Javier Fernández toma notas, en la Junta General.Mercedes Fernández mira su móvil mientras Gaspar Llamazares interviene y Javier Fernández toma notas, en la Junta General
Mercedes Fernández mira su móvil mientras Gaspar Llamazares interviene y Javier Fernández toma notas, en la Junta General

El debate se prolongó por ocho horas con agudos enfrentamientos en el pleno de la cámara

15 nov 2017 . Actualizado a las 19:40 h.

La segunda sesión del debate de orientación política (la primera la llena íntegramente la exposición del presidente) es larga: son ocho horas apenas interrumpidas por un receso de 20 minutos con réplicas, contra réplicas y peticiones de respuesta por alusiones que normalmente la mesa de la cámara concede y el debate se prolonga así que no es raro que se escape algún exabrupto. Lo que pasa es que este miércoles fue el mismo, reiterado en varias ocasiones lo que iba acentuando el sentido cómico en las cabinas de la prensa.

Abrió el debate a las 9 de la mañana la presidenta del PP, Mercedes Fernández con un discurso duro (lo que entra dentro de la lógica porque es el principal grupo de la oposición y además este año el pacto con los socialistas es más que lejano) pintando un panorama de Asturias casi post apocalíptico, un paisaje dominado por osos y lobos salvajes en el que toneladas de manzanas de pudren por extensiones de hectáreas ante la desidia de un gobierno que sólo piensa en crear nuevos impuestos y subir los que ya hay. Se quejaba Mercedes Fernández de que el presidente alegara que caían las las listas de espera en la sanidad y le salió un «coño con el caer» que fue el primero de la jornada pero no sería el último. Pese a las apariencias no hay grupo en el parlamento asturiano que ame más las batucadas que el popular, y a falta de bongos, sus 11 diputados golpean los escaños para jalear las intervenciones más apreciadas de su presidenta. Cherines fijó una estrategia para tratar de picar al presidente del parlamento Pedro Sanjurjo quejándose de que no le daba suficiente tiempo y también de que trataba de asediarle por la sed al no permitir que el ujier le dejara un vaso de agua en el escaño. La costumbre es poner uno por turno en el atril pero la popular manifestó que le molestaba con los papeles y lo prefería en su asiento, algo a lo que el presidente no accedió.

Llegado el turno de Podemos, su portavoz Emilio León comenzó atacando con que su grupo se había fijado un límite en el sueldo con el el máximo en tres veces el salario mínimo sin que se hubiera sumado ninguna formación más, algo que achacó a que los diputados «querían una casita en la playa». Pasó después a afear a los socialistas su papel en el reconversión industrial y eso abrió la espita a un cruce de argumentos con el presidente, con las térmicas y Lada en el centro, que hizo que Fernández le recordara que no muy atrás, hace apenas un año, los morados defendían cambiar la minería del carbón por la explotación del grafeno, «coño, que lo traían por escrito». Hubo también debate sobre la fórmula en la que se concretará la integración del ciclo de 0 a 3 años en el sistema educativo. León defendía su inclusión plena como «una conquista social en la que Asturias puede ser pionera» y además gratuita. «¿Qué coño gratuita?, aquí las cosas se pagan o con un impuesto a los ciudadanos o con un precio a los consumidores», advirtió el presidente quien resaltó además que el modelo que baraja su gabinete deben de tener en cuenta que se garantice la conciliación de los padres de los alumnos, de manera que la jornada del profesorado tenga en cuenta esa variable (antes, a primera hora, la presidenta del PP sugirió que el Ejecutivo había tenido en cuenta la conciliación cuando lo mencionaran «sus diputadas» porque los varones no concilian o algo).

Hubo muchos reproches sobre la oficialidad del asturiano, entre reiteradas insistencias de de Javier Fernández (que no es precisamente partidario) de que no se aplicaría en esta legislatura porque no lo llevaba en el programa y con el planteamiento por parte de los populares de que el bable es, después del independentismo catalán, el siguiente enemigo mortal de la unidad de la patria. Si no ahora, en el futuro, que apunta maneras. IU lo defendió para ya y el portavoz de Ciudadanos, Nicanor García, realizó la mitad de su intervención en asturiano, siquiera «amestau», para defender que de oficialidad nada pero que se desarrolle plenamente la vigente Ley de Uso. Javier Fernández tiró de diario de sesiones pasadas para recordar a mediados de los 90 Mercedes Fernández había defendido en el Congreso de los Diputados que la oficialidad llegara si había un consenso mayoritario y se congratuló de que no se abordara en esta legislatura una reforma del estatuto porque «este arco parlamentario, con todos los respetos, es como el Arca de Noé con tantas especies políticas y sería difícil un consenso». 

Al final de su intervención, León emplazó al presidente a comprar su lotería por si toca a la hora de aprobar el presupuesto con una parábola sobre el hombre que siempre rezaba por el premio pero no compraba el boleto y luego llegó el receso. Para llamar de nuevo a los diputados a su escaño, la señal de la Junta General emite la sintonía del contacto extraterrestre en «Encuentros en la tercera fase», quizá sea un guiño de los hados al anuncio de Amenábar y la posibilidad de un acuerdo presupuestario entre PSOE, Podemos e IU. O no, porque el destino se construye.

En eso estaba el portavoz de IU, Gaspar Llamazares quien reiteró que ellos sí quieren un pacto y además extenso, para el resto de la legislatura. Se enzarzó en todo caso con el presidente a cuenta del balance de los acuerdos de investidura y hasta el punto de provocar dos «coños» más por parte del presidente al recordar que sus esfuerzos para promover el Área Metropolitana (una vieja reivindicación de la coalición) se había topado con la sorprendente, a su juicio, oposición del concejal de IU en Gijón Aurelio Martín. Llamazares no dijo ningún exabrupto, todo lo más llegó a reclamar que se saliera a la calle «de una puñetera vez» a defender la Variante de Pajares; pero recibió otro «coño, por carta» cuando el presidente le recordó que antes del verano les había solicitado formalmente a su grupo y a Podemos un gran pacto de legislatura.

Con todo (aunque salió un «coño» más sobre el sentido absurdo del voto el un lejano debate en los 90 sobre los túneles del puerto en el Congreso), el debate más bronco de la jornada fue el protagonizado entre el presidente y la diputada de Foro, Cristina Coto, porque el desprecio entre ambos es mutuo y manifiesto. Coto no le ahorró adjetivos de «vago», «pusilánime», «mediocre» e impulsor de un «Brexit asturiano» de la empresa familiar por no eliminar (como reclama) el impuesto de sucesiones y querer que los asturianos vivan como «los amish, con carromatos». El presidente describió su intervención como «especie de bufonada grosera», y un «gallinero incesante» del que había desconectado en ocasiones. La hostilidad era tan manifiesta que Javier Fernández renunció a darle la última contra réplica y aunque Coto pidió unos minutos más por alusiones, como de hecho no hubo, Sanjurjo no lo concedió. «Yo no tengo la culpa de la vagancia del presidente, ¿qué va a decir? si es como Luis XVI», protestaba Coto mientras se apagaba su micrófono.  

El último turno de la oposición (el último turno del debate es para el grupo que sustenta al gobierno, el socialista, y lógicamente coincide plenamente con el presidente) le correspondió a Ciudadanos, quizá el intercambio más cordial, en el que su portavoz Nicanor García expresó sus «ánimos» al presidente para que agote la legislatura (y él lo agradeció) aunque las divergencias se hicieron evidentes especialmente respecto a la fiscalidad. El portavoz naranja se quejó de que se incluyera a Ciudadanos entre los partidos de derechas «no somos de derechas en absoluto», lo que despertó grandes risas en la cámara. En otro alarde de optimismo sobre las posibilidades de las nuevas tecnologías y el I+D+I que incluso «en cualquier aldea de Asturias se puede montar una Star up». Quizá no tanto, o sí, qué coño.